Ejemplos con desarrugando

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Cogió Teresa el chiquillo, que no la extrañó, antes bien, se dejó zarandear por ella frente a los pájaros, desarrugando el tierno ceño, y con sus manos gordezuelas quería tocar las jaulas en que sus amiguitos trinaban desaforadamente.
Montjuich, desarrugando el ceño torvo y conteniendo el resoplido ardiente, mira compasivo a su esposa, y una vez aplicados los palos que su decoro de marido exigía, parece que examina y cuenta los cardenales que le ha hecho, y le recomienda que se los cure pronto para que luzca en toda su hermosura.
Fructuoso desarrugando el ceño-, a la autoridad augusta del Soberano, y ocupémonos en lo que es de nuestra humilde incumbencia.
A media noche termino ésta, mi buen D. Serafín, con la noticia de que ha cesado el fuego. Montjuich, desarrugando el ceño torvo y conteniendo el resoplido ardiente, mira compasivo a su esposa, y una vez aplicados los palos que su decoro de marido exigía, parece que examina y cuenta los cardenales que le ha hecho, y le recomienda que se los cure pronto para que luzca en toda su hermosura. «Ráscate un poco y ponte unas compresas, que eso no es nada -le dice-. De tant que t' estimo t' punyego». Es opinión general que mañana entrará Van-Halen en Barcelona, y que terminado el imperio de jamancios y patuleos, volverán las cosas a su antiguo ser y estado, con los quebrantos y rencores que son infalible secuela de estos sacudimientos. En Esplugas, adonde fui al anochecer con los cleriguitos que se dignan acompañarme, he adquirido noticias del próximo desenlace de la tragedia. Espartero cree haber cumplido con su deber, como jefe del Ejército y del Estado, y su conciencia no le acusa de crueldad, antes bien, estima que se ha mantenido en la justa medida del rigor que las circunstancias hacían indispensable. No me lo ha dicho Su Alteza, pues no he tenido el honor de hablarle, pero conozco su pensamiento por referencias del coronel D. Felipe Navascués, amigo, según me ha dicho, y que desde esta noche lo será mío. Usted, que le conoce, comprenderá la prontitud campechana con que se ha manifestado en los dos la corriente de simpatía, y cuán de mi agrado es, singularmente, el carácter abierto y leal de este noble hijo de Navarra. No hacía un cuarto de hora que nos habíamos ofrecido amistad, y ya me brindaba su cooperación para cualquier barrabasada que yo le propusiera, añadiendo que mayor sería su gusto cuanto más atrevido y extravagante fuese lo que juntos acometiéramos. No es fácil que usted me entienda, ni ha llegado la ocasión de que yo le hable con más claridad. Por mi conducto, mi flamante amigote Navascués le manda a usted sus recuerdos con toda la ruidosa vehemencia y toda la incorrección que gastar suele.
-Y todo ha concluido de un modo satisfactorio -dijo el marqués, desarrugando el ceño y acariciando con sus gruesos dedos los cabellos de su hija, que no decía palabra ni abría los ojos-.
La señora Pepa había ido desarrugando el entrecejo a medida que hablaba su marido: si realmente el hasta entonces para ella desconocido tenía lo que la gente aseguraba, tampoco era cosa de ponerlo en la corriente de la calle, y mucho menos si de aquel modo y por mediación de él se conseguía arrancar a la muchacha de la querencia del hijo del señor Juan.

© Todos los derechos reservados Buscapalabra.com

Ariiba