Ejemplos con desparramaba

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Pero, así que la perfumada cabellera que se deslizaba ondulante por el cuello y se desparramaba suelta por los hombros para cubrir la pudibunda castidad y la gracia virginal de la mártir tocó el chisporroteo de las teas, la llama crepitante voló sobre su rostro, nutriéndose con la abundante cabellera, y la envolvió por completo.
Decía esto mirando la cabellera de polvo, que alejándose se achicaba ya, y removida del vientecillo de la mañana desparramaba en el aire sus guedejas.
El formidable trompeteo del órgano, a veces dominado por las notas altas del canto, se desparramaba por el aire en oleadas de armonía, y cuando cesaban se oía monótono y constante el sonido casi cristalino, pertinaz y agudo, de una moneda de oro golpeada contra una bandeja de plata.
Todas las tertulias, que entonces eran muchas, pues la sociedad no se desparramaba aún por los cafés, eran, digámoslo así, verdaderos clubs donde latía sorda y terrible la conspiración nacional.
Esto diciendo, le cogía la cabeza a la nieta entre ambas manos y le desparramaba los copiosos rizos por la espalda y los hombros.
Dos horas después volvimos a la iglesia, sacaron otra vez al santo en procesión, rezóse el rosario y nos fuimos a la romería, que se desparramaba en una pradera inmediata a la iglesia.
que la gente se desparramaba por los montes, buscando con ansia.
Eligió el punto en que más copiosamente se desparramaba el manojo de sol, y sentóse allí poco a poco y agarrándose, como si temiera romper en una brusca sacudida el hilo desgastado y tenue de su existencia.
La princesa Adelaida de Orleáns, allá en los tiempos del rey de los franceses, tenía la buena costumbre de asomarse cada mañana al jardín de su palacio y con sus propias manos desparramaba una cestilla de trigo, avena y mijo, para alimento de las aves, que acudían puntualmente, esperando el regalo principesco.
Decía esto mirando la cabellera de polvo, que alejándose se achicaba ya, y removida del vientecillo de la mañana desparramaba en el aire sus guedejas.
¡Y cuando algún telegrama del consignatario anunciaba la suba de tal o cual fruto!, cualquier muchacho, dependiente de mostrador, servía entonces para acopiador, y todo el personal de la casa se desparramaba, galopaba por el campo, a comprar lanas o cueros.
No por el nuevo rumbo que tomaban mis ideas llegaron éstas a volar tan alto que traspusieran las cumbres de los montes, entre los cuales y la costa, que por el lado opuesto me cerraba la salida, se desparramaba el pueblo, señor de un reducidísimo valle tapizado de verdor perenne, eterno jardín con callejos por sendas y manchas sombrías de espesos robledales, olorosos limoneros y laberintos de zarzas y madreselvas.
Como en aquel tiempo toda la semana era de días de misa y allí estaba la Catedral, todo el concurso de la Iglesia se desparramaba de paseo por la plaza, que servía así de mercado.
Por quisquillas y malos tratamientos de su patrón Noriega fugose Salinas con todos sus deudos y amigos, en número de sesenta personas, y buscó albergue en la inaccesible altura de Shulcahuanga, desde donde, bajo el nombre de José Luz de la Verdad, desparramaba por los pueblos vecinos incendiarias proclamas, excitando a los indios a rebelarse contra el rey.
Había sido soldado de Rosas, había llevado el gorro colorado de manga, que, como chorro de sangre, se desparramaba sobre el hombro, había presenciado, por lo menos en parte, los misterios de Santos Lugares, y la imaginación de los muchachos, hijos del estanciero, se encendía, al conversar con él, de aquellos tiempos, en que aseguraba Soria que no había cuatreros en los campos del sud.
El mundo noctámbulo de la crápula, del hambre y el crimen, se desparramaba por el bulevar Montmartre, husmeándolo todo, como perros, con andar tortuoso y vacilante, parándose aquí y allá.
Una tarde, en que su tristeza se desparramaba en la selva, hacía callar al arroyo y entristecía el cielo, yo, sin decirla nada, la dejé un instante.
y aunque el pánico todavía se desparramaba por mi ser, me cobijé nervioso hasta la cabeza y me volví a dormir.
Por las calles se desparramaba la gente rumbo a sus labores cotidianas.
Un entusiasmo se le desparramaba por las venas como si la sangre se le alborotara y quisiera estallarle.
En un florero etrusco, un ramo de claveles desparramaba su a pimentada fragancia, y los cubiertos plateados brillaban sobre el lino y en la loza, las sombras se enroscaban como rulos en la vítrea convexidad de las copas, o se extendía en franjas triangulares sobre los platos.
Durante veinticuatro horas estuvo toda la casa en movimiento, criados que bajaban precipitadamente por las escaleras de servicio, palafreneros y mozos de cuadra limpiando los caballos, lustrando los coches, colocando gasas y crespones en los faroles, guarniciones y portezuelas, dependientes de la funeraria llevando a hombros inmensos cortinones de terciopelo negro, robustos e innumerables cirios, la repisa de peluche sobre la cual había de descansar el ataúd, el ataúd mismo, el ataúd que inspiraba deseos de morirse sólo por el gusto de que le metieran a uno en él, por las otras escaleras subían los sirvientes a brazadas, flores y más flores, blancas unas, rojas otras, de vivos y penetrantes perfumes las más de ellas, rosas de té, rosas dobles, claveles, jacintos, un jardín de Valencia entero y verdadero que se desparramaba por los peldaños, por la antecámara, por los salones, hasta caer en montón sobre la esterilla de una estancia, donde varias mujeres y algunos hombres tejían coronas, ramos, guirnaldas, canastillos, cuantos caprichos e inventos les proporcionaban sus facultades naturales y los adelantos de su industria.

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