Ejemplos con cumbres

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

En las cumbres lloraban los pinos por todos los filamentos de su follaje y la gruesa capa de humus se empapaba como una esponja, expeliendo líquido bajo la huella de los pies.
Las cumbres de las colinas inmediatas al río estaban ocupadas por mudas poblaciones entre cuyos edificios blancos surgían agudos grupos de cipreses.
Las montañas, obscuras de pinares y moteadas de blancas casitas, tenían las cumbres envueltas en turbantes de vapores.
En cuanto a Taine, es quien ha escrito los , y si, por una parte, su concepción de la sociedad como un organismo, le conduce lógicamente a rechazar toda idea de uniformidad que se oponga al principio de las dependencias y las subordinaciones orgánicas, por otra parte su finísimo instinto de selección intelectual le lleva a abominar de la invasión de las cumbres por la multitud.
Grande es en esa perspectiva la ciudad, cuando los arrabales de su espíritu alcanzan más allá de las cumbres y los mares, y cuando, pronunciando su nombre, ha de iluminarse para la posteridad toda una jornada de la historia humana, todo un horizonte del tiempo.
El capitán iba por las cumbres de estas calles, deteniéndose para apreciar el rudo contraste entre ellas y su vista terminal.
Por senderos de cabra salvaje subían a las cumbres, desde las que se alcanzaba a ver la isla de Ibiza.
Iban hacia las cumbres, donde había ocultos cañones y cañones formando una línea de varios kilómetros.
Y sin embargo, se consideró solo, a merced del destino, expuesto a perecer de hambre, más solo que cuando atravesaba las horrendas alturas de los Andes, las tortuosas cumbres de roca y nieve envueltas en un silencio mortal, interrumpido de tarde en tarde por el aleteo del cóndor.
Las cumbres habían sido echadas abajo por la piqueta y el barreno: las hondonadas, rellenas de escoria roja, estaban convertidas en mesetas.
Repentinamente, una mañanita, los campos aparecen como espolvoreados de oro de Tíbar, y los picachos y las cumbres se envuelven en gasas cenicientas.
Algunas noches cuando la tempestad alumbraba con cárdenos reflejos las cumbres de la serranía, me complacía yo en admirar los fuegos de la tormenta, los relámpagos que se sucedían sin cesar con el estrépito de mil truenos que, repetidos por los ecos, aumentaban la grandeza de aquel espectáculo celeste, como si a toda carrera cruzaran por el cielo cien trenes de guerra, al estallido de mil y mil cañones.
Desde allí descubría yo las cumbres más elevadas de la Sierra.
Sentí anhelo infinito de que aquel amor que llenaba mi alma fuese el último de mi vida, deseo firmísimo de vivir sólo para Angelina, sólo para ella, deseo vehemente de ser bueno para merecer el amor de la modesta niña, para gozar, como de cosa propia, de la hermosura de aquel cielo tachonado de luceros, de las mil y mil bellezas que la noche tenía cubiertas con sus velos, y que dentro de breves horas, al clarear el alba, aparecerían en toda su magnificencia, que sólo a condición de ser bueno me sería dable gozar del supremo espectáculo de la naturaleza, de modo que se me revelaran todos sus encantos, y no fueran arcanos para mí la dulce melancolía de una tarde de otoño, ni la risueña alegría de una alborada de Mayo, ni la serenidad abrasadora de un día canicular, ni la terrífica majestad de la tormenta, cuando, desatada en las alturas, incendia con cárdenos fulgores las cumbres de la sierra.

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