Ejemplos con declarado

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Estos tiempos no eran para los caballeros, les habían declarado la guerra, se cometían toda clase de injusticias para mantenerlos relegados.
Por mi parte, si usted me lo permite, le designaré como señor Eurípides, me sabe a repúblicaentró a decir don Celedonio de Obeso, ateo declarado y republicano agresivo, en el fondo, un pedazo de pan, un zoquete.
En el fondo de su declarado espíritu de rivalidad hacia Europa hay un menosprecio que es ingenuo, y hay la profunda convicción de que ellos están destinados a obscurecer en breve plazo su superioridad espiritual y su gloria, cumpliéndose una vez más en las evoluciones de la civilización humana la dura ley de los misterios antiguos en que el iniciado daba muerte al iniciador.
La guerra aún no se había declarado: la diplomacia negociaba.
¡Si la guerra se hubiese declarado ya entre ellos y ustedes! ¡Si nos hiciesen prisioneros!.
Después de mascullar las buenas tardes se fué a sentar en el rincón de costumbre, perseguido por las miradas burlonas de las costureras, a quienes por ésta y otras razones, tenía declarado odio eterno.
Entre estos dos grupos principales que ocupaban ambas cabeceras sentábanse el resto de los convidados: la señora de López Moreno, que redondeaba a la sazón su inmensa fortuna prestando al veinte por ciento, la marquesa de Valdivieso, que no atestiguaba ya sus sentencias con la autoridad de Paco Vélez, sino con la de Fermín Doblado, la condesa de Balzano, divorciada de su marido y en pleito con sus hijos, el duque de Bringas, declarado pródigo por los tribunales a instancias de su esposa, don Casimiro Pantojas, buscando siempre el de algún verbo griego, dos diputados novatos, cándidos provincianos todavía, a que la ilustre condesa, de acuerdo con el excelentísimo Martínez, tendía el anzuelo de sus banquetes para pescarlos en la oposición futura, el espiritual Pedro López, que pagaba su cubierto todos los viernes con algunas columnas de de prosa , y el marqués de Sabadell, que al notar las siete bajas habidas en el número de convidados, dirigía a Currita miradas impacientes, que hacían en la comprimida cólera de esta el efecto que el viento hace en el fuego, y parecían demostrar en ambos el pesar de ver frustrado en parte algún plan que proyectaban.
¿Y por qué no me lo ha declarado? ¿Tan tímidos son en el día los caballeros cortesanos que no se atreven a declararse ellos mismos?.
En suma, dado el modo de ser de doña Luz, y después de declarado de ambas partes el amor, no había trámite, ni coloquio tierno a solas, ni dilación que valiera.
No así con otros, había declarado la guerra a las palomas y a las gallinas, se entretenía en atormentar los insectos que caían en sus manos, y de ellas no escapaban con vida ni mayales ni mariposas.
El doctor, viéndole siempre callado, contemplando a su madre con estúpida adoración, había declarado que el niño era tan bruto como su padre, y cuando más, podría servir para el comercio.
El profesor dice que soy demasiado aturdida, y me ha declarado incapaz.
Ya no había tía, ni hermanos, ni familia, ni nada, y quien quiera que se le atravesase en su camino era declarado enemigo.
Con gran serenidad, Juan Pablo, oficiando de maestro de filosofía, dijo lo siguiente: Mira, el dogma de la ha sido declarado cursi por todos los sabios de la época, congregados en un concilio ecuménico, que acaba de celebrarse en Basilea.
Y entonces Barbacana ¿por qué se ha declarado a favor del señorito?.
Manuel, demudado por cuarenta y ocho horas de constante martirio, febril, delirante, enloquecido por la carta de Soledad, miraba a ésta con la terrible audacia de siempre, y tambien con una especie de amorosa ufanía y declarado triunfo que pregonaban la deshonra de Antonio Arregui, llenando de asombro a la concurrencia.
