Ejemplos con discordias

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Las autoridades de Lima y el pueblo peruano ya habían sufrido bastantes descalabros con el alzamiento de Gonzalo Pizarro y no deseaban verse envueltos en más discordias fraternas, promovidas por los descontentos que seguían pensando en abolir las Leyes Nuevas y la Real Audiencia volvió a intentar cortar las aspiraciones del nuevo rebelde.
Bruni analiza las discordias y las causas que las producen.
El nacimiento de Salomé Ureña ocurrió poco después de la fundación de la República, durante el primer Gobierno de Báez, creció en un ambiente de discordias, entre mil luchas intestinas.
No obstante, en el mes de junio empezaron discordias entre grupos rivales de Guardias Rojos, lo cual resultaba previsible debido a la falta de dirección central y al hecho que cada facción competía por mostrarse ante las demás como la más consagrada a seguir las palabras de Mao Zedong.
La fe, el celo, la curiosidad y las pasiones de la ambición encendieron las discordias teológicas, la Iglesia y el mismo Estado se dividieron en grupos religiosos, cuyos conflictos a menudo acabaron en sangre, y siempre fueron implacables.
A pesar del sangriento conflicto y la dolorosa memoria de los hechos, las relacones entre georgianos y osetios permanecieron en paz a lo largo del periodo soviético, en contraposición con otros conflictos étnicos georgianos, como Abjazia, donde las discordias eran mucho mas profundas y potencialmente explosivas.
Una reforma agraria inconclusa y disturbios agrarios en las áreas pobres pobladas por osetios, desembocaron en discordias étnicas y la lucha por el poder en el Cáucaso.
Sin embargo, las discordias continuaron.
En una asamblea general del partido, que estuvo llena de discordias, Muñoz anuncia que el candidato oficial del PPD a la gobernación lo será Luis Negrón López, quien fue su mano derecha en el senado de Puerto Rico.
El creciente caciquismo, retenido por los hacendados conservadores, se convirtió en motivo de graves discordias y resentimientos para los ahora empobrecidos comerciantes liberales, que se fueron extinguiendo paulatinamente.
La figura del militar y consagrado futuro escritor estuvo desde un comienzo rodeada de un halo de discordias y polémicas.
El ambiente plagado de discordias y falsedades, no era el adecuado para intentar tan preciada tarea, se halló más bien ante un horno donde se incineraban las mejores intenciones.
Para evitar otro motivo de discordias entre las dos Monarquías, que ha sido la entrada de la Laguna de los Patos, o Río Grande de San Pedro, siguiendo después por sus vertientes hasta el río Yacuy, cuyas dos bandas y navegación han pretendido pertenecerlas ambas Coronas, se han convenido ahora en que dicha navegación y entrada queden privativamente para la de Portugal: extendiéndose su dominio por la ribera meridional hasta el arroyo de Tahim, siguiendo por las orillas de la Laguna de la Manguera en línea recta hasta el mar, y por la parte del continente irá la línea desde las orillas de dicha Laguna de Merín, tomando la dirección por el primer arroyo meridional, que entra en el sangradero o desaguadero de ella, y que corre por lo más inmediato al fuerte portugués de San Gonzalo: desde el cual, sin exceder el límite de dicho arroyo, continuará la pertenencia de Portugal por las cabeceras de los ríos que corren hacia el mencionado Río Grande y hacia el Yacuy, hasta que, pasando por encima de las del río Araricá y Coyacuí, que quedarán de la parte de Portugal, y la de los ríos Piratiní e Ibiminí, que quedarán de la parte de España, se tirará una línea que cubra los establecimientos portugueses hasta el desembocadero del río Pepirí-Guazú en el Uruguay y así mismo salve y cubra los establecimientos y Misiones españolas del propio Uruguay, que han de quedar en el actual estado en que pertenecen a la Corona de España.
Las obras de la carne son manifiestas, a saber: fornicación, impureza, lascivia, idolatría, hechicería, odios, discordias, celos, iras, rencillas, disensiones, divisiones, envidias, homicidios, embriagueces, orgías y otras como éstas.
Se agregaba a esto un espíritu siempre dedicado al servicio de los demás, visitando enfermos, consolando a los tristes y apaciguando las discordias.
Resuelto su tio Eduardo I en mandar un embajador al Concilio de Basilea, que se tenia congregado para pacificar las largas discordias entre a Iglesia Griega y Latina, que después fue transferido por Eugenio IV para Ferrara, el nombro a el, confiando de su profunda capacidad, que felizmente desempeñaría las obligaciones de su ministério.
Una contradanza de gobernadores y una hornada de altos funcionarios se habían hecho indispensables en aquellos días, y como las vacantes eran menos que los diputados ministeriales, hubo entre éstos disgustos, discordias y desavenencias, ya por razón de despecho, ya por razón de estómago, cundió la indisciplina, y de la noche a la mañana se halló el Gobierno en grave riesgo de perder la mitad de sus huestes.
