Ejemplos con dejándose

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

la Nación Argentina reconoce al Club de Pescadores como Monumento Histórico Nacional, dejándose así consolidada su permanencia definitiva en la ribera del Río de la Plata.
Ganar terreno a lo largo del buque enemigo hasta que se pueda meter el botalón por entre su palo mayor y dejándose caer sobre el viento de repente, quedarse abordado en largo.
La gente se desplaza de Cuadrilla en Cuadrilla, al son de la música y dejándose llevar por las ganas de pasarlo bien.
Se trataba de un par de enfermos mentales que, por alguna razón del destino, quedaron abandonados a su suerte, y que conviven en una casa, tratando de trabajar y dejándose llevar por sus alucinaciones y pensamientos fantásticos.
Odia toda suerte de tiranías, y por lo mismo, no dejándose imponer de sus braceros y empleados, después de regatearles cuarto a cuarto sus jornales, les paga lo convenido.
Levantose Lucía con automática rigidez, pasó al lado opuesto del departamento, y dejándose caer de golpe, tornó a cubrir el semblante con el fino pañuelo, y se oyeron otra vez sus sollozos y el anhelar de su seno juvenil.
Los pedazos de palo, los botes vacíos de conservas que brillaban bajo el sol, los manojos de algas, una gaviota con las alas recogidas dejándose mecer por la ola, hacían pensar en el periscopio del submarino asomando a flor de agua.
Ella no contestaba, abandonándose en el brazo que el capitán había pasado por su talle, dejándose arrastrar como si estuviese medio desvanecida, entornando los ojos y ofreciendo su boca.
Todos ellos le habían acompañado durante muchos años, dejándose ver en las transparencias abiertas por la proa de su buque.
El duque de Tornos siguió visitando de vez en cuando la casa de don Rosendo y dejándose acompañar por éste y sus amigos siempre que salía a la calle.
Su gran torso de atleta, se movía convulsivamente sobre el lecho, incorporándose unas veces, otras dejándose caer, mientras las manos temblorosas y crispadas se ocupaban instintivamente en tirar de la ropa, que a impulso de sus bruscas sacudidas se le marchaba.
No come, está tristón, pasa el día sentado, dejándose cuidar por su mujer y su hija como si fuese un niño.
Entraron por una puerta lateral, y mientras Goicochea marchaba hacia el altar mayor, dejándose caer de rodillas ante la Virgen con devoción compungida, Aresti paseó por el templo, examinándolo.
Si por un prodigio del cielo era Byron aquel hombre, había vuelto sin dudas al mundo dejándose en Nottingham su genio y su cojera, y trayéndose tan sólo la hermosura de sus veinticinco años y los vicios de toda su vida.
Aceptólas Jacobo gozosísimo, creyendo ya con esto conjurado el peligro, y gastóse alegremente en excursiones por Italia todo su dinero, dejándose en la ruleta de Mónaco hasta el último céntimo del que había sacado al tío Frasquito.
Ella recibió el golpe encogiéndose, retrocediendo, oscilando, dejándose caer en una silla, sin voz, sin pulso, sin alientos, sin lágrimas, meneando la cabeza y agitando los labios como una idiota, llevándose ambas manos al corazón, donde sentía algo que se le moría de pronto, cierta cosa helada y terrible como debe de ser la muerte.
¿Qué sabían ellas lo que era morir? Tan sólo lo comprendían en el Teatro Real, dejándose caer poco a poco en la poltrona de Violeta Valery, cantando al compás de la orquesta y en los brazos de Alfredo: !.
Hasta doña Manolita, dejándose llevar del entusiasmo de su marido, o bien compartiéndole, no había pensado más que en las elecciones.
don Acisclodijo Pepe Güeto, dejándose arrebatar del entusiasmo.
Cuanto se había hecho en su ausencia le parecía mal, dejándose decir que ni tan siquiera para una obra de caridad podía salir de casa, pues en cuanto volvía la espalda, era todo un desbarajuste.
Dejándose llevar de sus propios pasos, se encontró sin saber cómo en el centro de la Puerta del Sol.
Dejándose llevar de su insensato recelo, interrogó a la criada, tratando de averiguar por ella.
Cuando su tía tomó respiro dejándose caer sofocada en la silla próxima a la mesa, Maximiliano rompió a hablar a su vez, pero no era aquello razonar, era como si cogiera su corazón y lo volcara sobre la cama, lo mismo que había volcado la hucha después de cascarla.
Tienes razóndijo Santa Cruz dejándose caer a plomo sobre la silla.
Tan graves sucesos y acusadoras especies despertaron aquella mañana de su tranquilo sueño al noble y valeroso Venegas, el cual, no diremos que sin encomendarse a Dios ni al diablo, pero sí que dejándose llevar más de sus generosos arranques que de miedo a la vil calumnia, corrió a la casa incendiada, arengó a algunos albañiles, metióse entre el humo y el fuego, trepó al piso principal por una escalera de mano, llegó al despacho de D.
Manuel exhaló un hondo suspiro, como despertando de un espantoso sueño, y, dejándose caer en los brazos de la anciana, tartamudeó con infinita dulzura:.
Cuando dejó a la señora y a Rosario en coloquio con el viajero, llegóse a él, y dejándose morder con la mayor complacencia el dedo índice, le dijo:.
Dirás tú ahora, hijo, si es que acaso me entiendes, que ¿quién me hizo a mi teóloga? y aun quizá entre tí: ¡cuerpo de tal con la puta vieja! ¿por qué no deja de ser bruja, pues sabe tanto, y se vuelve a Dios, pues sabe que está mas pronto a perdonar pecados, que a permitirlos? Á esto te respondo como si me lo preguntaras, que la costumbre del vicio se vuelve en naturaleza, y este de ser brujas se convierte en sangre y carne, y en medio de su ardor, que es mucho, trae un frio que pone el alma tal, que la resfría y entorpece aun en la fe, de donde nace un olvido de sí misma, y ni se acuerda de los temores con que Dios la amenaza, ni de la gloria con que la convida, y en efeto, como es pecado de carne y de deleites, es fuerza que amortigüe todos los sentidos, y los embelese y absorte, sin dejarlos usar sus oficios como deben, y así quedando el alma inútil, floja y desmazalada, no puede levantar la consideracion siquiera a tener algun buen pensamiento, y así dejándose estar sumida en la profunda sima de su miseria, no quiere alzar la mano a la de Dios, que se la está dando por sola su misericordia, para que se levante: yo tengo una destas almas que te he pintado, todo lo veo y todo lo entiendo, y como el deleite me tiene echados grillos a la voluntad, siempre he sido y seré mala.
Finalmente, Sancho se quedó dormido al pie de un alcornoque, y don Quijote dormitando al de una robusta encina, pero, poco espacio de tiempo había pasado, cuando le despertó un ruido que sintió a sus espaldas, y, levantándose con sobresalto, se puso a mirar y a escuchar de dónde el ruido procedía, y vio que eran dos hombres a caballo, y que el uno, dejándose derribar de la silla, dijo al otro:.
Fuera de que Cide Mahamate Benengeli fue historiador muy curioso y muy puntual en todas las cosas, y échase bien de ver, pues las que quedan referidas, con ser tan mínimas y tan rateras, no las quiso pasar en silencio, de donde podrán tomar ejemplo los historiadores graves, que nos cuentan las acciones tan corta y sucintamente que apenas nos llegan a los labios, dejándose en el tintero, ya por descuido, por malicia o ignorancia, lo más sustancial de la obra.

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