En todas las poblaciones subalternas de Europa, y especialmente en las estacionarias y vetustas como aquella Ciudad, hay casi siempre, desde los comienzos de nuestro alborotado siglo, un organista que sueña con eclipsar a Rossini, un coplero que sueña con eclipsar a lord Byron, o un albéitar, lector de periódicos, que sueña con eclipsar a Marat, un jóven, en fin, pálido y tétrico, que huye de la gente, y pasea solo por los desiertos campos, foco de pensamiento y de bílis, hígado con piés y sombrero, declarado enemigo de cuanto ve en torno suyo, y cónsul moral de todo , cuya febril imaginacion sigue los pasos a las celebridades contemporáneas más de su agrado, como el astrónomo sigue la marcha de los planetas que nunca ha de visitar y que ruedan indiferentes por el cielo, sin sospechar la existencia de los observatorios.
,—comenzaron a decir al corrido mancebo los mismos que se habian declarado sus fiadores.
Otros seis dias estuvo en la cama, y en todos ellos venia el médico a visitarla, pero no porque ella le hubiese declarado de qué procedia su mal, y las medicinas que le ordenaba, nunca las puso en ejecucion, porque solo pretendió engañar a sus criados con la visita del médico.
Ya en esto habia Halima declarado su intento a Mahamut y a Ricardo, y ellos estaban en ponerlo por obra al pasar de las cruces de Alejandría, o al entrar de los castillos de la Natolia, pero fué tanta la priesa que el cadí les daba, que se ofrecieron de hacerlo en la primera comodidad que se les ofreciese, y un dia, al cabo de seis que navegaban y que ya le parecia al cadí que bastaba el fingimiento de la enfermedad de Leonisa, importunó a sus esclavos que otro dia concluyesen con Halima, y la arrojasen al mar amortajada, diciendo ser la cautiva del Gran Señor.
Avino pues que un dia la señora Halima vió a su esclavo Mario, y tan visto y tan mirado fué, que se le quedó grabado en el corazon y fijo en la memoria: y quizá poco contenta de los abrazos flojos de su anciano marido, con facilidad dió lugar a un mal deseo, y con la misma dió cuenta dél a Leonisa, a quien ya queria mucho por su agradable condicion y proceder discreto, y tratábala con mucho respeto, por ser prenda del Gran Señor: díjole cómo el cadí habia traido a casa un cautivo cristiano de tan gentil donaire y parecer, que a sus ojos no habia visto mas lindo hombre en toda su vida, y que decian que era chilibí, que quiere decir caballero, y de la misma tierra de Mahamut su renegado, y que no sabia cómo darle a entender su voluntad, sin que el cristiano la tuviese en poco por habérsela declarado: preguntóle Leonisa cómo se llamaba el cautivo, y díjole Halima que se llamaba Mario, a lo cual replicó Leonisa:.
—Tú dices, Alí, que quieres esta cristiana para el Gran Señor, y Hazan dice lo mismo: tú alegas que por ser el primero en ofrecer el precio, ha de ser tuya: Hazan te lo contradice, y aunque él no sabe fundar su razon, yo hallo que tiene la misma que tú tienes, y es la intencion que sin duda debió de nacer a un mismo tiempo que la tuya, en querer comprar la esclava para el mismo efeto, solo le llevaste tú la ventaja en haberte declarado primero, y esto no ha de ser parte para que de todo en todo quede defraudado su buen deseo, y así me parece será bien concertaros en esta forma: que la esclava sea de entrambos, y pues el uso della ha de quedar a la voluntad del Gran Señor, para quien se compró, a él toca disponer della, y en tanto pagarás tú, Hazan, dos mil doblas, y Alí otras dos mil, y quédese la cautiva en poder mio para que en nombre de entrambos yo la envíe a Constantinopla, porque no quede sin algun premio, siquiera por haberme hallado presente: y así me ofrezco de enviarla a mi costa, con la autoridad y decencia que se debe a quien se envía, escribiendo al Gran Señor todo lo que aquí ha pasado, y la voluntad que los dos habeis mostrado a su servicio.
