Ejemplos con dejaste

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Graba en nuestro corazón la noble Ley Scout, como tu grabaste toda palabra meditándola en tu corazón, y te dejaste llevar por el Espíritu Santo a obedecer el Misterio y encarnarlo en tu seno.
Este tipo de festejo ha venido a menos en años recientes y ya no es usual que la gente pida prestado con la esperanza de que el prestador no recuerde la fecha y se le pueda hacer mofa con la muy popular frase: Inocente palomita que te dejaste engañar o su versión ampliada: Inocente palomita que te dejaste engañar, sabiendo que en este día nada se puede prestar o Inocente palomita que te dejaste engañar, hoy día de los inocentes te dejaste engañar.
También es recordada por ser una de las grandes cantantes que se encuentran dentro los clásicos vallenatos por canciones como Me dejaste sin nada, todo daría por tí, no me crees, etc.
Como si Salvador hubiera querido preguntarle únicamente: ¿qué tal dejaste a la novia?.
Y ahora, Maestro y Padre, escucha: el niño aquel que en la emigración te siguió febril, enamorado de tu bondad y tu talento, el niño aquel que por serlo, no te acompañó en la hora de tu muerte, se ha hecho hombre y te es fiel, y de las semillas de amor que tú le dejaste caer en el pecho, esto es el fruto.
Tu cuarto, Sagrariodijo al fin Gabriel con dulzura, está lo mismo que lo dejaste.
¡Tonto!gritó Lilí, dándole una palmada, si los dejaste abajo.
¿Le dejaste solo? ¿Tocó el álbum?.
Acisclo? ¿Tú misma, habiendo vivido en Madrid hasta la edad de catorce años, no dejaste allí alguna amiga? ¿No dejaste allí a nadie que se interesara por ti?.
Sí, el fue traidor y fementido, y tú dejaste de ser lo otro.
Me dejaste a sangre fría, con una perfidia inconcebible Ahora ¡tú lo has querido! Nada puede haber entre nosotros.
¿Te acuerdas de cómo me dejaste abandonada en Santurroriaga?.
¡Pobre de mí! ¿Cuánto dinero me dejaste al marcharte de Santurroriaga?.
-¿Y tú dejaste a ese saltimbanquis, o él te echó de su casa?.
Pero, a trueco que no digas que en la primera cosa que me mandaste dejaste de ser obedecida, yo perderé del derecho que debo a ser quien soy, y satisfaré tu deseo y el de Halima fingidamente, como dices, si es que se ha de granjear con esto el bien de verte, y así, finge tú las respuestas a tu gusto, que desde aquí las firma y confirma mi fingida voluntad.
—Jamas pensé ni pude imaginar, hermosa Leonisa, que cosa que me pidieras trujera consigo imposible de cumplirla, pero la que me pides me ha desengañado: ¿es por ventura la voluntad tan lijera que se pueda mover y llevar donde quisieren llevarla? ¿ó estarle ha bien al varon honrado y verdadero fingir en cosas de tanto peso? Si a tí te parece que alguna destas cosas se debe o puede hacer, haz lo que mas gustares, pues eres señora de mi voluntad, mas ya sé que tambien me engañas en esto, pues jamas la has conocido, y así no sabes lo que has de hacer della, pero a trueco que no digas que en la primera cosa que me mandaste dejaste de ser obedecida, yo perderé del derecho que debo a ser quien soy, y satisfaré tu deseo y el de Halima fingidamente como dices, si es que se ha de granjear con esto el bien de verte, y así finge tú las respuestas a tu gusto, que desde aquí las firma y confirma mi fingida voluntad: y en pago desto que por tí hago, que es lo mas que a mi parecer podré hacer aunque de nuevo te dé el alma que tantas veces te he dado, te ruego que brevemente me digas cómo escapaste de las manos de los cosarios, y cómo veniste a las del judío que te vendió.
Mira, Ricote, eso no debió estar en su mano, porque las llevó Juan Tiopieyo, el hermano de tu mujer, y, como debe de ser fino moro, fuese a lo más bien parado, y séte decir otra cosa: que creo que vas en balde a buscar lo que dejaste encerrado, porque tuvimos nuevas que habían quitado a tu cuñado y tu mujer muchas perlas y mucho dinero en oro que llevaban por registrar.
, del chico que te dejaste.
¡ahora le temes! ¿Por qué no le temiste antes? ¿Por qué te dejaste seducir por él?.
-Por algo que te dejaste decir entonces -continuó Nieves con voz bastante insegura, pero con bien hecha resolución-, y otras señales que yo conocía desde mucho tiempo atrás, sospeché que entre mi tía Lucrecia y tú había.
sólo que, verás, me estuve en el banco en que tú me dejaste en la Glorieta, lee que te lee hecha una tonta, y me bajé después muy despacio hasta el Miradorio.
¡Tú, tú qué has de jacer na malo nunca! ¿Cuándo ha sío malo tener un serrallo en ca esquina? Eso no es malo, pero ya estoy jartica de aguantarte carros y carretas y carretones, y lo único que quiero ya es que cojas el portante y te vayas y te pudras con tu nueva abanderaíta, pero otra vez ten más cudiaíto cuando te den un retrato y no te lo dejes orviao, y toma el que te dejaste ayer, que güele mal, que me tiene apestá la casa y he tenío que gastarme una fortuna en romero.
Pero tú, por la educación que recibiste de niño, acaso comenzaste la lucha con dudas y remordimientos, yo tomé el punto donde tú le dejaste, y con fe en la solidez del cimiento, levantéme hasta donde ahora me hallo, como pájaro con sus alas, sin vértigos ni vacilaciones.
La nueva línea de fronteras de la provincia de Córdoba no está ya donde tú la dejaste cuando pasaste para San Luis, en donde tuviste la fortuna de conocer aquel tipo que te decía un día en el Morro: -¡Yo no deseo, señor don Santiago, visitar la Europa por conocer el Cristal Palais ni el Buckingham Palace, ni las Tullerías, ni el London Tunnel, sino por ver ese Septentrión, ¡ese Septentrión!.
¡Lo has tomado y lo dejaste escapar!.

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