Ejemplos con decoro

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Ahora bien: la idea, el concepto de ciudad aparece cuando el hombre comprende que por encima del capricho impulsivo de su arbitrio personal están la utilidad y el decoro colectivos, el propósito común de prosperidad, cultura y deleite, en los cuales participan por obligación y derecho cuantos en la ciudad conviven.
El primer deber de los decentes y bien nacidos es atender al decoro de su persona.
Sí, ya sé todo lo que va a decirme, el decoro de la familia, la necesidad de sostener el buen nombre, la conveniencia de colocar bien a las niñas.
Ante todo, el decoro de la familia y no caer en el ridículo.
No, no está su envidiable superioridad en los respetos sociales, ni en la estimación pública, que, aunque aparente y mentida, es poderoso elemento de felicidad, porque hace que todos les guarden consideraciones y respetos, ni está en la tranquilidad de una vida sin afanes,que también los tiene el rico, y grandes y terribles,sino en la noble entereza que les da el dinero para rechazar los ultrajes, para no pedir a nadie favores ni indulgencia con mengua del propio decoro.
En medio del desconcierto de sus sentidos, tuvo conciencia del estado en que le habían puesto, y el decoro le sugirió la idea de la fuga.
El barroquismo sin gracia de nuestras parroquias, los canceles llenos de mugre, las capillas cubiertas de horribles escayolas empolvadas y todo lo demás que constituye la vulgaridad indecorosa de los templos madrileños, no tiene que echar nada en cara a las cursilerías de esta novísima monumentalidad, también armada en yesos deleznables y con derroche de oro y pinturas al temple, pero que al menos despide olor de aseo, y tiene el decoro de los sitios en que anda mucho la santidad de la escoba, del agua y el jabón.
Pero a Fortunata la ganó de súbito el decoro, y tuvo un rechazo de honor y dignidad.
Yo no puedo admitir ¿Y el decoro de los hombres? ¡Yo he profesado toda mi vida!.
¿Ves, chulita, cómo de este modo estamos en el Paraíso? Así se consiguen dos cosas, la tranquilidad dentro, el decoro fuera.
No transijo, pues, con nada que sea apropiarse lo ajeno, ni con mentiras que dañan al honor del prójimo, ni con nada que sea vil y cobarde, tampoco transijo con menospreciar la disciplina militar: en esto soy muy severo, pero en todo aquello que se relaciona con el amor, la dignidad consiste en guardar el decoro porque no me entra ni me ha entrado nunca en la cabeza que sea pecado, ni delito, ni siquiera falta, ningún hecho derivado del amor verdadero.
Verdad que por el decoro debido a la sociedad, hago que me espanto, y digo: ¡Qué barbaridad, hombre, qué barbaridad!.
Evaristo volvió a su tema: Lo primero que has de tener presente es que siempre, siempre, en todo caso y momento, hay que guardar el decoro.
Y en un caso extremo, quiero decir, si te ves en el disparadero de faltar, guardas el decoro, y habrás hecho el menor mal posible El decoro, la corrección, la decencia, este es el secreto, compañera.
Si yo tuviera tiempo ahora, te contaría infinitos casos de pecadillos cometidos con una reserva absoluta, sin el menor escándalo, sin la menor ofensa del decoro que todos nos debemos Te pasmarías.
Yo creo que no nos darás ningún disgusto, y que has de mirar por el decoro de la familia lo mismo que miro yo.
No se dio por vencida la orgullosa viuda del alabardero, y volvió a la carga dos o tres veces en esta forma: Si el pobre Maxi estuviera bueno, él te arreglara como cumple a todo hombre que se estima, pero no lo está, y tengo que tomar yo a mi cargo el decoro de la familia.
Pero si esta pena la estimulaba a transigir una vez más, su decoro y más aún su amor propio se sublevaban airados contra aquella infame, que traía al hogar doméstico hijos que no eran de su marido.
Lo primero que tienes que hacer es sostener el , quiero decir la paz del matrimonio, respetar a tu marido y no consentir que pierda su dignidad de tal Dirás que es difícil, pero ahí está el talento, compañera Hay que discurrir, y sobre todo, penetrarse bien del propio decoro para saber mirar por el ajeno Lo segundo.
El pensar que tal vez estaría a la sazón la señora de Rubín jugando una gran trastada al decoro de la familia, la mortificaba, sí, pero no tanto como el ver que no la consultaba ni le pedía consejo sobre aquello desconocido y oscuro que sin duda le ocurría.

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