Ejemplos con deteniéndole

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Poco a poco, señor don Justo, y usted perdonedijo Simón deteniéndole, que para estas ocasiones son los consejos de los hombres de saber.
Hasta se echó varias veces la escopeta a la cara, queriendo disparar los dos tiros contra las ventanillas de la , deteniéndole únicamente el miedo a quedar desarmado.
Todos corrieron a su encuentro, y Jacobo el primero, mas antes, deteniéndole Currita por el brazo, con familiaridad de prima cuarta de su esposa legítima, le dijo:.
José -exclamó el aldeano deteniéndole-.
-No, no -exclamó Sola vivamente, deteniéndole-, otro día me darás.
Joséexclamó el aldeano deteniéndole.
Espera un instante para ver lo que sale de aquí le dijo Javier deteniéndole.
Espera, hombre -le decía Javier deteniéndole aún-.
-No -exclamó deteniéndole-: yo quiero que usted me aconseje y me guíe.
No -dijo la devota, deteniéndole con más fuerza-.
«No -dijo la devota, deteniéndole con más fuerza-.
«No, no te vas -dijo ella deteniéndole con fuerza por un brazo-, no te vas sin decirme si puedo contar contigo.
-No, no te vas -replicó ella deteniéndole con fuerza-.
¿Si serán largas las ceremonias fúnebres entre los jívaros? La pobre Pona lo ignora: sólo sabe que esos bárbaros ahogan a la víctima en una agua olorosa, o deteniéndole el aliento con una venda.
-Si la llamas me voy a dormir a mi casa -dijo Gloria deteniéndole por un brazo-.
«Un momento más» -le decían, deteniéndole casi a la fuerza.
-¿Es tuyo, que lo vendes? -le dijo un oficial deteniéndole la mano.
-¡Qué vas a hacer! -exclamaron sus compañeros deteniéndole.
—Oigame, viejo Silva —grité deteniéndole—.
«Espera, hombre -le decía Javier deteniéndole aún-.
«Espera un instante para ver lo que sale de aquí» le dijo Javier deteniéndole.
Ya salía, cuando Zoilo le cogió por el faldón, deteniéndole suavemente, sin mirarle.
Éste, a la mañana, cuando al despertarse vio en su habitación aparadores con vajilla de oro y plata, gran número de sirvientes, eunucos y jóvenes que le presentaban vestidos de los más ricos, y a la puerta un caballo con preciosos aireos, como los de los amigos del rey, creyendo que todo aquello fuese juego y burlería intentó marcharse de la casa, pero deteniéndole los criados y diciéndole que el rey le hacía el presente de la casa de un hombre rico que acababa de morir, y que todo aquello no era más que primicias y bosquejos de mayores bienes y riquezas, creyólo entonces, aunque todavía con dificultad, y tomando la púrpura, y montando a caballo, dio a correr por la ciudad gritando: “Todo esto es mío”, y a los que se burlaban decía que no era aquello de extrañar, sino el que, loco de contento, no tirase piedras a cuantos encontrara.
-Poco a poco, señor don Justo, y usted perdone -dijo Simón deteniéndole-, que para estas ocasiones son los consejos de los hombres de saber.
-¿Qué vais a hacer, amigo? -inquirió Morrel, deteniéndole la mano.
-Una cosa me estoy reprochando -dijo, deteniéndole en medio de la escalera.
-Esperad -dijo Montecristo deteniéndole-.
-No -dijo Fernando deteniéndole-, quedaos.
Un poco más arriba, en lo que pudiera, sin mucho agravio de la verdad, denominarse llano, y antes de llegar a la ermita, todavía en la penumbra que nos haría invisibles a no muy larga distancia, atracó su rocín al mío, y deteniéndole por las riendas que casi me arrancó de las manos, después de detener el suyo, me dijo apuntando con su diestra ociosa a un altísimo y lejano picacho, en cuya cúspide se estrellaba el primer rayo de sol que penetraba en aquellas montaraces regiones.

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