Ejemplos con cueto

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

El Cueto de la Llera está situado en el monte La Llera, en la parroquia de Posada de Llanes en el concejo asturiano de Llanes.
A ella acudían pobres de la ciudad y de los lugares, Cueto, Peñacastillo, Monte y San Román de la Llanilla.
El club, consciente de las dificultades se tuvo que recomponer a duras penas e incluso, sacaron del retiro a jugadores renombrados como fue el caso de Cubillas y otros que estaban a punto de hacerlo como César Cueto.
El equipo de aquella temporada tuvo a Gonzáles Ganoza en el arco, Duarte, Castillo, Salguero y Rojas, José Velásquez, Cueto y Cubillas, Gómez Laynes, Sotil y Ravello.
El poder ofensivo se concentró en los jugadores Juan Rivero, Juan José Avalos y César Cueto, jugador que se convirtió en ídolo por poseer quizás la mejor técnica que se ha visto en un futbolista peruano.
Los municipios que integraron la antigua provincia de Oriente son: Amancio, Colombia, Jesús Menéndez, Jobabo, Majibacoa, Manatí, Puerto Padre, Victoria de Las Tunas en la provincia de Las Tunas, Antilla, Báguanos, Banes, Cacocum, Calixto García, Cueto, Frank País, Gibara, Holguín, Mayarí, Moa, Rafael Freyre, Sagua de Tánamo, Urbano Noris en la provincia de Holguín, Bartolomé Masó, Bayamo, Buey Arriba, Campechuela, Cauto Cristo, Guisa, Jiguaní, Manzanillo, Media Luna, Niquero, Pilón, Río Cauto, Yara en la provincia de Granma, Contramaestre, Guamá, Mella, Palma Soriano, San Luis, Santiago de Cuba, Segundo Frente, Songo - La Maya, Tercer Frente en la provincia de Santiago de Cuba y Baracoa, Caimanera, El Salvador, Guantánamo, Imías, Maisí, Manuel Tames, Niceto Pérez, San Antonio del Sur, Yateras en la provincia de Guantánamo.
Para las giras posteriores se reincluyó a las filas de la banda el bajista original y fundadores: Juan Francisco Cueto.
A las pocas semanas se unen al grupo Juan Francisco Cueto y J.
De sus vidas no se supo, y los que sobrevivieron recordaron el cueto de que por infieles el galeras se ponía bravo y pidieron perdón.
Colmán, Juan Francisco Recalde, Reinaldo Julián Decoud Larrosa, León Cadogan, Dionisio González Torres, Almidio Aquino, Pedro Moliniers, David Galeano Olivera, Ida Genes, Sabino Giménez, Rudi Torga, José Valentín Ayala, Miguel Angel Yegros, Félix de Guarania, Modesto Romero Cueto, Carlos Ferreira Quiñónez, María Elvira Martínez de Campos, María Eva Mansfeld de Agüero, Jorge Antonio Amarilla, Ramón Silva y Lino Trinidad, entre otros.
La custodia procesional de plata dorada, lleva el sello o contraste del orfebre Cueto, probablemente discípulo de Arfe.
 El autor nos muestra que un país que se comunica consigo mismo es un país con cierta esperanza y como afirma Alonso Cueto, autor del prólogo, Gustavo Rodríguez cree ciegamente en esta posibilidad, y en este libro, nosotros creemos con él.
La cueva está situada dentro del complejo de cuevas denominado Cueto de la Llera presentando restos de pintura rupestre formados por unas manchas.
Entre sus excavaciones son destacables las de las cuevas como Cueva el Conde, Cueto La Mina, Cueto Llera, Cueva de La Riera o Cueva de Ardín.
Felicitas Guerrero, hija del matrimonio de Carlos José Guerrero y de Felicitas Cueto y Montes de Oca.
De ese proceso eliminatorio se recuerdan sus grandes actuaciones junto a César Cueto, con quien conformaría una dupla de polendas que deleitaba a la tribuna como ninguna otra.
Nadie de los que me conocen pueden sospechar esta amistad mía con María Gutiérrez Cueto, porque jamás hablé de ella, y aunque iba conociendo su vida a través de relatos originales, siempre volvía los ojos al otro lado, como distraído, y cantaba un poco porque no está bien que la gente sepa que un poeta es un hombre que está siempre ¡por todas las cosas! a punto de llorar.
