Ejemplos con débil

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

El corro ,- con voz débil ,- cantar entonadamente ,- la canción.
Las tomé, agradecido, y le dí una al borriquillo débil, como dulce consuelo, otra a Platero, como premio áureo.
De pronto, Blanca huyó, como un débil rayo, a los brazos de la madre.
Entre tanta negrura, una niña, con voz débil, hilo de cristal acuoso en la sombra, canta entonadamente, cual una princesa:
¡Aquí está!respondió desde el corral una voz débil y enronquecida.
He dicho que todo esto era débil, pero sólo en comparación con otras bellezas más altas.
Lo más débil de es, a mi juicio, la historia de Inés, del seminarista y del indiano.
Nada hay débil, enteco ni afeminado: recorriendo tales páginas, se respira un soplo de barbarie que , que templa los nervios y vigoriza la sangre.
No es esto dádiva de amor, no, ni siquiera premio a su santidad y virtud, sino muestra débil del agradecimiento con que usted me ha obligado, por haberme persuadido a guardar mi virtud y servido de guía en el áspero sendero del bien.
Estas últimas, de naturaleza linfática y débil.
La aparición de una mujercilla débil y pálida pareció animar con una ráfaga de penosos recuerdos a toda la familia.
El cielo, impregnado aún de la débil luz del crepúsculo, tenía un tono dulce de violeta, brillaban las estrellas, y en la inmensa huerta sonaban los mil ruidos de la vida campestre antes de extinguirse con la llegada de la noche.
Estaba solo, en medio de la vega, completamente desarmado, su escopeta, falta de cartuchos, no era ya mas que una débil maza.
Y el pobre hombre, que consideraba el no pagar como la mayor de las deshonras, volvía a sus faenas cada vez más débil, más extenuado, sintiendo en su interior el lento desplome de su energía, convencido de que no podía prolongar esta lucha, pero indignado ante la posibilidad tan sólo de abandonar un palmo de las tierras de sus ascendientes.
Pero su espíritu de mujer honrada y enferma sabía sobreponerse a esta impresión, y continuaba adelante con cierta altivez vanidosa, con un orgullo de hembra casta, consolándose al ver que ella, débil y agobiada por la miseria, aún era superior a otras.
Junto a las corrientes de agua, en el centro del cauce y en las riberas que la humedad había cubierto de una débil capa de césped, trotaban las manadas de potros sin domar, al aire la luenga crin, arrastrando la cola por el suelo.
Las pulmonías y las fiebres perniciosas son terribles en Villaverde, pocos ancianos las resisten, y mi pobre madrina, achacosa, débil, extenuada por largos padecimientos, tendría que sucumbir.
Está usted nerviosa y por eso se siente usted tan débil.
¡Bueno bueno!dijo con mucha dificultad, y con voz tan débil, que apenas la oíamos.
Nunca la vi más pálida ni más débil, apenas oíamos lo que decía, la parálisis era casi completa.
¡Vanos propósitos! ¡Empeño inútil! Me refugiaba yo en el recuerdo de Angelina, como en un puerto salvador, me repetía una y mil veces cuanto ella me había dicho, sus palabras más tiernas, sus frases más doloridas, las expresiones que más hondamente habían penetrado en mi corazón, y cuando me creía victorioso y alardeaba de haber triunfado en mí mismo, la voz de Gabriela, el eco de su piano, el ruido de su falda, el aroma de sus vestidos, cualquiera cosa suya me hacía estremecer, y me sentía débil como un niño, impotente para resistir una mirada, la más indiferente, de sus ojos azules.
Pero yo veo las cosas de otra manera: Carmen no puede durar mucho, eso no es vivir, y de día en día la veo más débil y caída.
Se animó al verme, y cuando me acerqué para abrazarla me miró tristemente, y con voz muy débil, tan débil que apenas la oímos, me dijo:.
La voz de la anciana iba siendo más débil cada día, y a la menor emoción se le apagaba hasta hacerse imperceptible.
Era su voz tan débil que apenas la oíamos.
Ardían los cinco faroles, pero con luz tan débil y escatimada, que apenas dejaban ver los árboles, la fuente y el barandal.
Cuando tía Carmen estaba muy débil me costaba trabajo entenderla.
Después no volvieron hormigueos ni vértigos, pero sobrevinieron convulsiones, muy fuertes en el brazo izquierdo, el cual, pasado el acceso, quedaba débil y entorpecido.
A su débil luz se escurrían envueltos en sus capas los vagabundos, los rondadores, los jugadores.

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