Ejemplos con delectación

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Aún cuando canta, cuando palabreya sus textos, se advierte una delectación en su pronunciación y ya no digamos en la letra misma de sus canciones.
Y ellas han permitido ampliamente situar las características de su pintura fauve, pero de un fauvismo en ningún caso estridente ni arbitrario de color, sino exquisitamente equilibrado y ponderado, con verdadera voluptuosidad en la pasta de color y con acordes muy templados, con auténtica delectación para con el arabesco, lo que le vendrá de su devoción hacia Gauguin.
¡Divina, divina!murmuró el marino, casi en un soliloquio, y devoraba con delectación el rubor de la muchacha y su emoción profunda.
Detúvose ante algunas ventanas convertidas en escaparates, examinando los géneros expuestos con la misma delectación que había contemplado en otra época las lujosas vitrinas de los bulevares o del.
A la vista salta que la naturaleza y la realidad no son en el sistema de Zola y sus discípulos más que un par de testaferros, tras de los cuales se oculta un romanticismo enfermizo, caduco y de mala ley, donde, por sibaritismo de estilo, se rehuye la expresión natural, que suele ser noble, y se persigue con pésima delectación y artificio visible la expresión más violenta y torcida, por imaginar los autores que tiene.
Oyó con delectación melancólica las preces mortuorias, los rezos entonados en plena y pastosa voz por los sacerdotes.
Las manos del guerrero se perdieron con delectación en los finos bullones de las telas, apreciando su blanda frescura.
Al volver hacia su casa le acompañaba igualmente el recuerdo de la tierra americana, pensando con delectación en que las dos habrían atropellado la dignidad profesional de la cocinera francesa, preparando una , una o un puchero a estilo criollo.
Otras lo aceptaba, con la delectación de un placer nuevo.
Sentía la fresca delectación y la flojedad de piernas de la odalisca que sale de su encierro.
Todas las extravagancias del escalafón social alemán, que discurre incesantemente títulos nuevos para satisfacer la sed de honores de un pueblo dividido en castas, eran enumeradas con delectación por la antigua romántica.
, volvió a decir, pero esta vez, amaestrados por el ejemplo, contestaron los pasajeros en masa con un alborozo discordante, y el tercer fue un cacareo general, repitiendo muchos con delectación la palabra, por lo mismo que ignoraban su significado.
Y trepó por la escalera, sin importarle esta vez la delectación que proporcionaba a una gran parte del público con el divino espectáculo de sus faldas recogidas.
Y para amostrar su incredulidad de negocianta de amor sorda a todos los gestos, palabras y juramentos de los parroquianos, repetía con delectación la frase criolla, final obligado de todos sus discursos: ¡A mí con la piolita!.
Reían las mujeres con maliciosa delectación al contemplar en tal facha a los mismos señores que se pavoneaban en el paseo o en el comedor con estiramiento ceremonioso.
Ni marido pobre de mujer acaudalada, ni yerno de suegra intolerante, ni protegido por rico vanidoso, se vieron nunca tan privados de libertad como el mísero don Quintín a partir de aquel día en que doña Frasquita se enteró del devaneo que su esposo traía entre manos, porque la aventura con Mariquita, que para él fue simple pecado de pensamiento, semejante a la delectación morosa que dicen los teólogos, a la vieja le pareció adulterio consumado.
-Santo y bueno -dije yo entonces creyendo poner una pica en Flandes-, para la vida contemplativa, para la de pura delectación estética, pero no se trata de eso, amigo mío, sino de la realidad prosaica de la vida social y, digámoslo así, de todos los días.
Pero el caso de Lita ¡era tan diferente de los otros casos! Por de pronto, yo encontraba a su lado una complacencia, una delectación muy extraña y enteramente nueva para mí.
Sacó luego de un cajón de su escritorio la fotografía iluminada y con morosa delectación se puso a contemplarla.
Otro, gordo y rechoncho, condenado a perpetua corbata blanca, doceañista, furibundo y que frisa en los sesenta, está recostado en un diván, con notoria delectación, se llama don Tadeo.
Solita, que no ignora el motivo de las flamantes destemplanzas del ama de llaves, sufre las que le alcanzan a ella, hasta con delectación, pues tan grande como el tormento de la derrota en tales lides, es la satisfacción del vencimiento.
Y si se habla de un ahogado en el baño, o de un infeliz cosido a puñaladas en una callejuela, o de un desgraciado mordido por un perro rabioso, dícense, con cierta delectación, pensando en el antipático:.
Pero nosotros no teníamos ya ojos, ni tranquilidad, ni tiempo para contemplar con la delectación que se merece aquella extensa y radiante perspectiva, sino para darle, cuando más, un rápido y solemne adiós, para saludar en ella el último asomo del mundo que íbamos a dejar, para despedirnos de los horizontes conocidos, y ver de llamar luego nuestro espíritu a sí propio, a fin de entrar con el debido recogimiento en el horizonte inexplorado, en la tierra misteriosa, en la región de aquellos sueños y curiosidades que enumeré al comienzo de este libro.
Su hija, de menos edad que Álvaro, era lo que se llama vulgarmente una muchacha muy bonita, es decir, una joven de intachables pormenores plásticos, pero cuyos ojos, sonrisas y ademanes no dicen todo lo que un aprensivo lee con delectación en la mujer ajena, y le asusta en la propia.
-¡Vaya si lo es, caramba! -exclamó Nisco, con una delectación indescriptible.
Antonio durante todo el camino había contemplado el paisaje con delectación infinita: todo aquello le recordaba sus años juveniles y le recordaba a Dolores, a aquella hembra por complacer a la cual abandonara un día ya muy remoto la patria.
Pero la tachaban, con pesadumbre los unos y con visible delectación las otras, de descorazonada y mordaz, y creo que tampoco estaban en lo justo los hombres ni las mujeres que tal afirmaban.
Su marido la escuchaba sin pestañear, pero no con aquella delectación extática de otras veces: parecía más atento que a saborear las sales del relato, a estudiar el efecto de ellas, por debajo de la visera de su gorra, en la cara de Irene.
Así es que ella, sin reprimirse, con el más libre desahogo y hasta con cierta delectación, lanzaba suspiros traidores y retumbantes, y cada vez que lanzaba uno, decía sonriendo:.
la sombra, delectación morosa que traes ante mí el.

© Todos los derechos reservados Buscapalabra.com

Ariiba