Ejemplos con desconfianza

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Su condición de señor creaba una misteriosa desconfianza en la gente rústica, que no podía explicarse su permanencia en el aislamiento de una torre.
Al abrirse aquél, volvió a combatirle, desbordada, la prensa de oposición, probó, sin gran dificultad, que semejante operación era el síntoma más evidente de la bancarrota que amenazaba, cundió la desconfianza, y del primer tirón bajó el papel diez por ciento.
Yo sé bien que las notas de desaliento y de dolor, que la absoluta sinceridad del pensamientovirtud todavía más grande que la esperanzaha podido hacer brotar de las torturas de vuestra meditación, en las tristes e inevitables citas de la Duda, no eran indicio de un estado de alma permanente ni significaron en ningún caso vuestra desconfianza respecto de la eterna virtualidad de la Vida.
Quien las posee no inspira desconfianza, aunque tarde en pagar la cuenta de la semana Los empleados de las fronteras se muestran galantes: no hay pasaporte más poderoso.
Su gesto obsequioso y sonriente contrastaba con su mirada fugitiva, una mirada de alarma y desconfianza.
¿Qué hacer sino casarse allí donde todo era calma y tedio, donde la soltería inspiraba desconfianza, donde la más insignificante aventurilla provocaba los furiosos ladridos del escándalo? Así es que dijo en voz alta:.
Carmen movió la cabeza con desconfianza, y en este instante el alcalde y el cura entraron trayendo del brazoa un joven alto, moreno, de barba y cabellos negros que realzaba entonces una gran palidez, y en cuya mirada, llena de tristeza, podía adivinarse la firmeza de un carácter altivo.
Y todo, poco a poco, para atender a las necesidades de la casa, fue saliendo de ella: hasta unas perlas margaritas que había llevado de América a Salamanca un tío, abuelo de doña Andrea, y un aguacate de esmeralda de la misma procedencia, que recibió de sus padres como regalo de matrimonio, hasta unas cucharas y vasos de plata que se estrenaron cuando se casó la madre de don Manuel, y este solía enseñar con orgullo a sus amigos americanos, para probar en sus horas de desconfianza de la libertad, cuánto más sólidos eran los tiempos, cosas y artífices de antaño.
Cada cual miraba con desconfianza al vecino, y todos decían lo mismo en sus conversaciones.
Pero nosotros, esas conversiones de última hora con vistas al matrimonio, las miramos con desconfianza: dan siempre malos resultados.
Cuando acabó de leer estaba pálido, y la vaga y temerosa mirada que arrojó en torno expresaba la desconfianza, el temor que hace creer a todo criminal, aun en medio de un desierto, que le miran y le acechan ojos escrutadores.
Procedía de aquí la prudente desconfianza y el hábil disimulo con que los villafriescos hablaban con todo forastero, mas esto no impedía que procurasen saber de él cuanto había que saber.
Me imaginé que Castro Pérez era uno de esos abogados viejos, peritísimos en cuestiones de Jurisprudencia, pero en lo demás unos ignorantes de tomo y lomo, un señorón de aldea, pagado de su fama y de su ciencia, de esos que suspiran por todo lo antiguo, y que siempre están mal dispuestos para todo lo nuevo, un fantasmón iracundo, gruñón, de esos que ven con desconfianza a los jóvenes, y que se complacen en censurar a todas horas la educación enciclopédica de estos tiempos, la cual, si bien no produce sabios a granel no cría fátuos, como tantos viejos que yo conocía, encastillados en su saber hipotético, muy vanidosos y engreídos con su ciencia, ciencia exígua y mezquina que les conquista en el pópulo vil admiradores y monaguillos de amén que aprueban cuanto dicen los Sócrates de aldea, así suelten éstos el mayor disparate.
Ahora, pobreza, desconfianza, menosprecio, olvido.