El codicioso judío respondió que cuatro mil doblas, que vienen a ser dos mil escudos, mas apénas hubo declarado el precio, cuando Alí bajá dijo que él los daba por ella, y que fuese luego a contar el dinero a su tienda: empero Hazan bajá, que estaba de parecer de no dejarla, aunque aventurase en ello la vida, dijo:.
Temíase no hubiese tratado sus amores con alguna indecencia, que redundase en menoscabo y perjuicio de la honestidad de su señora Dulcinea del Toboso, deseaba que hubiese declarado su fidelidad y el decoro que siempre la había guardado, menospreciando reinas, emperatrices y doncellas de todas calidades, teniendo a raya los ímpetus de los naturales movimientos, y así, envuelto y revuelto en estas y otras muchas imaginaciones, le hallaron Sancho y Carrasco, a quien don Quijote recibió con mucha cortesía.
Y, en lo que toca a la consolación de Sancho Panza, mi escudero, yo confío de su bondad y buen proceder que no me dejará en buena ni en mala suerte, porque, cuando no suceda, por la suya o por mi corta ventura, el poderle yo dar la ínsula, o otra cosa equivalente que le tengo prometida, por lo menos su salario no podrá perderse, que en mi testamento, que ya está hecho, dejo declarado lo que se le ha de dar, no conforme a sus muchos y buenos servicios, sino a la posibilidad mía.
Porque, presupuesto que Luscinda no puede casarse con don Fernando, por ser mía, ni don Fernando con ella, por ser vuestro, y haberlo ella tan manifiestamente declarado, bien podemos esperar que el cielo nos restituya lo que es nuestro, pues está todavía en ser, y no se ha enajenado ni deshecho.
Y dice más Cide Hamete: que hasta diez o doce días duró esta maravillosa máquina, pero que, divulgándose por la ciudad que don Antonio tenía en su casa una cabeza encantada, que a cuantos le preguntaban respondía, temiendo no llegase a los oídos de las despiertas centinelas de nuestra Fe, habiendo declarado el caso a los señores inquisidores, le mandaron que lo deshiciese y no pasase más adelante, porque el vulgo ignorante no se escandalizase, pero en la opinión de don Quijote y de Sancho Panza, la cabeza quedó por encantada y por respondona, más a satisfación de don Quijote que de Sancho.
He declarado dudas, sentenciado pleitos, siempre muerto de hambre, por haberlo querido así el doctor Pedro Recio, natural de Tirteafuera, médico insulano y gobernadoresco.
puesto sobre un caballo de madera, pareció encima de la sepultura de la reina el gigante Malambruno, primo cormano de Maguncia, que junto con ser cruel era encantador, el cual con sus artes, en venganza de la muerte de su cormana, y por castigo del atrevimiento de don Clavijo, y por despecho de la demasía de Antonomasia, los dejó encantados sobre la mesma sepultura: a ella, convertida en una jimia de bronce, y a él, en un espantoso cocodrilo de un metal no conocido, y entre los dos está un padrón, asimismo de metal, y en él escritas en lengua siríaca unas letras que, habiéndose declarado en la candayesca, y ahora en la castellana, encierran esta sentencia: No cobrarán su primera forma estos dos atrevidos amantes hasta que el valeroso manchego venga conmigo a las manos en singular batalla, que para solo su gran valor guardan los hados esta nunca vista aventura.
¡Por Dios dijo Sancho, que vuesa merced me ha sacado de una gran duda, y que me la ha declarado por lindos términos! ¡Cuerpo de mí! ¿Tan encubierta estaba la causa de mi dolor que ha sido menester decirme que me duele todo todo aquello que alcanzó el palo? Si me dolieran los tobillos, aún pudiera ser que se anduviera adivinando el porqué me dolían, pero dolerme lo que me molieron no es mucho adivinar.

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