Ejemplos con deseándole

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Mantiene muy buenas relaciones con los ex integrantes de The Beatles, en especial con Paul McCartney, quien para el lanzamiento del disco debut de Julian, le envió un telegrama deseándole suerte.
Cuando Disraeli sufrió el ataque que lo llevaría a la muerte, la Reina envió una sentida nota deseándole su recuperación, Disraeli, muy débil hizo que se la leyeran, luego de escucharla habría dicho esta carta debería serme leída por lord Barrington, un consejero íntimo, junto con ella la reina le enviaba vuestras flores preferidas de primavera.
ante esta noticia, Edipo, irónicamente, lanza una maldición al todavía desconocido asesino, deseándole todos los crímenes de los que yo he huido.
Yo le prometí interceder en su favor, y deseándole las buenas noches entré en mi casa.
Pero no era, no: mi espíritu, no sé si deseándole o temiéndole, fingía la proximidad de su persona, sus pasos, su acento, su cara.
Levantose ágil, sin esfuerzo, con sorpresa de todos, y emprendieron la bajada al camino, al llegar a este se despidió del amable militar, que deseándole un regreso pronto y feliz, le dijo: Ya ve el Sr.
Los felices esposos contaban con él este mes, el que viene y el otro, y estaban viéndole venir y deseándole como los judíos al Mesías.
A la puerta del cuarto se despidió el marqués, deseándole buenas noches y añadiendo con brusca cordialidad:.
He tenido además el placer de conocerla a usted, y ahora, deseándole que halle pronto a su hermano, me retiro.
Doña Beatriz hizo un gesto muy expresivo, pero no respondió a su madre sino abrazándola y deseándole buen sueño.
Porque es de saber que aquella misteriosa maldición, he dicho mal, aquella misteriosa bendición que una noche de plenilunio echó mi madre al desertor cristino, deseándole que una encartada no fuese la elegida de su corazón, le había caído a Juan de medio a medio.
Saludó, pues, lleno de agradecimiento por el pasado y por el futuro, y el digno capitán, que por su lado sentía vivo interés por aquel joven tan valiente y tan resuelto, le apretó afectuosamente la mano deseándole un buen viaje.
Al escuchar tales palabras, di gracias al capitán e hice votos en su favor, deseándole larga vida, en tanto que él ordenaba desplegar las velas y ponía en marcha al navío.
Entonces Alischar dio mil gracias a la vieja por sus favores, quiso hacerle un regalo, pero no lo aceptó ella y se fue deseándole buen éxito y felicidades, y le dejó recitando versos sobre la amargura de la separación.
Me apresuré a inclinarme deseándole la paz, y no bien me vio ella entrar, me sonrió devolviéndome mi zalema, y me dijo: ¡Bien venido seas, Ibn Al-Mansur! ¡Siéntate! ¡Tuya es la casa! Entonces le dije: ¡Aléjense de aquí todos los males, oh mi dueña! Pero ¿por qué te veo en traje de luto? Ella contestó: ¡Oh, no me interrogues, Ibn Al-Mansur! ¡Ha muerto la gentil! En el jardín pudiste ver la tumba donde duerme.
Cuando la madre de Juder vió entrar a éste, se levantó y lloró, deseándole la paz.
Y le besaron, lanzando gritos de alegría y deseándole la bienvenida.
Después le entregó la respuesta, regándola con lágrimas, y la confidente se conmovió tanto que también se echó a llorar, y por fin se retiró deseándole la paz del corazón.
Y la vieja, deseándole un buen éxito, volvió enseguida junto a su señora.
Y le ofreció magníficos presentes, deseándole prosperidades, así como hicieron todos los demás, Y en nombre de todos, dijo: ¡Oh chambelán venerable! esperamos que gracias a tu magnanimidad conservará cada uno de nosotros sus funciones en el nuevo reinado.
Y las madrinas, deseándole todas las felicidades, le hicieron las recomendaciones que hacen las madrinas la noche de bodas.
Y si por mandato del Destino te ocurriese alguna desgracia en tu vida, regresa al país de origen de tu padre, en donde nací yo, o sea El Cairo, la ciudad próspera, pregunta allí por tu tío el visir, que vive en nuestra casa, y salúdale de mi parte deseándole la paz, y dile que he muerto afligido por morir en el extranjero, lejos de él, y que antes de morir no tenía más deseo que verle.
La señora, a la que habia servido tantas veces, besábale las manos con devoción y le llamaba don Vicente, deseándole muchas felicidades después de sus misticas bodas con la Iglesia.

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