Ejemplos con denodados

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

A pesar de los denodados esfuerzos de la inexperta marinería española, en la que se incluye Gabriel, la batalla se pierde.
Los pantanos de Cotentin fueron acondicionados en el siglo XVI gracias a los denodados trabajos de saneamiento dirigidos por el mariscal de Bellefonds.
Por fin se anuncia la aparición de los denodados sportsmen al caer la tarde.
En realidad no era un trozo de papel: era el ave de Nunca Jamás, que hacía esfuerzos denodados por llegar hasta Peter en su nido.
-En todas las profesiones, artes y oficios -concluye siempre el solariego-, cabe lo que más debe ambicionar un padre para su hijo: que sea hombre de bien, y estos niños tienen ya mucho adelantado para serlo como el que más, el no necesitar ocuparse en el modo de adquirir el pan de cada día, tarea peligrosa en la cual se tuercen, al rigor de la necesidad, muchas conciencias de suyo rectas y delicadas, y desmayan no pocos espíritus denodados.
Un silencio el más profundo reina en los concurrentes: píntase en los semblantes la agitación y el temor: las damas no tremolan sus cintas, bandas, ni pañuelos, los caballeros contemplan atónitos aquel combate singular, y hasta el pueblo se estremece al ver los recios y denodados golpes que se descargan los dos encarnizados combatientes.
Cuzco se cubrían de enemigos denodados, que destrozaban también a sus enemigos, cuando Luque con.
Pizarro y los suyos denodados arrollaban a sus enemigos, y.
El valiente capitán Manuel Ojeda quedó encargado del mando de la ciudad con cien veteranos soldados que la guarnecían, y oficiales subalternos, dependientes de sus órdenes, mandarían los destacamentos que se extendieran por Tumbez y San Mateo, para tener protegida la retaguardia, facilitar los desembarcos, y asegurar las comunicaciones con las colonias y la Metrópoli, y así los denodados.
Si en fer la nemiga fueron bien denodados,.
Y aun se dice que para una batalla ante Dirraquio exhortó Pompeyo a las tropas, y quiso que cada uno de los generales les dirigiese la palabra para inflamarlos, ejecutado así, los soldados los escucharon en silencio y sin hacer el menor movimiento, pero hablándoles Catón después de todos de los objetos propios del momento, según lo que acerca de ellos enseña la filosofía, de la libertad y la virtud, de la muerte y de la gloria, mostrándose interiormente conmovido, y habiendo vuelto al concluir su discurso a la invocación de los dioses, como que se hallaban presentes y eran testigos de aquel combate, levantóse tal gritería y fue tan grande la conmoción del ejército, que todos los caudillos, llenos de las mayores esperanzas, corrieron denodados al peligro.
Me ha parecido oportuno empezar por estas advertencias cuando voy a escribir las vidas de Pelópidas y Marcelo, varones eminentes, pero que perecieron por inconsideración, pues con ser ambos muy denodados en el pelear, ornamento uno y otro de su patria por sus brillantes mandos, y opuestos a los más terribles contendores, siendo éste, según se dice, el primero que quebrantó a Aníbal, y habiendo aquel vencido en batalla campal a los Lacedemonios que dominaban en tierra y en mar, expusieron su vida con temerario arrojo por no haber tenido de sí mismos la debida cuenta, precisamente en el momento en que más necesidad había de su conservación y de su mando, que es por lo que, llevados de esta semejanza, hemos puesto en cotejo las vidas de ambos.
Encerrado allí Aníbal, Fabio, que tenía conocimiento de los caminos, le tomó los pasos, y para cortarle la salida apostó cuatro mil infantes, y colocando en buena posición sobre las alturas el resto de sus tropas, con los más ligeros y más denodados dio alcance a la retaguardia de los enemigos, y desordenó todo su ejército, matándoles unos ochocientos hombres.
Sí, amigos míos y denodados solterones, soy de los vuestros, creo cuanto creéis y detesto cuanto detestáis, el matrimonio es un presidio para el hombre, un presidio completo, pues que le esclaviza y le infama.
De todas maneras, yo no puedo menos de felicitar una y mil veces a los gigantes políticos, a esos denodados patriotas que, en nombre del pudor y de la dignidad nacional, arrojan del Trono a una señora que «lo deshonraba con sus liviandades» y se apresuran a sustituirla con.
Vamos, ilustres y denodados patricios, menos modestia, basta de abnegación, no más desvelos, y venga.
Que contra la Gloriosa fueron tan denodados.

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