Ejemplos con dejará

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Alterar el sistema de archivos en esos dispositivos puede no ser una buena idea: el dispositivo dejará de funcionar, probablemente.
A consecuencia de ello, Terry Chambers dejará la banda, al reducirse notablemente sus ingresos.
Novela es, aunque sencilla, y llámese así o de otro modo, no dejará de ser un libro excelente.
La procesión andará por dentro, se repudrirá, dejará escapar una que otra pulla, pero, en general, se comprime.
Recuerde que he aceptado su convite con la condición de que me dejará en paz.
Acompáñeme un poco, hablaremos, y luego me dejará usted Tal vez nos separemos más amigos que antes.
¡Oh, el Carnaval de Sarrió! ¡Quién en la provincia septentrional, donde estos sucesos se efectúan, dejará de tener recuerdos vivos y gratos de él!.
Las tijeras al cortar , las agujas al coser ¡le decían tantas cosas graciosas de lo futuro! Unas veces le decían: ¿Quién te verá, Cecilia, ir a misa los domingos del brazo de tu marido? El te llevará el devocionario, te dejará ir al altar de Nuestra Señora de los Dolores y se colocará detrás entre los hombres.
¿Se dejará robar? ¡Pues ya lo creo! Lo que es por ella, en cuanto le guiñes el ojo Si te quiere, hombre, te quiere lo mismo que el primer día en que la engañaste.
Dice que con la herencia que él le dejará, para nada necesita la carrera, quiere hacer de él un hombre a la moda, y quién sabe si tendrá pensado casarle por lo menos con la princesa de Asturias.
Creo que no nos dejará mal, porque en el fondo es un buenazo.
Y si no le conoces, con decir: voy a ver a Plácido te dejará pasar.
Diego, yo lo soy, la madre ya no vive, basta saber que fué tan principal, que pudiera yo ser su criado, y porque como se encubre su nombre, no se encubra su fama, ni se culpe lo que en ella parece manifiesto error y culpa conocida, se ha de saber que la madre desta prenda, siendo viuda de un gran caballero, se retiró a una aldea suya, y allí con recato y con honestidad grandísima pasaba con sus criados y vasallos una vida sosegada y quieta: ordenó la suerte que un dia, yendo yo a caza por el término de su lugar, quise visitarla, y era la hora de siesta: cuando llegué a su alcázar, que así se puede llamar su gran casa, dejé el caballo a un criado mio, subí sin topar a nadie hasta el mismo aposento donde ella estaba durmiendo la siesta sobre un estrado negro: era por estremo hermosa, y el silencio, la soledad, la ocasion, despertaron en mí un deseo mas atrevido que honesto, y sin ponerme a hacer discretos discursos, cerré tras mí la puerta, y llegándome a ella, la desperté, y teniéndola asida fuertemente, le dije: vuesa merced, señora mia, no grite, que las voces que diere serán pregoneras de su deshonra: nadie me ha visto entrar en este aposento, que mi suerte, porque la tengo bonísima en gozaros, ha llovido sueño en todos vuestros criados, y cuando ellos acudan a vuestras voces, no podrán mas que quitarme la vida: y esto ha de ser en vuestros mismos brazos, y no por mi muerte dejará de quedar en opinion vuestra fama.
Hase de pedir en Cortes que todos los vasallos de su Majestad, desde la edad de catorce a sesenta años, sean obligados a ayunar una vez en el mes a pan y agua, y esto ha de ser el dia que se escogiere y señalare, y que todo el gasto que en otros condumios de fruta, carne y pescado, vino, huevos y legumbres, se han de gastar aquel dia, se reduzga a dinero, y se dé a su Majestad sin defraudalle un ardite, so cargo de juramento, y con esto en veinte años queda libre de socaliñas y desempeñado, porque si se hace la cuenta, como yo la tengo hecha, bien hay en España mas de tres millones de personas de la dicha edad, fuera de los enfermos, mas viejos o mas muchachos, y ninguno destos dejará de gastar, y esto contado al menorete, cada dia real y medio, y yo quiero que sea no mas de un real, que no puede ser ménos, aunque coma alholvas.
Antonio, que en parte estais y en poder de quien no os dejará hacer el menor agravio del mundo.
—¡Oh pecador de mí! replicó el sevillano, armóles el conde zancadilla, y cogiólos debajo de su jurisdicion, que eran soldados, y por contrabando se aprovechó dellos, sin que la audiencia se los pudiese quitar: sábete, amigo, que tiene un Bercebú en el cuerpo este conde de Puñonrostro, que nos mete los dedos de su puño en el alma: barrida está Sevilla y diez leguas a la redonda de jácaros: no para ladron en sus contornos: todos le temen como al fuego, aunque ya se suena que dejará presto el cargo de asistente, porque no tiene condicion para verse a cada paso en dímes ni dirétes con los señores de la audiencia.
Cuando se hubiera casado esa señora con algún paje suyo, o con otro criado de su casa, como han hecho otras muchas, según he oído decir, fuera el daño sin remedio, pero el haberse casado con un caballero tan gentilhombre y tan entendido como aquí nos le han pintado, en verdad en verdad que, aunque fue necedad, no fue tan grande como se piensa, porque, según las reglas de mi señor, que está presente y no me dejará mentir, así como se hacen de los hombres letrados los obispos, se pueden hacer de los caballeros, y más si son andantes, los reyes y los emperadores.
