Ejemplos con das

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Haz tantas poesías como se te antoje, pero por escrito, luego me las das para que yo las lea en secreto.
¿Si pensarás, si pensarás tú que me la das con tus lagoterías? Anda, déjame en paz te llevo porque es preciso, preciso, si no ¿quién te aguanta en invierno? Pero a ver cómo somos formales, formales o te quemo esos moños malditos al fin nunca vas sino hecha una cursi, una cursi.
¡Das con el pie a la felicidad! es decir, a la felicidad no, pero al menos a su sombra, y sombra tan hermosa al fin.
Ahora veremos qué cuenta das de las joyas de la Virgen ¡ladrón!.
Tú misma no te das cuenta de ello, no sabes explicártelo, pero tu ser corresponde al mío como los cuerpos químicos de que te hablaba.
Mira que si no me los das no tendrás flores en tu mesa ¡flores puestas por mí!.
¿Y aquí qué te hase falta? Tienes papusa buena y segura, trabajas poco, vas vestido como un siñor Nelet, no seas bruto y a ver si das gusto a las siñoras.
¿Cuándo es la boda? ¿Cuándo nos das el gran día?.
¿No te sientes feliz cuando haces algo bueno, cuando socorres a un necesitado, cuando enjugas una lágrima o das una palabra de consuelo? Pues yo sí, y tú también, tú también, porque eres bueno.
Me das lástima, ¡da lástima que vayas a servir en casa ajena! Yo siempre le pedí a Dios que te librara de eso pero, ya lo ves, ¡no hay remedio! El dispone otra cosa.
Mira que te estrello, si das en hacer funciones de comediale dijo con aquellas formas exquisitas que usaba.
Dios, ¡qué desesperación! Si me infundes la idea de la justicia, idea lógica, perfectamente lógica, ¿por qué no me das los medios para hacerla efectiva? Verle expirar revolcándose en su sangre, no tenerle ninguna lástima ¡Que no vea yo esto, Dios! ¡Que no lo vea el mundo entero porque el mundo entero se había de regocijar!.
¿Qué me das, querida mía, si te lo averiguo? Al decir esto, Aurora abandonó todo trabajo y se puso delante de su amiga en la actitud más complaciente.
Cuando das el golpe mortal lo dices, ¿verdad? Y ahora ante los hechos palpables, evidentes, ¿qué tenéis que decir?.
No creas, me vendría bien que esto matara, porque así me iba pronto de este mundo, que maldita la gracia que tiene, con las jaquecas que me das y lo mucho que nos haces sufrir.
Das de comer al señorito Nicolás y al señorito Maxi, pero este vendrá mucho más tarde que su hermano.
Si me las das, yo las mandaré aserrar.
Nada, en cuanto yo me descuido, ya no das pie con bola.
Estoy asombrada de la vuelta que le das a tus caprichos, y de lo bien que te las compones para hacer pasar por protección desinteresada lo que en realidad es amor que tenías o tienes a esa maldita.
Chiquilla, ¿me das la mano del almirez? Esta bota tiene un clavo tremendo, pero tremendo, que me ha dejado cojo.
¡Qué memoria tienes! Pues pasó tiempo, y al año de casados, un día, de repente, plaf entras tú en mi cuarto y me das una carta.
¿Qué pensabas tú ofrecerle? ¿Diez mil reales? Pues me los das, y si lo saco por menos, la diferencia es para mi obra.
Mientras su mujer comía, ni un momento dejó de importunarla: Tú no comes, tú estás desganada, a ti te pasa algo, tú disimulas algo A mí no me la das tú.
Te prevengo que seré muy celosa si me das motivo para serlo, pero celos retrospectivos no tendré nunca.
Fue padrino del crío el gordo Arnaiz, quien dijo a Barbarita: A mí no me la das tú.
¿Adónde estás, soberbio Alifanfuón? Vente a mí, que un caballero solo soy, que desea, de solo a solo, probar tus fuerzas y quitarte la vida, en pena de la que das al valeroso Pentapolín Garamanta.
Mira, Sancho respondió don Quijote: si el consejo que me das de que me case es porque sea luego rey, en matando al gigante, y tenga cómodo para hacerte mercedes y darte lo prometido, hágote saber que sin casarme podré cumplir tu deseo muy fácilmente, porque yo sacaré de adahala, antes de entrar en la batalla, que, saliendo vencedor della, ya que no me case, me han de dar una parte del reino, para que la pueda dar a quien yo quisiere, y, en dándomela, ¿a quién quieres tú que la dé sino a ti?.
Yo escribí esto, mira a quién lo das a leer: no te fíes de ningún moro, porque son todos marfuces.
¡Que todavía das, Sancho dijo don Quijote, en decir, en pensar, en creer y en porfiar que mi señora Dulcinea ahechaba trigo, siendo eso un menester y ejercicio que va desviado de todo lo que hacen y deben hacer las personas principales que están constituidas y guardadas para otros ejercicios y entretenimientos, que muestran a tiro de ballesta su principalidad.
¡Oh Quiteria, que has venido a ser piadosa a tiempo cuando tu piedad ha de servir de cuchillo que me acabe de quitar la vida, pues ya no tengo fuerzas para llevar la gloria que me das en escogerme por tuyo, ni para suspender el dolor que tan apriesa me va cubriendo los ojos con la espantosa sombra de la muerte! Lo que te suplico es, ¡oh fatal estrella mía!, que la mano que me pides y quieres darme no sea por cumplimiento, ni para engañarme de nuevo, sino que confieses y digas que, sin hacer fuerza a tu voluntad, me la entregas y me la das como a tu legítimo esposo, pues no es razón que en un trance como éste me engañes, ni uses de fingimientos con quien tantas verdades ha tratado contigo.

© Todos los derechos reservados Buscapalabra.com

Ariiba