Ejemplos con desatentado

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

¡Así salió ello! En su vértigo desatentado, trocó todos los frenos, y viendo las cosas del revés, pidió que se abriera un canal en cada habitante de su provincia, y que se eximiera del pago de la contribución a todas las carreteras de aquel país, como era justo y , según pensaba demostrarlo.
Pero, aun así y todo, estoy convencida que mucho más desgraciada sería casándose en tales circunstancias, y que diría infinitas más veces: ¿por qué me habré casado? , de las que ha de decir: ¿por qué estorbaron que me casase? Con eso, mi conciencia se queda tranquila, y no tengo inconveniente en desbaratar ese desatentado casorio.
¡Cállategritó Miranda desatentado, cállate y no digas necedades!prosiguió con esa grosería conyugal de que no se eximen ni los hombres de buen tono.
No sería yo como el desatentado jugador, ni como el imbecil domador de bailarinas, ni tampoco como el sandio especulador, que pudiendo llevar una vida sosegada, lleva una vida de perros, con tal de doblar un capital que, después de doble, no puede retribuirle los afanes ni el tiempo que le ha costado doblarlo.
Don Carlos partió desatentado de Sevilla, y estuvo en la ciudad a poco.
El cura, desatentado y atónito, acudió con ambas manos a tentar la herida, y halló que la cuchilla había pasado, no por la carne y costillas de Basilio, sino por un cañón hueco de hierro que, lleno de sangre, en aquel lugar bien acomodado tenía, preparada la sangre, según después se supo, de modo que no se helase.
Por el fondo del valle corre, corre, corre, corre, como alma que lleva el diablo, el desatentado Cadagua, y al Norte y al Mediodía se alzan altísimas montañas, en cuyas faldas blanquean algunas caserías a la sombra de los castaños y los rebollos.
Recogió su vida entera en un solo minuto: la primera injusticia del colegio y el primer dolor de su juventud, la muerte misteriosa de su padre y la caída ignominiosa de Susana, el sacrificio de su novia y la actitud agresiva de aquel pueblo que celebraba con insolentes risotadas su deshonra -lo que él llamaba su deshonra-, y, ciego y desatentado, se lanzó sobre Espinosa blandiendo el cuchillo de monte, cuya limpia hoja relampagueó por modo siniestro en el espacio.
Celebraban las mujeres aquella fiesta y sacrificio arcano, nunca visto de los hombres en casa de César, y no podía ser admitido ningún varón, pero siendo todavía Clodio mocito, pues aun no tenía barba, esperó que podría quedar desconocido llegando con las mujeres hasta donde estaba Pompeya, mas habiendo entrado de noche en una casa grande, se perdió en los corredores, y habiéndole visto andar desatentado una sirvienta de Aurelia, madre de César, le preguntó su nombre.
Dirigiéronse en seguida al alcázar, con el objeto de quebrantar la cárcel y ayudarse con la muchedumbre de los presos, pero la guardia se les había anticipado, y la tenía bien defendida, de manera que, frustrado Cleómenes en este intento, corría desatentado por la ciudad, sin que se le reuniera nadie, y antes huyendo todos y mostrando el mayor temor, paróse, pues, y diciendo a sus amigos: “Nada tiene de extraño que sean mandados por mujeres unos hombres que rehúsan la libertad”, los exhortó a todos a morir de un modo digno de él y de sus anteriores hazañas.
«Tito, Tito desatentado y escandaloso -me dijo soltando la risa-, se permite dormir, pero no está permitido roncar en presencia de las Diosas inmortales.
Se levantó de repente desatentado, dejando su sombrero a la puerta del fraile, y con todas las señales de la demencia volvió para atrás deprisa sin saber adonde iba ni lo que había de hacer.
italiano, supuesto que, sin volver atrás la cara, cerró su ojo único y se precipitó desatentado.
cuerpo de mi escudero, salí por un postigo al campo, e inquieto y desatentado corrí por montes y.
rapidez y ademán desatentado que el tigre se pasea por su jaula.
blanco alquicel de un moro que salía desatentado.
en pie de un salto, y con voz atropellada y ademán desatentado me dijo: «Ismael, toma esta llave.
Álvaro guardó silencio y comenzó a pasearse por la estancia con ademán desatentado.
Desprendióse luego de los brazos de ésta, y corrió desatentado por el jardín, gritando entre desgarradores sollozos:.
Desatentado, loco, dando al olvido el universo entero, Pedro se dirigió al momento al puerto y se embarcó en un buque que una hora después debía darse a la vela para España.
