Ejemplos con cual

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Dos fríos terribles se cruzaron en mi pecho cual dos espadas que se cruzaran como dos fémures bajo una calavera.
¿Ves cómo adelantan las manos cual para detener el aire mismo, apartando peligros imaginarios, con mimo absurdo, hasta las más leves ramitas en flor, Platero?.
Quiero decir con esto que su obra es la expresión fiel y sincera de su alma, que ningún esfuerzo ha sido ahorrado para lograr la mayor perfección e intensidad, que ninguna consideración fuera de este ideal artístico ha tenido cabida en el alma del poeta, el cual marcha, puro y abnegado como un santo, a la busca de su ideal sin concesión alguna a ningún otro interés humano.
Bueno, me estoy retrasando, como el tren en León, el cual salió por último ya anochecido, y yo pasé durmiendo sobre las montañas nevadas.
Mas ya que el individuo se aplica a realizar el concepto de ciudad, es decir, de un esquema, una estructura, con propósitos ideales, de la cual él no es sino subordinada partícula, surge la ciudad helénica, arquetipo de urbes, surgen la norma, el canon, la simetría, las calles soleadas, regulares y homogéneas, las viviendas civiles de hospitalario pórtico e inviolable hogar, los jardines, el mercado, el ágora, el templo armonioso, que no esa catedral bárbara y campanuda.
Novillo, en lo indumentario, constituía una réplica, algo rebajada, de su protector el duque, el cual le enviaba desde Madrid corbatas, cuellos postizos, calcetines y chalecos de fantasía semejantes a los suyos, aunque de clase inferior, y trajes, de paño catalán, imitados de los que él usaba, de paño inglés.
Lo cual significaba por el fuego del sentimiento.
A la mañana siguiente, con la cabeza que tan pronto le pesaba al modo de una bola de granito, como sentía que se le escapaba de sobre los hombros, cual vedija de humo, Belarmino salió a la puerta del establecimiento para despejarse.
Respondiendo a los deseos del conde, mi abuelo optó por la carrera eclesiástica, en la cual, dado su natural despejo, mi padre llegaría, probablemente, a cardenal, pero mi padre no sentía afición a los cánones, y, sobre todo, el conde, que alardeaba de volteriano, dijo en seco que no.
Mi padre le explicaba el argumento y hacía especial hincapié en la tesis, o, como él decía, la idea, a lo cual replicaba el conde, pensativo: Pues no creas, eso tiene intríngulis: ¡Que si tiene!replicaba mi padre, con inocente petulancia.
Yo vi que apretaba nuevamente las cejas, tiraba de una comisura del labio hacia arriba, inflando así la mejilla, la cual se arrascaba, indicio de contrariedad.
Pero mi padre, sin inmutarse, explicará que le ha sobrevenido la desgracia porque es un elegido de los diosesmi padre siempre habla de Dios en plural, como los paganos, y añadirá que todos los personajes trágicos son semidivinoserudición compostelana, y la explicación la dará en verso, con lo cual se le mitiga el dolor de la descalabradura.
Novillo llegó a sentir curiosidad por conocer el drama que había escrito Apolonio, el cual se lo leyó una noche con tanto énfasis y pathos, que subyugó y conmovió al oyente.
Y ahora se me representa en el recuerdo la imagen de Belarmino, zapatero filósofo, que vivía también en Rúa Ruera, tipo casi fabuloso, al cual pertenece precisamente la anterior teoría sobre las palabras: La mesa, decía, se llama mesa porque nos da la gana, lo mismo podía llamarse silla, y porque nos da la gana llamamos a la mesa y a la silla del mismo modo cuando las llamamos muebles, pero lo mismo podían llamarse casas, y porque nos da la gana llamamos a los muebles y a las casas del mismo modo cuando los llamamos cosas.
Lo habían adquirido de una tal Pepona, cortesana vieja, la cual, a su vez, lo poseía por graciosa donación de su amante, el marqués de Quintana, desaparecido hacía años del mundo de los vivos.
Después de la comida, Su Ilustrísima se fué, en apariencia emberrenchinado, y quedé cara a cara con la duquesa, la cual, muy seria, me dijo: Mi hermano, en su testamento, ha dejado unos cuartejos, poca cosa, para que con ellos, según mi arbitrio, vea yo de hacerte hombre.
Sí, señora, lo cual demuestra que Dios hizo a los hombres naturalmente buenos, y que todos los delitos de la voluntad y fealdades de la conducta son instigados por la inteligencia rebelde y la razón soberbia.
Pero si la Juana se ha orientado por el camino de perfección, y comienza a ejercitarse en la paciencia y otras virtudes, débese, ante todo, a una circunstancia en apariencia insignificante y en rigor importantísima, la cual ustedes han procurado, que no yo.
Si le pedía a Angustias que le diese el cosmos, la niña, por experiencia, ya sabía que le tenía que entregar aquel libraco, el cual, para ella, era tan lógico que se llamase cosmos como que se llamase diccionario.
Belarmino, esmerándose en expresarse en romance paladino, lo cual le ocasionaba más engorro todavía que a Apolonio expresarse en prosa, le respondió:.
Se asemejaba a los muertos por el color, como aconsejó el oráculo a Zenón, el filósofo, lo cual, bien entendido, quiere decir que de tanto estudiar en los libros había tomado la palidez de ellos.
Pues si el calzado no cumple otro fin más que ése, mejor sería que los hombres echasen casco o pezuña, lo cual se conseguiría fácilmente por procedimientos científicos.
El español tiene la piel tan recia, las entrañas tan enjutas y los sentidos tan mansuetos, que es ya asceta innato y por predestinación, ninguna aspereza le mortifica y apenas si hay placer sensual que apetezca, como no sea el genésico, y ése en su forma más simple y plena, el cual así considerado, aunque el vulgo ibérico lo denomine amor, y hasta el gran Lope de Vega escribió que no hay otro amor que éste que por voluntad de natura se sacia con el ayuntamiento de los que se desean, no es sino instinto y servidumbre, común a hombres y bestias, con que cumplimos en la propagación de la especie, en tanto el hombre, en sus placeres exclusivos, selecciona por discernimiento, que no por instinto, el objeto o propósito hacia donde se encamina, y perfecciona por educación los medios de alcanzarlo y el arte de gustarlo.

© Todos los derechos reservados Buscapalabra.com

Ariiba