Recelos, malos modos, despótico trato, reprensiones inmotivadas, correcciones estúpidas, alardes de ciencia que tenían por objeto mantener un crédito cimentado en arena, y, sobre todo, esa desconfianza ofensiva, insultante, que hay en algunos ricos para con el desgraciado que les sirve y gana poco, de quien se teme todo lo malo, y a quien se puede ultrajar impunemente, pues se sabe que el ultrajado tendrá que callar, porque si habla y replica, y rechaza con noble energía la infame sospecha, se quedará sin el mendrugo diariamente ganado a costa de un trabajo penoso.
Recelo y desconfianza inútiles y que nunca me salvaron del egoísmo y de las arterías de amigos y extraños.
Aunque era partidario de las audacias financieras, siempre que pensaba en la posibilidad de poner en práctica sus entusiasmos surgían en él la prudencia y la desconfianza, los escrúpulos de la rutina comercial, como una herencia de raza.
Pero ¿dónde estaba el señor Cuadros? Insensiblemente se dejó arrastrar por un espíritu de desconfianza que acababa de despertarse en él, y dentro de su casa, por una precaución inexplicable, le hacía andar de puntillas como si fuese un ladrón.
No sólo no cambiaron las ideas, sino que conquistaron para sí adversarios antiguos: pero lo que la común desgracia había derrocado tenía que reconstruirlo la desconfianza común.
Este será periodo de vulgo, que vulgo es la desconfianza, erigida en sistema, y no otra cosa impele a los que están por diversos empujes combatidos.
La infeliz joven puso el nene a su lado, mostrando menos desconfianza, pero le rodeó con su brazo en ademán de protección.
Sin abandonar aquella actitud de desconfianza y miedo, Fortunata pareció alegrarse de ver a Guillermina, que la saludó con extremada amabilidad, demostrando un gran interés por ella y por su niño.
Era probado: Siempre que su marido estaba por las noches muy dado a la somnolencia espiritual, al día siguiente le entraba la desconfianza furibunda y la manía de que todos se conjuraban contra él.
¿Cómo no le has traído a la señorita la borrica?preguntó don Pedro, deteniéndose antes de montar, con un pie en el estribo y una mano asida a las crines de la yegua, y mirando al cazador con desconfianza.
Como sentimos de noche, sin verla, la niebla húmeda que nos penetra y envuelve, así sentía Julián la desconfianza, la malevolencia, la sospecha, la odiosidad que iba espesándose en torno suyo.
El cazador le aguardaba en Cebre, e hicieron la jornada juntos, Primitivo, por más señas, se mostró tan sumiso y respetuoso, que Julián, quien al revés que don Pedro poseía el don de errar en el conocimiento práctico de las gentes, guardando los aciertos para el terreno especulativo y abstracto, fue poco a poco desechando la desconfianza, y persuadiéndose de que ya no tenía el zorro intenciones de morder.
No lograba el marqués vencer la irritante atracción que le llevaba hacia Rita, y con todo, al crecer el imperio que ejercía en sus sentidos la prima mayor, se fortalecía también la especie de desconfianza instintiva que infunden al campesino las hembras ciudadanas, cuyo refinamiento y coquetería suele confundir con la depravación.
Sorprendióse el marqués y miró a su montero con desconfianza.
Citamos sus mismas palabras para hacer sentir la necesidad de leer con desconfianza lo que se ha divulgado hasta ahora sobre la topografia de estas provincias.
¿Puédese, por ventura, en un instante esperar y temer, o es bien hacello, siendo las causas del temor más ciertas? ¿Tengo, si el duro celo está delante, de cerrar estos ojos, si he de vello por mil heridas en el alma abiertas? ¿Quién no abrirá de par en par las puertas a la desconfianza, cuando mira descubierto el desdén, y las sospechas, ¡oh amarga conversión!, verdades hechas, y la limpia verdad vuelta en mentira? ¡Oh, en el reino de amor fieros tiranos celos, ponedme un hierro en estas manos! Dame, desdén, una torcida soga.

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