Ejemplos con dada

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Vivía Pilar con su padre y con una tía paterna, ni uno ni otro se resolvieron acompañarla, el padre, magistrado jubilado, por no dejar la Bolsa, donde a la chita callando realizaba sus jugaditas modestas y felices, la tía, viuda y muy dada a la devoción, por horror de los jolgorios que sin duda le preparaba su sobrina como método curativo.
Los vencidos, seguros de la palabra dada por el vencedor, protestan escandalizados, y si no se sublevan es por la intervención del alfaquí Abu-Walid, que confía en que el rey cumplirá sus compromisos.
Alegro y bulliciosa, muy dada a fiestas y saraos, encanto de toda buena sociedad, a los veinte años se tornó silenciosa, reservada, melancólica.
Era muy dada a los libros, pero sólo leía cuando se lo permitían sus quehaceres.
Cierto que sospechaba, pero la noticia, dada así con tales detalles, como el pelo negro, el número de la casa, era un jicarazo tremendo.
Y no estuvo muy feliz Juan Pablo, en la elección de aquel día para hacer a doña Lupe la proposición de empréstito, pues encontró a la capitalista dada a todos los demonios.
Quiso la dama hablarle, y no pudo decir una palabra, pues con todo su talento y práctica del mundo no acertaba con la clave de las ideas que ante aquel hombre, dada la situación de él, debía desarrollar.
Ya está hecha la sumaria, requeridos los testigos, celebrada la vista, dada la sentencia.
Quiso saber la reina primero por qué le pedia con tanto ahinco aquella suspension, que tan derechamente iba contra la palabra que tenia dada a Ricaredo, pero no se la quiso dar la camarera hasta que le hubo otorgado que haria lo que le pedia: tanto deseo tenia la reina de saber la causa de aquella demanda.
Cuando volvió estaba ya la niña dada a criar por mi órden con nombre de mi sobrina, en una aldea dos leguas de aquí: en el bautismo se le puso por nombre Costanza, que así lo dejó ordenado su madre, la cual contenta de lo que yo habia hecho, al tiempo de despedirse me dió una cadena de oro que hasta ahora tengo, de la cual quitó seis trozos, los cuales dijo que traeria la persona que por la niña viniese: tambien cortó un blanco pergamino a vueltas y a ondas, a la traza y manera como cuando se enclavijan las manos, y en los dedos se escribe alguna cosa, que estando enclavijados los dedos se puede leer, y despues de apartadas las manos queda dividida la razon, porque se dividen las letras, que en volviendo a enclavijar los dedos se juntan y corresponden de manera que se pueden leer continuadamente: digo que el un pergamino sirve de alma del otro, y encajados se leerán, y divididos no es posible, si no es adivinando la mitad del pergamino, y casi toda la cadena quedó en mi poder, y todo lo tengo, esperando el contraseño hasta ahora, puesto que ella me dijo que dentro de dos años enviaria por su hija, encargándome que la criase no como quien ella era, sino del modo que se suele criar una labradora.
Que considerase que, no acaso, como parecía, sino con particular providencia del cielo, se habían todos juntado en lugar donde menos ninguno pensaba, y que advirtiese dijo el cura que sola la muerte podía apartar a Luscinda de Cardenio, y, aunque los dividiesen filos de alguna espada, ellos tendrían por felicísima su muerte, y que en los lazos inremediables era suma cordura, forzándose y venciéndose a sí mismo, mostrar un generoso pecho, permitiendo que por sola su voluntad los dos gozasen el bien que el cielo ya les había concedido, que pusiese los ojos ansimesmo en la beldad de Dorotea, y vería que pocas o ninguna se le podían igualar, cuanto más hacerle ventaja, y que juntase a su hermosura su humildad y el estremo del amor que le tenía, y, sobre todo, advirtiese que si se preciaba de caballero y de cristiano, que no podía hacer otra cosa que cumplille la palabra dada, y que, cumpliéndosela, cumpliría con Dios y satisfaría a las gentes discretas, las cuales saben y conocen que es prerrogativa de la hermosura, aunque esté en sujeto humilde, como se acompañe con la honestidad, poder levantarse e igualarse a cualquiera alteza, sin nota de menoscabo del que la levanta e iguala a sí mismo, y, cuando se cumplen las fuertes leyes del gusto, como en ello no intervenga pecado, no debe de ser culpado el que las sigue.
El hijo de Pedro de Lobo se ha ordenado de grados y corona, con intención de hacerse clérigo, súpolo Minguilla, la nieta de Mingo Silvato, y hale puesto demanda de que la tiene dada palabra de casamiento, malas lenguas quieren decir que ha estado encinta dél, pero él lo niega a pies juntillas.

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