Pues a fe que no tenéis razón, que dueñas hay en mi casa que pueden ser ejemplo de dueñas, que aquí está mi doña Rodríguez, que no me dejará decir otra cosa.
¡Voto a tal! respondieron, y por el nacimiento de quien vuesa merced quisiere, juro, señor don Quijote de la Mancha, que yo soy su escudero Sancho Panza, y que nunca me he muerto en todos los días de mi vida, sino que, habiendo dejado mi gobierno por cosas y causas que es menester más espacio para decirlas, anoche caí en esta sima donde yago, el rucio conmigo, que no me dejará mentir, pues, por más señas, está aquí conmigo.
Pues lo que quiero decir dijo Sancho es tan verdad, que mi señor don Quijote, que está presente, no me dejará mentir.
Y, en lo que toca a la consolación de Sancho Panza, mi escudero, yo confío de su bondad y buen proceder que no me dejará en buena ni en mala suerte, porque, cuando no suceda, por la suya o por mi corta ventura, el poderle yo dar la ínsula, o otra cosa equivalente que le tengo prometida, por lo menos su salario no podrá perderse, que en mi testamento, que ya está hecho, dejo declarado lo que se le ha de dar, no conforme a sus muchos y buenos servicios, sino a la posibilidad mía.
Esta figura que vuesa merced en mí ha visto, por ser tan nueva y tan fuera de las que comúnmente se usan, no me maravillaría yo de que le hubiese maravillado, pero dejará vuesa merced de estarlo cuando le diga, como le digo, que soy caballero.
Para prueba de lo cual ya sabes, ¡oh Sancho!, por experiencia que no te dejará mentir ni engañar, cuán fácil sea a los encantadores mudar unos rostros en otros, haciendo de lo hermoso feo y de lo feo hermoso, pues no ha dos días que viste por tus mismos ojos la hermosura y gallardía de la sin par Dulcinea en toda su entereza y natural conformidad, y yo la vi en la fealdad y bajeza de una zafia labradora, con cataratas en los ojos y con mal olor en la boca, y más, que el perverso encantador que se atrevió a hacer una transformación tan mala no es mucho que haya hecho la de Sansón Carrasco y la de tu compadre, por quitarme la gloria del vencimiento de las manos.
Con todo eso dijo el cura, por esta vez no le habéis de llevar, ni aun él dejará llevarse, a lo que yo entiendo.
Señores, así esta albarda es mía como la muerte que debo a Dios, y así la conozco como si la hubiera parido, y ahí está mi asno en el establo, que no me dejará mentir, si no, pruébensela, y si no le viniere pintiparada, yo quedaré por infame.
Y, volviéndose a Zoraida, teniéndole yo y otro cristiano de entrambos brazos asido, porque algún desatino no hiciese, le dijo: ¡Oh infame moza y mal aconsejada muchacha! ¿Adónde vas, ciega y desatinada, en poder destos perros, naturales enemigos nuestros? ¡Maldita sea la hora en que yo te engendré, y malditos sean los regalos y deleites en que te he criado! Pero, viendo yo que llevaba término de no acabar tan presto, di priesa a ponelle en tierra, y desde allí, a voces, prosiguió en sus maldiciones y lamentos, rogando a Mahoma rogase a Alá que nos destruyese, confundiese y acabase, y cuando, por habernos hecho a la vela, no podimos oír sus palabras, vimos sus obras, que eran arrancarse las barbas, mesarse los cabellos y arrastrarse por el suelo, mas una vez esforzó la voz de tal manera que podimos entender que decía: ¡Vuelve, amada hija, vuelve a tierra, que todo te lo perdono, entrega a esos hombres ese dinero, que ya es suyo, y vuelve a consolar a este triste padre tuyo, que en esta desierta arena dejará la vida, si tú le dejas! Todo lo cual escuchaba Zoraida, y todo lo sentía y lloraba, y no supo decirle ni respondelle palabra, sino: Plega a Alá, padre mío, que Lela Marién, que ha sido la causa de que yo sea cristiana, ella te consuele en tu tristeza.
¿No es mejor replicó Zoraida, esperar a que vengan bajeles de España, y irte con ellos, que no con los de Francia, que no son vuestros amigos? No respondí yo, aunque si como hay nuevas que viene ya un bajel de España, es verdad, todavía yo le aguardaré, puesto que es más cierto el partirme mañana, porque el deseo que tengo de verme en mi tierra, y con las personas que bien quiero, es tanto que no me dejará esperar otra comodidad, si se tarda, por mejor que sea.
Lléguese, pues, a todo esto, el día y la hora de recebir el grado de su ejercicio, lléguese un día de batalla, que allí le pondrán la borla en la cabeza, hecha de hilas, para curarle algún balazo, que quizá le habrá pasado las sienes, o le dejará estropeado de brazo o pierna.
Y Dios dijo: Por ésta dejará el hombre a su padre y madre, y serán dos en una carne misma.
La diferencia que hay entre esos dos locos es que el que lo es por fuerza lo será siempre, y el que lo es de grado lo dejará de ser cuando quisiere.

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