Ejemplos con cuadraba

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Y el señor de Llopis , un granuja de siete años, con el pantalón a media pierna sostenido por un tirante, echábase del banco abajo y se cuadraba ante el maestro, mirando de reojo la temible caña.
Lo que observó Calpena, en ocasión que los farolillos movibles alumbraban el rostro de la pobre señora, fue que a esta le cuadraba más bien la denominación de moza o señorita.
Desde que entró a servir y en la categoría que le cuadraba, estaba el hombre que no cabía en su chaleco.
La interesante jóven habia ido creciendo en gracias y hermosura, y, al terminar aquellos tres años, era una mujer tan exquisita y bella, de aire tan misterioso y poético, de talle tan fino, esbelto y seductor, con unos ojos negros tan melancólicos y tan sombreados por largas y sedosas pestañas, con una palidez tan interesante, con unas manos tan blancas y tan lindas, con tal señorío en toda su persona y tal seriedad en su lujoso vestir, que la imaginacion popular comenzó a inventarle dictados y calificativos laudatorios, y, despues de haberle llamado la , la , la , el , y otras cosas por el estilo, le puso el nombre de la , que era el que mejor le cuadraba y con el que se quedó definitivamente, segun hemos visto en otro lugar.
Su fama adquirida en aquellas fabulosas guerras de América, enfrente del gran Bolívar, cuadraba perfectamente a su figura, que era hasta cierto punto una figura india, un cuerpo de bronce al cual hubiera sentado bien la desnudez y un arco para atacar la sublevación a flechazos.
Un , al óleo, a quien cuadraba el refrán de , era la única pintura que adornaba los muros de la celda.
Como verdaderos creyentes, reconocíamos que a la inmensa majestad de Dios le cuadraba adorarla bajo las vastas cúpulas azuladas del firmamento, o bajo las bóvedas macizas de las soberbias basílicas, cuyas torres audaces, empinándose a grandes alturas, parecen querer tocar las nubes, y hacer llegar al cielo los cánticos sagrados.
Sabía que al despertarse, a la hora que más le cuadraba, le esperaba el desayuno calentito, al alcance de su mano, que los vestidos que le hacía el sastre, a su capricho, habían de ser pagados, no por él, a la presentación de la cuenta, que si el frío arreciaba, se elevaría convenientemente la temperatura de su gabinete, que si le cansaban las truchas, le darían perdices, y que si tosía más de tres veces iría a buscarle entre las coberturas de su lecho la azucarada y humeante pócima, sabía, en fin, que, dentro del hogar eran sus deseos antes satisfechos que manifestados.
Así es que las noticias que recogí sobre su vida, las obtuve por otros conductos que el suyo, habiéndome hecho un deber de respetar en él esa modestia que tan bien le cuadraba.
Luz le había presentado el mancebo con su nombre y apellido, pero como éste le había sonado poco a fuerza de parecerle vulgar, ya se había olvidado de él, hasta por costumbre de llamar al presentado por su nombre de pila, que tan bien le cuadraba.

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