Su primo, Germán Cueto, escultor, se instala por iniciativa de la pintora en París junto a su esposa, la tapicera Dolores Velázquez y sus sus dos hijas pequeñas.
Otro había en el Cueto de Porneda, otra en el de San Jorge y otro en lo que llaman los Cuetos, Espinosa quedaba sitiada detrás del centro del ejército español.
Juan Cueto Ibáñez, militar español perteneciente al Cuerpo de Carabineros que luchó en la guerra civil española a favor de la República.
Hizo Damián una muda reverencia, y salió leyendo el sobrescrito de la carta, que era el siguiente: Señor don Francisco Javier Pérez Cueto.
Súpose que en la mañana siguiente a la noche del crimen fue preso Damián, el ayuda de cámara de la víctima, y llamado a declarar aquella misma tarde un don Francisco Javier Pérez Cueto, fabricante de almidón en uno de los arrabales de la corte Desde entonces, ningún signo exterior dio a conocer que las investigaciones judiciales adelantasen un solo paso, y comenzóse a murmurar, con cierta estupefacción temerosa, que andaba en todo aquello la mano de los masones, que los asesinos de Sabadell quedarían desconocidos e impunes como los de su amigo el general Prim, y que el crimen de Recoletos sería siempre un arcano misterioso, como lo fue el de la calle del Turco.
Siguieron ambos hacia Recoletos, mirando ella a todas partes muy azorada, procurando él rechazar con la idea de que era un chasco de Carnaval la carta de Pérez Cueto la inquietud que a pesar suyo le causaba el extraño terror de Currita.
Jacobo, irritado también por la burla de Pérez Cueto, acosado por los reproches de Currita y temeroso de perder la amistad, para él indispensable, de esta, viose al fin forzado a confesarle toda la verdad, con el fin de aplacarla.
Jacobo, cansado al fin de dar vueltas, acabando de creer que el asunto todo de los masones era una farsa y la carta de Pérez Cueto un chasco de Carnaval que debía completarla, decidióse a llamar como última prueba a la puertecilla condenada, única que, fuera aparte de la del hotel, había en la calle, los golpes retumbaron en el silencio, y un eco muy extraño, que asustó a Currita, los reprodujo a lo lejos.
Despertóle esto la fundada sospecha de si la carta ocultaría algún lazo, y de nuevo renacieron sus temores, mas recordó luego las mojigangas ridículas y los aparatosos misterios de que suelen rodearse siempre los masones, y esforzóse por creer lo que más halagaba sus deseos y ahuyentaba sus recelos: que en todo aquello había tan sólo una broma impertinente y ridícula que había que apurar hasta el cabo, y que la carta de Pérez Cueto era el chasco de Carnaval que debía coronarla.
Sorprendióle la llegada de Damián en esta operación todavía, e interrogóle al punto con la vista: el señor Pérez Cueto estaba en casa, y la carta le había sido entregada.
Neptuno, gran personaje en las logias, que, despojado del tridente, la corona de algas y los simbólicos tres puntos, quedaba reducido en la vida ordinaria a un don Francisco Javier Pérez Cueto, fabricante de almidón en uno de los arrabales de la corte, entidad perfectamente desconocida para todo el mundo, tras de la cual, según opinión de algunos, ocultábase cierto personaje famoso que vivió y murió haciendo ruido.
Encogióse Damián de hombros, por parecerle el tal Pérez Cueto algún pobre diablo que no merecía se molestase él en llevarle una carta, y Jacobo quedó solo, preguntándose qué se hace un hombre en esta vida levantado desde las ocho de la mañana.

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