Ejemplos con despedazado

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

El cuerpo del vampiro debe ser decapitado, su boca rellenada con ajos, agua bendita y reliquias, el cuerpo despedazado y entonces quemado y las cenizas esparcidas a los cuatro vientos.
Y aquel cuerpo gracioso, cuerpo de pobre, en el que luchaba la juventud con un raquitismo hereditario, bajó a la tierra despedazado: lo hicieron cuartos, como una res de matadero, sobre el mármol de la sala de disección Usted, Ojeda, debe amar a alguien como amé yo.
¿Y me habré de echar por esas calles, despedazado y con náuseas de muerte, vendiendo con mis súplicas desesperadas nuestra hora de secreto, cuando usted con este gran favor, puede darme el medio de bastar a todo con holgura, y de cubrir con mi serenidad los movimientos?.
¡Sarcasmos sangrientos de un orgullo despedazado!.
Al despuntar la mañana, en una de las casas del pueblo se abrió el portón del corral y, precedidos de una mujer, salieron al campo dos soldados de infantería con el uniforme despedazado y sucio: uno de ellos llevaba fusil, y el otro iba sin armamento.
Y apretando calurosamente las manos de la joven, partió con tales modos, que todos le creíamos con el corazón despedazado y tuvimos lástima de él.
También de noche, cerca del alba, emprendía su viaje al monte el casero que se preciaba de regalar a su señor las primeras arceas, las mejores perdices, y allí estaban las perdices, sobre la mesa de pino, ofreciendo el contraste de sus plumas pardas con el rojo y plata del salmón despedazado.
Cuando después de atravesar a gatas por entre las tablas del despedazado vagón, me encontré en el andén delante de un funcionario que parecía el jefe de estación, lo único que se me ocurrió decir fue:.
Cuando vi caer a aquella desventurada con el cráneo despedazado, tal vez por la bala salida de mi fusil, caí también al suelo sin sentido, y fui conducido al hospital entre el desprecio y la indignación que causaba a mis jefes y compañeros lo que unánimes llamaban mi cobardía.
Cantemos el oro, rey del mundo, que lleva dicha y luz por donde va, como los fragmentos de un sol despedazado.
El corazón le puso un sí entre los labios, pero al primer grito de su conciencia le devoró con vergüenza de su debilidad, acogióse al recuerdo de su madre y a las advertencias de su fe, y con un esfuerzo sobrehumano, y entre los gritos de su amor despedazado negóse resueltamente al deseo del infeliz amante.

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