Don Juan, loco, desatentado, vomitando improperios contra aquellas mujeres en particular y contra todas en general, corrió hacia la escuela como perro con maza, y dando un terrible portazo se encerró en ella.
- Hase de distinguir también entre lo detenido de un recatado y lo desatentado de un fácil, exageran unos, disminuyen otros, discierna, pues, el atento entendedor, que a tantos han condenado las credulidades como las incredulidades.
Ciego y desatentado salió tras él, viole encerrarse, en su cuarto con los recién llegados, a quienes tampoco conoció, y pareciéronle siglos los minutos que duró la secreta entrevista.
-¡Joseíto! -exclamó lleno de asombro, al ver a éste, pálido, desencajado, con el hirsuto cabello sobre la frente y en los ojos la expresión de un dolor infinito, sin fondo, sin fronteras, a Joseíto, que flaco, amarillento, habíase tenido que apoyarse un punto contra el quicio de la puerta, como para no caer desplomado, y el cual, de pronto, como si tras el primer momento de estupefacción que en él produjera el trágico espectáculo, hiciera el dolor reaccionar todas sus energías, avanzó impetuoso como un torbellino y, febril, desatentado, con algo aterrador en los ojos, se arrojó sobre la muerta, casi la sacó del ataúd, juntó su rostro al de la muerta querida, y un grito ronco, un a modo de alarido, brotó de su garganta, y momentos después caía de bruces, como desplomado, sobre el cuerpo de la amada compañera.
No le cabía en la estancia, al revolverse en ella nervioso y desatentado como fiera enjaulada, tumbaba sillas a puntapiés, y con el aire de sus faldones agitados, volaban los papeles sueltos de la mesa.
Además de los pormenores apuntados, que son los más característicos, diariamente, de la Guantería, deben consignarse también, como entremeses variables hasta lo infinito, algunos otros, verbigracia: el corredor que pide un fósforo y toma asiento durante dos minutos para respirar, el forastero que desea saber dónde se venden buenas langostas de mar o ron puro de Jamaica, el pollo desatentado o la doncella pizpireta que preguntan cuándo es, o por qué se ha suspendido el baile, el baile de campo, de cuya sociedad es el guantero administrador, más que administrador, el alma y la inteligencia, la varita mágica que allana las dificultades, reclutando socios, extendiendo circulares, invitando a forasteros, procurando orquesta y servidores, y transformando en un edén en breves días el ya, de suyo, bello jardín de la calle de Vargas, la oficiosa senora que indaga por quién tocan a paso, o de quién es el bautizo, o a quién han dado el Viático, el cartero mismo que quiere averiguar en qué calle y en qué casa vive la persona cuyo nombre, sin más señas, contiene el sobre de una carta recién llegada, ¡y qué sé yo cuánto más!, porque la Guantería es una agencia universal, y su dueño una guía de viajeros, un libro de empadronamientos, un registro de policía, en punto a datos y curiosidades locales.
Entonces, desatentado, arrójase a la papelera, y se encarama en ella, delante de Balzac, porque detrás no cabe, cual si buscara el sagrado del arte y del ingenio por refugio.
A la vera del último con los de esta serie, con ellos en el centro de un reducido anfiteatro de cerros pelados en sus cimas, se veían surgir, reborbollando, los copiosos manantiales del famoso río que, después de formar breve remanso, como para orientarse en el terreno y adquirir alientos entre los taludes de su propia cuna, escapaban de allí a todo correr, a escondidas de la luz, siempre que podían, como todo el que obra mal, para salir pronto de su tierra nativa, llevando el beneficio de sus aguas a extraños campos y desconocidas gentes y pagando, al fin de su desatentado curso, el tributo de todo su caudal a quien no se le debe en buen derecho.
A la vera del último de los de esta serie de ellos, en el centro de un reducido anfiteatro de cerros pelados en sus cimas, se veían surgir reborbollando los copiosos manantiales del famoso río que, después de formar breve remanso como para orientarse en el terreno y adquirir alientos entre los taludes de su propia cuna, escapa de allí, a todo correr, a escondidas de la luz siempre que puede, como todo el que obra mal, para salir pronto de su tierra nativa, llevar el beneficio de sus aguas a extraños campos y desconocidas gentes, y pagar al fin de su desatentado curso el tributo de todo su caudal a quien no se le debe en buen derecho.
La misma necesidad del triunfo le hará a usted desatentado y débil en el ataque.

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