Ejemplos con dichosas

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Con respecto a la separación de sus padres, Amalia en sus memorias nos comenta que como los que vienen a expiar, por regla general, no pueden elegir un hogar risueño, mi venida a la Tierra no alegró a nadie, ni aún a mi pobre madre, que al unirse con mi padre, se unieron los cuerpos, pero no las almas, diversidad de caracteres distintos, distintos gusto y costumbres, opuestas opiniones, algo que no se explica, pero que separa a los seres, mi padre emprendió un largo viaje antes de que yo llegara al mundo, y mi madre, llorando sus perdidas ilusiones, no sentía esa alegría inefable que sienten las mujeres dichosas cuando esperan su primer hijo.
Quienes eligen lo primero sólo saborearán inquietudes, sozobras y temores, los que eligen lo segundo, es decir, los que aceptan a Cristo, son almas felices y dichosas que ponen su confianza en Dios se levantan por encima de las miserias de este mundo y llegan a la condición de hijos de Dios.
Entonces nosotros, almas dichosas, que habremos alcanzado la inmortalidad, y sólo cuando crea Dios más conveniente hacer renacer al universo, volveremos a la sustancia de la que proveníamos, y formaremos la materia del nuevo universo ¡Dichoso pues tu hijo, oh Marcia, que es ahora partícipe de estos misterios!.
Horas dulces, horas dichosas aquellas en que, después de una jornada laboriosa, regresaba a su casa y se ponía delante del piano para interpretar una sonata de Beethoven o un concierto de Chopin.
Los años han caído sobre mí de golpe: llevo el peso de los míos y los de las otras que son felices Las desgraciadas cargamos con nuestra edad y las edades de las que siendo dichosas prolongan su juventud.
¡A ver cómo no reventaban todas las gentes por cuya triste situación se preocupaba su primo! Si él era infeliz con toda su fortuna, ¿por qué habían de ser dichosas semejantes garrapatas?.
¡Dichosas dos libras! Aquella multa era una amenaza para el calzado de sus hijos, iba a llevarse el montoncito de ochavos recogido por Teresa para comprar alpargatas nuevas a los pequeños.
Ella creía tener un ideal de sí propia que había ido realizando y como trayendo fuera, merced sin duda a su misma energía, pero auxiliada de circunstancias dichosas e iniciales que debía a la Providencia, y en que no todos, sino pocos, se hallan.
Nada había variado: las arboledas, más copadas, conservaban la misma disposición, el mismo aspecto, el caserío de la hacienda próxima volvía ante mis ojos igual, idéntico, como una estampa admirada en la niñez, y que el mejor día, cuando menos lo esperamos, viene a recordarnos épocas dichosas.
¡Qué de veces, en el comedor de fastuoso banquero, he pensado, con triste alegría, en aquellas horas dichosas! Tía Pepa en un extremo, yo a su derecha, y enfrente de mí Angelina.
Llegó la hora convenida, fue la sastra a su casa, entró en el cuartito de Cristeta y comenzó ésta a desnudarse, dejando por fin caer sobre la estera de cordelillo las ropas y prendas dichosas que llevaba más inmediatas al cuerpo.
¡Oh, memoria, qué dulces recuerdos trajiste! ¡Oh, fantasía, cómo los poetizaste! Mozuela que allá en el pobre lugarejo le esperabas en el pajar, sabrosa luna de miel pasada con Frasquita, cocinerilla vencida en la trastienda, en una sofocante siesta de verano, dichosas y felices aventuras, ¡cómo y con qué fuerza surgisteis en la imaginación del estanquero, poblándola de halagadoras reminiscencias que le inspiraron deseos de nuevos triunfos!.
Esperé a que se acabasen las elecciones dichosas, porque creía que saldríamos de aquí y entonces se me pasaría el miedo.
Dios, sin embargo, no quiso que en aquella aciaga mañana fueran dichosas las horas de la infeliz joven, y no la dejó andar veinte pasos en paz.
Por ahí se susurra que no le hacen maldita gracia las dichosas Cortes.
Ya nadie pensaba en tener miedo: muy lejos de esto, todos los de mi fila rabiábamos por no estar en las de vanguardia, en aquellas filas dichosas que acometían a sablazos a los franceses de a pie, ya pronunciados en completa dispersión.
Venid vos acá, compañero mío y amigo mío, y conllevador de mis trabajos y miserias: cuando yo me avenía con vos y no tenía otros pensamientos que los que me daban los cuidados de remendar vuestros aparejos y de sustentar vuestro corpezuelo, dichosas eran mis horas, mis días y mis años, pero, después que os dejé y me subí sobre las torres de la ambición y de la soberbia, se me han entrado por el alma adentro mil miserias, mil trabajos y cuatro mil desasosiegos.
Almas dichosas que del mortal velo libres y esentas, por el bien que obrastes, desde la baja tierra os levantastes a lo más alto y lo mejor del cielo, y, ardiendo en ira y en honroso celo, de los cuerpos la fuerza ejercitastes, que en propia y sangre ajena colorastes el mar vecino y arenoso suelo, primero que el valor faltó la vida en los cansados brazos, que, muriendo, con ser vencidos, llevan la vitoria.
¿Qué se diría de mí? ¡Iré yo, que soy más joven y ando más de prisa! ¡Bastante has padecido tú ya en este mundo con las dichosas guerras!.
»Después nos fuimos corriendo hacia Tetuán y Tánger, donde se establecieron las familias más dichosas, quedándonos los demás guarecidos en las montañas.
-Pero, criatura -me decía, protegiéndome, pues tenía dos años más que yo-, ¿pensarás que no comprendo por qué sientes ese recelo contra mi novia? Son las espinas, las dichosas espinas.
La China y la Tartaria fueron dichosas bajo el cetro del príncipe.
Pero si se siente mal de esas aprensiones dichosas no me dé pormenores, bastan generalidades.
::¡Las horas dichosas, ¡oh jóvenes! corren como el agua, rápidas como el agua! ¡Creedme, enamorados, no aguardéis más!.
-Habéis adivinado -dijo Montecristo sonriéndose-, dentro de ocho días abandonaré este país, en el que tantas personas que merecían la venganza del cielo vivían contentas y dichosas, mientras mi padre expiraba de hambre y de dolor.
-En verdad -decía Julia- que podría creerse, Manuel, que todas esas gentes tan ricas, tan dichosas ayer, habían olvidado en el cálculo sobre el que establecieron su fortuna, su ventura y su consideración, la parte del genio malo, y que éste, como las hadas malditas de los cuentos de Perrault, a quienes se deja de convidar a alguna boda o algún bautizo, se ha aparecido de repente para vengarse de un fatal olvido.
-¡Dichosas orillas del mar Muerto! -prorrumpió, por fin, con un suspiro el anciano comendador-.
Por el contrario, nosotras que seríamos dichosas si pudiéramos recibir los simpáticos socorros de verdaderos sabios, estamos sometidas, so pretexto de salubridad, a unas visitas tan vejatorias como inútiles.
dichosas, asegurando descuidos.
¡Dichosas aguas, que si hacéis cortadoras las.

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