Ejemplos con desazona

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

A los toreros, a los cómicos y a los curas no les desazona la curiosidad ni les desconcierta la mirada fija, como habituados a ser foco de la atención en el ruedo, la escena y el púlpito.
¿Podré pintar su desconsuelo? Doña Teresa cavila y se desazona, ella estaba ya un poco tranquila, y ahora vuelve a sentirse angustiada.
A los amantes también les desazona esta bestia cruel, y por ella se han visto rotos los más dulces lazos y desconcertados los matrimonios más felices.
Lo que me desazona es el corto valer del don en sí o su ningún valer, si se atiende al de la persona a quien le dedico, por su talento y belleza tan general y justamente encomiada.
en fin, ¡qué canástoles! que hasta me desazona un poco.
Hoy, más que eso, me desazona su.
El silencio obstinado, el intempestivo cambio de Alfredo, me alarma, y me desazona por él.
olvido, cuando la memoria de la muerte toda la vida desazona.
Sé de un señor que cuando ve a la parienta camino de los baños, se desazona y le dice con fatigas:.
Cansose en balde la invención sublime de los conceptos, la sutileza en los discursos, la estudiosidad en la varia y selecta erudición, si después lo desazona todo un tosco desaliño.
Al contrario, un mal gusto todo lo desazona, y las mismas cosas excelentes por su perfección, las malogra por su mala disposición, y haylos tan exóticos, que siempre escogen lo peor, que parece que hacen estudio en el errar, el peor discurso guardan para la mejor ocasión, y en la mayor expectación salen con la mayor impertinencia, casándose siempre con su necedad.
-Y esa divergencia de gustos ¿no te desazona siquiera?.
Hay en el caso hasta señales de menosprecio y desdén hacia ella, y esto, esto solo, es lo que la desazona, en el estado de irritabilidad en que se halla por un capricho de su naturaleza.
A mí me desazona en extremo ver a un hombre, muy cubierta la cabeza con su cabellera, que a fuerza de gritos estropea los afectos que quiere exprimir, y rompe y desgarra los oídos del vulgo rudo, que sólo gusta de gesticulaciones insignificantes y de estrépito.
No se agita, ni se desazona, ni hace ruido, ni se mancha, y, sin embargo, todo lo gobierna pronto y bien.
Un ruido sordo y constante la desazona, y algo la pellizca la túnica, y la muerde las sandalias: son los roedores del presupuesto que se han comido hasta los clavos, y aún tienen hambre.

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