Hombre de tal temple, enardecido desde sus años juveniles en la devoción de la Humanidad, de que se derivan las ansias de Libertad y Progreso, no podía vivir en aquel campo de fieras discordias: por un lado los enemigos de la Patria, por otro los que, llamándose hijos de ella, la deshonraban con sus violencias y crueldades, allí la soberanía del honor militar, aquí el imperio de las ideas.
Germen de discordias es para los individuos, así como para las colectividades, la opinión política, y por causa de esta monstruosa fiera, o hidra, para decirlo mejor, han llorado y lloran grandes desdichas, cuando no tragedias, los humanos.
¡Ay qué Doña Carlota! Tan fácilmente se le remontaba la sangre a la cabeza por cualquier motivo, que teníamos que contenerla y amansarla: su prontitud nos asustaba, su resolución no admitía réplicas, y si no hubo discordias y altercados en la familia, fue porque mi señor Don Francisco era y es tan bueno, que no ha conocido usted pedazo de pan que se le iguale.
Pero existe además en la historia deslavazada de nuestras discordias un interés que iguala, si no supera, al interés patético, y es el de las causas, el estudio de la psicología social que ha sido móvil determinante de la continua brega de tantas nulidades, o lo más medianías, en las justas de la política y de la guerra.
Con efecto: ese tiranuelo ha dejado a su patria una herencia lamentable, la espantosa guerra, estas discordias que hacen y harán de España por mucho tiempo un inmenso manicomio suelto.
De sus armarios salían las ropas para los pobres, de su despensa los comestibles para los desvalidos, de sus trojes el grano para los labradores arruinados, costeaba médico y botica, por su precepto, iban los niños a la escuela, con su prudencia enfrenaba discordias, desvanecía rencores, y añadiendo a la limosna que puede dar el rico la compasión que solo siente el bueno, siempre y para todos, tenía piedad en el corazón y consuelo en los labios.
Impotentes fueron el Obispo, el Cabildo, las autoridades y el mismo Conde de Benavente, que intervinieron en la contienda, para poner fin a aquella terrible lucha, que fomentaban las discordias civiles.
Pensativo y triste, augurando discordias, permaneció breve rato sentado en el banco de la glorieta, con la barba apoyada en el pecho, fruncido el ceño, cruzadas las manos.
Además, la calle Ancha obtenía la primacía en la edición y propaganda de los diferentes impresos y manuscritos con que entonces se apacentaba la opinión pública, y lo mismo las rencillas de los literatos que las discordias de los políticos, lo mismo los epigramas que las diatribas, que los vejámenes, que las caricaturas, allí salieron por primera vez a la copiosa luz de la publicidad.
A no ser que los franceses envalentonados con nuestras discordias, entren en Cádiz, y hagan con todos los que aquí estamos un picadillo.
La tradición y la historia guardan el recuerdo de caracteres viriles, alucinados por diabólico espíritu de protesta, tales como Gallardo, Marchena y Blanco White, hijos los tres de Andalucía y primeros héroes y víctimas de nuestras discordias religioso-políticas.
Y paso buenamente la vida: no sé si es soberbia, pero se me figura, creo que el magisterio cuando se ejerce sobre niños es un sacerdocio que impone sagrados deberes, ¡y es tan dulce el cumplimiento del deber! Y cuando un ser cuya razón empieza a desarrollarse bajo nuestra influencia es una niña, todo cuidado es poco, porque de la niña se hace la mujer, la madre de familia, y la madre de familia, mal que les pese a los que niegan toda participación a la mujer en el desarrollo social, es la que siembra el fruto que ha de coger la sociedad: formad buenas madres de familia, y habréis formado una generación llena de virtud, de entusiasmo, de valor, de abnegación, de amor patrio, de virilidad, de grandeza: los hijos son la madre: si la madre es buena, el hijo es bueno, pero si la madre ha dado a sus hijos el pernicioso ejemplo de las discordias domésticas, la falta de sufrimiento y de abnegación, el escándalo continuo, el repugnante espectáculo de preferencias odiosas respecto a este o al otro de sus hijos, si esos jóvenes corazones no han tenido ningún buen ejemplo que imitar, si sólo han debido a su madre un amor indiscreto y caprichoso, caricias exageradas, castigos inmotivados, se pervierten, se desnaturalizan embotando o perdiendo todos sus buenos instintos y constituyendo un ser artificial formado por una mala educación.
Desde luego respondió de que el capitán no moriría, dado que saliese antes de veinticuatro horas de aquel profundo amodorramiento indicio de una grave conmoción cerebral, causada por la lesión que en la frente le había producido un proyectil oblicuo disparado con arma de fuego, sin quebrantarle, aunque sí confundiéndole, el hueso frontal, precisamente en el sitio en que tenía la herida, a consecuencia de nuestras desgraciadas discordias civiles y de haberse mezclado aquel hombre en ellas, añadiendo en seguida, por vía de glosa, que si la susodicha conmoción cerebral no cesaba dentro del plazo marcado, el capitán moriría sin remedio, en señal de haber sido demasiado fuerte el golpe del proyectil, y que, respecto a si cesaría la tal conmoción antes de las veinticuatro horas, se reservaba su pronóstico hasta la tarde siguiente.

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