Ejemplos con curiosísimo

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

El problema de las Torres de Hanói es curiosísimo porque su solución es muy rápida de calcular, pero el número de pasos para resolverlo crece exponencialmente conforme aumenta el número de discos.
Este curiosísimo e inexplicable fenómeno, se ha constatado todas las veces que se han hecho investigaciones en este sentido.
¡Curioso! ¡curiooooso! ¡curio-sí-si-mo! No pueden ustedes formarse idea del número de notas que he tomado.
¡Qué cosas he visto! ¡Qué cosas he oído! ¡Curioso! ¡Curioooso! ¡Curio-sí-si-mo!.
Ni con el mayor bienestar que con el sueldo de Sol en el colegio había entrado en la casa, se contentaba doña Andrea, y a veces se dio la gran injusticia de que aquella hermosura que ella tanto mimaba, y que desde la infancia de la niña cuidaba ella y favorecía, se la echase en cara como un pecado, que le llevó un día a prorrumpir en este curiosísimo despropósito, que a algunas personas pareció tan gracioso como cuerdo: Si Manuel viviera, tú no serías tan hermosa.
Yo he recogido excelentes testimonios, y hoy le mando al General un protocolo curiosísimo para que se divierta y rabie un poco.
Refirió entonces Maxi un pasaje curiosísimo y reciente de la historia de la tal Mauricia, que había sido contado aquella misma tarde, después de la cura, por el Sr.
Es, por consiguiente, la que vimos en Salamanca un dato curiosísimo de la historia del arte y de la historia de Rivera, pues hay que advertir que no cabe duda alguna respecto de su autenticidad, ya porque así resulta de incontestables documentos, ya porque, en medio de su santa alegría y pudorosa mansedumbre, aquel cuadro ostenta, en cuanto lo consiente la índole del asunto, toda la intensidad y brío de color del , su manera, su estilo, su genio, su carácter.
Fernando y el cura, quedándose solos atrás emparejaron sus cabalgaduras, que perezosamente iban al paso, y entablaron el curiosísimo diálogo, que se verá a continuación.
Así verás el curiosísimo espectáculo del tiempo al revés.
Yo he recogido excelentes testimonios, y hoy le mando al General un protocolo curiosísimo para que se divierta y rabie un poco.
Ni con el mayor bienestar que con el sueldo de Sol en el colegio había entrado en la casa, se contentaba doña Andrea, y a veces se dio la gran injusticia de que aquella hermosura que ella tanto mimaba, y que desde la infancia de la niña cuidaba ella y favorecía, se la echase en cara como un pecado, que le llevó un día a prorrumpir en este curiosísimo despropósito, que a algunas personas pareció tan gracioso como cuerdo: «Si Manuel viviera, tú no serías tan hermosa».
Jamás había leído el marqués el curiosísimo libro del Padre Peñalosa, titulado Cinco excelencias del español que despueblan a España, mas, aunque le hubiera leído, no cabía en la índole de su entendimiento el creer la singular teoría de aquel ingenioso fraile, el cual daba por seguro que por ser los españoles tan hidalgos, tan católicos, tan realistas, tan generosos y tan guerreros, están siempre tan perdidos.
Había una asociación de padres de familia como las de Madrid, un Jockey-Club como el de Londres, un Bazar de Caridad como el de París, una Noche de moda como en la Habana y un teatro curiosísimo que no tenía rival ni precedente, al cual teatro llamaban Coliseo y no tenía más que una fila de palcos, un piso de butacas y una cosa que sabe Dios por qué apellidaban paraíso, donde el humanísimo rebaño villabravense, en lo mejor y más serio de una representación, dejando paso franco a sus instintos, chillaba, silbaba, relinchaba y coceaba indistintamente, para aplaudir o protestar según su leal saber y entender.
¡Pero cuánto me queda por escribir de la vieja Gerona! ¡Qué manantial tan rico de históricas, religiosas y fantásticas leyendas encierran aquel patio bizantino, donde se ha establecido un naciente y curiosísimo Museo, aquella Catedral originalísima por su atrevido embovedado, y la apilarada y cubierta galería que la rodea, aquellas escalinatas tortuosas que llevan allí nombre de calles, aquellas angulosas y estrechas encrucijadas, por las cuales me parecía imposible no topar de manos a boca con los judíos que en sus casas vivieron, o con los cristianos que en ellas les degollaron, aquellas murallas acribilladas, y puedo decir caladas y festonadas, por las bombas y balas francesas, desmoronado pero sólido y perenne testimonio del indomable valor de Álvarez y sus gerundenses, y de la incuria de nuestros presentes tiempos, que en más de media centuria se han ocupado de reparar las fortificaciones, que podemos necesitar de un día a otro en estos de guerras generales y de revueltas civiles y cuotidianas, que son actual entretenimiento de este siglo de filosófica discusión, y de escuela práctica de despoblación por el incendio y las ametralladoras.

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