Ejemplos con despego

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

El despego de ella era sin duda a causa de un tardo remordimiento que había sobrevenido con la saciedad Remordimiento, no: simple prudencia, deseo de conservarse aislada en los días que faltaban para llegar al próximo puerto.
Y mayor zozobra que el despego de los primos y agnados me causó la insistencia con que paseaba la calle un sujeto alto y zancudo, de color cetrino, barba negra, nariz tajante, con lentes que daban no poca impertinencia a su mirar fisgón, bien vestido, la chistera un poco ladeada.
Su padre le inspiraba desprecio, su madre despego, y sólo seguía adorando a Lilí, único ángel que quedaba ya en la casa.
Dice que para las que no son hermosas como ella, solo hay un esposo bueno, el que no engaña, ¡y lo dice con una unción, con un fervor! Otras veces habla de la casa y de nosotros con un despego que da frío.
Bien es verdad que ya recelaba algo, en vista del despego con que la trataba su Antonio.
Aquel despego de la hermosa niña avivaba en mi alma, de un modo terrible, la pasión que la belleza y las cualidades de la joven habían encendido en mi, y que mi tía Pepa procuraba fomentar.
seguía viva, al reparar en la indiferencia y el despego que me inspiró su cuerpo de V.
Escatimarla la comida, empeñar las ropas, trampear en la taberna y volver el sábado a casa con el jornal mermado por el vicio, eran sus principales hazañas, amén de mirar a la pobre muchacha con el mayor despego.
Déjame en pazreplicó ella con un despego que a su marido le llegó al alma.
Esta actitud de Leocadia, su exigencia, descaradamente manifestada, y aquel despego junto con el afán de salir, hicieron sospechar a Pepe que la manía devota fuese encubridora de próximos y mayores males.
El carácter violentísimo de aquella mujer, exacerbado por la continua contemplación de una desgracia, que hacía mayor su melancólica fantasía, la impulsaba a tratar a su marido, a su hija y a muchos de los que la rodeaban, con un despego, con una dureza cruel, de la que en el fondo del corazón, que era bueno, se arrepentía ella al cabo, no siendo fecundo este arrepentimiento sino en nuevos motivos de disgustos y de amarguras.
El despego que le mostraban las gentes había ido en aumento, convirtiéndose en franca impopularidad.

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