Ejemplos con despedime

Ganoso de aprovechar el tiempo despedime de mis buenos guardianes, y entre alborozado y medroso partí hacia el valle de Llanteno, dirección que me indicaron como la más fácil para llegar a Valmaseda.

Despedime del respetable señor, encomendándole a la misericordia de Allah, y me salí solo por , para irme a Samsa, donde contaba pasar la noche y aun descansar algunos días en casa de un amigo.

Despedime del señor Mier, a quien el Obispo llevaba en su coche, y a mí me ofreció el suyo y su grata compañía don Melchor Ordóñez, que iba al Gobierno Civil.

Despedime prometiendo volver, y mientras dos de los curas cogían al y para dentro se le llevaban como a un colegial castigado, los otros salieron a despedirnos con empalagosas cortesanías y melifluos agradecimientos por la limosna que les di.

Prometiendo volver por la noche, despedime de los Duques y dediqué la tarde a las visitas que usted me ha encargado, empezando por su fiel amiga, la de Selva Fría, que rabiaba por conocerme.

Y sin más palabras, despedime de aquella lumbrera de la Iglesia para irme a mi casa.

La conmoción me impedía hablar, y sin decir sino medias palabras, despedime de ella, besándole respetuosamente las manos.

Despedime de él bruscamente y salimos.

Despedime de él, deplorando el mal éxito de mi embajada, y aquí fue donde se deshizo en cumplidos, buscando y hallando en su fina habilidad cortesana ocasión para deslizar dos o tres galanterías con discretos elogios de mi hermosura y del país.

Despedime yo, y al ver la palidez y alteración de las facciones de Jenara, no pude menos de decirme al salir:.

Despedime de Inés, y después de asegurar bien la entrada de la casa y de encomendar a Tribaldos que cuidase a los dos prisioneros, bajé a la plaza, donde miss Fly se separó de mí sin motivo aparente.

Despedime de Amaranta y su amiga, prometiendo visitarlas al día siguiente, como en efecto lo hice.

Despedime de Inés, que a hurtadillas me dijo:.

Despedime prometiendo que la recordaría siempre, y ella se mostró tan afable, tan cariñosa como si nada hubiera pasado.

Despedime del respetable señor, encomendándole a la misericordia de Allah, y me salí solo por Bab Echijaf, para irme a Samsa, donde contaba pasar la noche y aun descansar algunos días en casa de un amigo.

Despedime cariñosamente de ella y de sus dos amigas, que tengo el gusto de presentar a mis lectores, presagiando que tal vez las encontraremos más tarde en nuestro camino.

Despedime prometiendo volver, y mientras dos de los curas cogían al ángel negro y para dentro se le llevaban como a un colegial castigado, los otros salieron a despedirnos con empalagosas cortesanías y melifluos agradecimientos por la limosna que les di.

Al oír esto no estuvo en mí tener más la risa, despedime cuanto antes pude del sabio don Timoteo, y fuime a soltar la carcajada al medio del arroyo a todo mi placer.