Ejemplos con desesperó

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Hubo muchos muertos, y cientos de heridos, además que la red ferroviaria Tacna-Arica también fue afectada, se agregaba el daño a las carreteras, por lo que la ayuda desesperó a mucha población y los saqueos no se hicieron esperar.
Khali se desesperó y mató a los King, mientras exigía al abogado de Conner que le pagara.
Tras varios juegos el Conde se empezaba a impacientar por que necesitaba sangre y entonces miró un hospedaje para niñas adolescentes y engañó a Mina haciéndole creer que jugarían a las escondidas mientras el se disponía a chuparle la sangre a las chicas del hospedaje, pero para su mala suerte, justo en el momento de la hipnosis Mina lo encontró y rompió la hipnosis por lo que sacaron al Conde a golpes y entonces regresaron a la casa de Mina donde el conde se desesperó y le gritó a Mina lo que provocó que el padre de Mina lo escuchara gritar, entonces el Conde se hizo pasar por uno de los muñecos de Mina y el padre de Mina le pregunto que, que era esa cosa cuando Mina respondió que era su mejor amigo, su padre pensando que se refería a un simple muñeco le dijo que era hora de dormir por que casi amanecía y en cuanto el padre cerró la puerta el Conde corrió despavorido por que casi salía el sol pero antes de irse acobijó a Mina y la besó terminando por encariñarse con ella y luego regresó a su castillo.
Al darse cuenta Pierrot de su complicidad en el tema se desesperó.
Elena se desesperó por el dolor, y pese a ello acudió a la misa celebrada ante la tumba de su marido.
Quiso llevarse de allí a su hijo inmediatamente y se desesperó porque no podía hacerlo.
¡Qué semana! Ni educanda encerrada que aguarda el día de salida para ver al primer muchacho que a hurtadillas le oprime la mano, y con quien soñó castamente en el lecho virginal del convento, ni príncipe en vísperas de ser coronado rey, ni miserable usurero a punto de cobrar, ni madre de marino que en la costa espera el navío donde su hijo torna, nadie se impacientó ni desesperó tanto como el pobre don Juan.
Porfió desengañado, desesperó sin ser aborrecido: ¡mirad ahora si será razón que de su pena se me dé a mí la culpa! Quéjese el engañado, desespérese aquel a quien le faltaron las prometidas esperanzas, confíese el que yo llamare, ufánese el que yo admitiere, pero no me llame cruel ni homicida aquel a quien yo no prometo, engaño, llamo ni admito.
Bien es verdad que el segundo autor desta obra no quiso creer que tan curiosa historia estuviese entregada a las leyes del olvido, ni que hubiesen sido tan poco curiosos los ingenios de la Mancha que no tuviesen en sus archivos o en sus escritorios algunos papeles que deste famoso caballero tratasen, y así, con esta imaginación, no se desesperó de hallar el fin desta apacible historia, el cual, siéndole el cielo favorable, le halló del modo que se contará en la segunda parte.
El Tano se desesperó, él necesitaba recuperar el capital perdido a todo trance, y dirigiéndose con acento suplicante al Cartulina:.
Los propios temas de cada día devanaban, en efecto, los novios: la casita cercana a Bellavista, que Mercedes les compró, generosa, por regalo de boda, la amabilidad de aquella señora, que era la madrina insustituible, y a quien Mariposa, de odiarla como rival, pasó a amarla como bienhechora, don Venancio, que sería el padrino, por haber declarado con firmeza el pintor su aversión a apadrinar acto alguno sujeto a leyes y convenciones, la dulce paz del amor correspondido en manso hogar, la honrada complacencia de ver conseguido para siempre lo que tantas veces se desesperó de alcanzar nunca, el enojo de que tenga cada jornada tantas horas y no sea más breve, para mayor aproximación del codiciado nudo eviterno.
Tal era la opinión del señor Morrel, pero el anciano gritó y se desesperó tanto, que tuvieron que dejarle.
-Mercedes se desesperó por la pérdida de Edmundo.
La pobre mujer, que había llevado Dios sabe qué vida con su marido, se desesperó cuando notó que en su hijo se reproducían las mismas cosas del padre.
Cierto Menecrates, que dio a luz una historia de la ciudad de Nicea en Bitinia, refiere que Teseo, teniendo ya en su poder a Antíope, se detuvo en aquella comarca, y como diese la casualidad de que sirviesen con él tres jóvenes de Atenas, hermanos, llamados Euneo, Toante y Soloonte, éste se enamoró de Antíope, lo que encubrió a los demás, y sólo lo reveló a uno de sus amigos, hizo conversación de ello con Antíope, la que desechó resueltamente semejante propuesta, pero la llevó con prudencia y sosiego, sin dar parte de ella a Teseo, mas Soloonte, cuando ya desesperó, se echó en un río, y pereció, con lo que Teseo vino en conocimiento de lo ocurrido con aquel joven y de la causa de ello, haciéndosele muy sensible.
Así hizo ella con el anterior, y tanto lo desesperó que el infeliz se entregó a la bebida, y murió de eso, según ella misma lo confiesa.
Al oír esto, Alischar vio que la luz se convertía en tinieblas en sus ojos, y desesperó de la vida y deseó morir, y se echó a llorar y sollozar en brazos de la buena vieja, hasta que se desmayó.
Pero en cuanto al rey de los francos de Constantinia, padre de Mariam, cuando supo la captura de su hija por los piratas musulmanes, afligióse hasta el límite de la aflicción y se desesperó hasta sentirse morir.
Melancolizósele el ánimo al marqués, al saber que tenía que esperar como las ánimas del purgatorio el día de la redención y desesperó de esperar y murió en chirona.
Su madre, que había salido a buscarla, porque tardaba mucho, la halló al fin, y se desesperó también con su gamita que estaba ciega.
Se desesperó, creyendo que ya no le vería más.
No había llave que pudiese estar echada, pero el tablón se resistía al empuje de Silveria, que casi desesperó de levantarle.
El molinero se desesperó y se arrancaba los cabellos.
Orso se desesperó, porque a su manera, adoraba a aquel último retoño de su raza, mas no hubo remedio, la voluntad de Lucía se impuso, y la niña entró en un monasterio de la Orden de Santo Domingo, en que había florecido Catalina, llamada Eufrosina, a quien el mundo venera hoy con el nombre de Santa Catalina de Siena.

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