Ejemplos con cutres

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Comparado con la música popular de Japón de entonces, y sus letras cutres, era extraño y como de otro mundo.
A partir de ahí los temas mákina cantados comenzaron a ser mucho más numerosos de lo habitual y las melodías fueron cada vez más cutres e infantiles.
EL escenario y los medios eran un poco cutres pero, tras solucionar algunos problemas técnicos, Temerarios del Rap apareció y brindó un concierto que dejó a los presentes boquiabiertos.
Pues explíquelo quien pueda: un día en que oí arrastrar por el lodo del desprecio a las Cutres, sin darme cuenta del porqué, me puse a defenderlas, y, sostuve, ante el escandalizado auditorio, que sin duda una avaricia tan exaltada e incomprensible, ejercida en igual grado por tres mujeres, debía de tener alguna razón oculta, obedecer a un secreto de la vida, de esos que no se pueden explicar a la multitud, y que justifican los hechos ante la conciencia.
¡Las Cutres habían salvado, a costa de la propia, la honra de su madre! Aquellas tres mujeres feas y sacrificadas ya en vida de la que les dio el ser, siguieron sacrificándose, que en achaque de sacrificio todo es empezar, y para el hermano practicaron aquella noble avaricia, aquella santa miseria.
Las Cutres, por donación, le aseguraron casi toda su hacienda, pues la familia de la novia únicamente consintió en la boda a este precio.
La fortuna reunida por las Cutres le proporcionó pronto una esposa bella y buena, de las mejores señoritas del pueblo, que no hizo reparo en el nacimiento del novio.
Y si no, ¿dónde estaban los verdaderos padres de aquel gentil muchacho? No era posible averiguarlo, ni entre la parentela de las Cutres no se conocía a nadie que lo pudiese ser.
Y fue un golpe de efecto, que asentó mi crédito, el ver llegar, a los pocos días, muebles de cierta elegancia para casa de las Cutres, el ver que se hicieron en ella obras de reparación y comodidad, y el ver, ¡oh maravilla!, que las Cutres mismas salían a la calle con decoroso atavío, sabiéndose que habían tomado una doncella y una cocinera.
Las Cutres, podré decir, tenían una fealdad innoble, repulsiva, de escarabajo pelotero, y al escribir, siento que las palabras no dan la impresión de los aspectos físicos.
En el mercado -el pueblo detesta la avaricia-, las vendedoras escupían al nombrar a las Cutres.
«Eres más cicatero que las Cutres.
«Este sofá ya hay que mandárselo a las Cutres para su salón.
«Mujer, desecha ese vestido, o regálaselo a las Cutres», decían los maridos a sus esposas, cuando prolongaban con exceso la vida de un trapo.
Lejos de amainar en su avaricia, las Cutres parecían poseídas de una fiebre de miseria.
Un día, en que llamaron a un carpintero por inevitable precisión, éste puso la cuenta de su trabajo encabezando así: «A Salvador Fene, deben las señoritas de Cutres.
Y en el pueblo les pusieron el apodo de las Cutres.
Las Cutres no eran ricas cuando perdieron a su madre, por cierto una de las mujeres más hermosas de la provincia, muy pretendida después de viuda y muy aficionada a trapos y moños, algo casquivana, en resumen.
No, la fealdad de las Cutres era algo inefable, porque consistía no sólo en las líneas, sino en la expresión -en la expresión principalmente-.

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