Ejemplos con desgreñada

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

En las aves, los síntomas incluyen falta de apetito, apariencia desgreñada, secreción ocular o.
Y Lucía, desgreñada, patética, hermosa, se arrojó a los pies de Artegui, y abrazó sus rodillas, y se arrastró en la alfombra.
Después que devoró con famélicas ansias el comistraje que le sirvió una mujer desgreñada y andrajosa, mostrome el caballero un montón de cartas recibidas de Madrid y las contestaciones que él había ya medio escrito.
Desgreñada, pálida y pitañosa, Graziella me sirvió café con leche y tostadas.
Entró la diablesa itálica desgreñada y en paños menores a traerme café con leche, y poco después llegó , de cuyos labios, para mí divinos, oí la grave relación que a la letra copio:.
Era su marcha una enrevesada peregrinación por las calles, deteniéndose ante las puertas cerradas, un aldabonazo aquí, tres y repique más allá, y siempre, a continuación, el grito estridente y agudo, que parecía imposible pudiese surgir de su pobre y raso pecho: Jarro en mano bajaba la criada desgreñada, en chancleta, con los ojos hinchados, a recibir la leche, o la vieja portera, todavía con la mantilla que se había puesto para ir a la misa del alba.
¿Qué sucedió entonces? ¿Comprendió realmente aquel ángel de seis años el encargo de su abuela? ¿Habló por su inocente boca el ángel de la guarda de Diógenes? Es lo cierto que la niña, sin asustarse de aquella horrible cabeza desgreñada, en que se pintaba ya la agonía de la muerte, sin mostrar repugnancia al asqueroso vaho que exhalaba el sudor del enfermo, hundió sus rosadas manitas en las blancas patillas del viejo, y tirando de ellas a medida que hablaba, según su antigua costumbre, díjole muy bajo, poniendo sobre el oído de él su roja boquita:.
Lo que hice fué reconocer mi error en cálculos de cronología, para los cuales no había contado yo con la feroz y desgreñada revolución de Francia.
—Yo soy, que no es nadie, señor Monipodio: Tagarote soy, centinela desta mañana, y vengo a decir que viene aquí Juliana la Cariharta, toda desgreñada y llorosa, que parece haberle sucedido algun desastre.
Ella era larga de mas de siete piés, toda era notomía de huesos, cubiertos con una piel negra, vellosa y curtida, con la barriga, que era de badana, se cubria las partes deshonestas, y aun le colgaba hasta la mitad de los muslos: las tetas semejaban dos vejigas de vaca secas y arrugadas, denegridos los labios, traspillados los dientes, la nariz corva y entablada, desencajados los ojos, la cabeza desgreñada, las mejillas chupadas, angosta la garganta y los pechos sumidos: finalmente, toda era flaca y endemoniada.
Ni más ni menos se las habían dado a Teresa Panza, mujer de Sancho, la cual, desgreñada y medio desnuda, trayendo de la mano a Sanchica, su hija, acudió a ver a su marido, y, viéndole no tan bien adeliñado como ella se pensaba que había de estar un gobernador, le dijo:.
Y, dejando la ropa que lavaba a otra compañera, sin tocarse ni calzarse, que estaba en piernas y desgreñada, saltó delante de la cabalgadura del paje, y dijo:.
Entonces, al fin del corredor, por la estrecha puerta de un cuarto adyacente a la cocina, salió una mujer desgreñada, con una bata de percal de color de polvo, y en chancletas.
Minutos después nos encontramos a Celestina Tirado que salía de Palacio, desgreñada, sudorosa, jadeante.
Miró Lucila hacia el punto lejano que Rosenda le señalaba, y vio en efecto, la columna de polvo, como una cabellera desgreñada en sus extremos.
Su áspera y desgreñada melena le cae sobre los ojos brillantes, llenos de timidez y de malicia.
A la puerta de una casita, hacia el fin de una de las calles que van a la plaza del pueblo, una vieja mulata canosa, con desgreñada cabeza de Medusa, vociferaba:.
Miradle: ya está en el borde del precipicio fatal, ya vuelve en torno su cabeza desgreñada, su semblante pálido, sus ojos hundidos e inflamados, sus facciones alteradas, y antes de consumar el atentado se queda un momento en silencio y luego reflexiona sobre la Naturaleza, sobre los destinos del hombre, sobra la injusticia de la sociedad.
La concurrencia, estropajosa y desgreñada, come churros, bebe aguardiente de Bretaña, se jalea, se guitarrea y se casca las liendres a la luna por falta de sol.
En esto apareció Osmunda, torva, desgreñada, hecha una Euménide.
¿Qué pensamiento será capaz de dominar a una mujer hasta el extremo de que no se duela al contemplar desgarrado su vestido, desgreñada su cabellera, sudosa su piel, desencajadas sus facciones, ni se caiga desmayada viéndose abrazar y resobar por un hombre, ante un público numerosísimo, bullanguero y bromista?.
Giró en derredor la vista quebrada ya, casi exangüe, y pudo distinguir a pocos pasos una cabeza desgreñada que tenía los sesos volcados sobre los párpados a manera de horrible cabellera.
Ocurrió por entonces en España uno de esos acontecimientos que hacen raya en la historia de los pueblos, marejadas de fondo, como diría Tremontorio, cuyas ondas, bajo un cielo sereno, sin saberse en dónde nacen, son más impetuosas a medida que caminan, y llegan a la costa, y baten sus peñascos, y no hay entre ellos cueva, ni boquete, ni escondrijo donde la furia no meta su desgreñada cabeza con pavoroso estruendo, ni puerto tan seguro que no reciba sus espumas y sienta estremecerse el limpio cristal de sus aguas.
La reciente viuda, con una mala saya de percal, desgarrada y sucia, en mangas de camisa, desgreñada y descalza, esperaba a la fúnebre comitiva, acurrucada en un rincón de la destartalada habitación en que había muerto su marido: sala, alcoba, pasadizo y comedor al mismo tiempo, pues aquella pieza y otra reducidísima y oscura que servía de cocina constituían toda la casa.
Casi al mismo tiempo que ellos en la calle, aparecieron en sus respectivos balcones la mujer de Bolina, rodeada de sus nietos, y la del pobre Tuerto, sola, desgreñada y dando alaridos de desconsuelo.
En la Cartera había desaparecido la esposa del carpintero vicioso, chapucero y zafio, en chancletas y desgreñada, y nacido una pulcra trabajadora, semiartista, encantada, aun desinteresadamente, con los lazos de seda crespos y coquetones, los entredoses y calados de filigrana, las ondulaciones flexibles de la batista y las gracias del corte, que señala y realza las líneas del cuerpo femenil.
Basilio, correcto en el vestir, como siempre, de color de manteca el gabán entallado, sonriente, de expresión espiritual boca y mirada, dejaba pasar una tormenta de espanto y rebeldía contra los designios de la naturaleza a que se entregaba Emma, que se apretaba la cabeza desgreñada con las manos crispadas, y llamaba a Dios de tú y con un tono que parecía de injuria.
Emma, pálida, desencajada, desgreñada, con diez años, de los que había sabido quitarse de encima, otra vez sobre las fatigadas facciones, abrió los ojos, y lo primero que hizo con ellos fue lanzar un rayo de odio y otro de espanto sobre el atribulado esposo.
Una anciana desgreñada, despavorida, hendió la masa viviente que se separaba silenciosa para darle paso.
Alguna mulata zarrapastrosa, desgreñada, solía asomar, lo chisteaba, regateaba, porfiaba, alegaba, acababa por ajustarse con él.

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