Ejemplos con criatura

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

No como ministro del Señor, sino como criatura del Señor, cuitada e imperfecta como todas ellas.
Tiene usted, divina criatura, el alma clarividente, alma de sibila.
Angustias obedeció como una criatura pasiva.
Los frailes y los señores de Neira dejaban a Belarmino en libertad, que viviese a su gusto, como inocente criatura de Dios que no podía hacer daño a nadie.
Parece mentira que este hombre temible en las elecciones, que a todos sacaba ventaja en maquinar un chanchullo y sacarlo adelante por redaños, fuese, en el fondo, la criatura más simple, candorosa, sentimental y asustadiza.
Llévame en brazos, escondida, como una criatura.
Ahora ha precipitado usted en el abismo a una criatura inocente.
¡Pobre niña, pobre criatura, perdida ya para siempre! Y esto mata a Belarmino, a nuestro loco inofensivo y seráfico.
Posee, evidentemente, un alma racional, como criatura humana que es, pero es un alma racional que no es racional.
Mi padre me traía de la mano y gimoteaba como una criatura.
Mas después de casados, como quiera que ella no lograba hijos propios, comenzó a odiar al marido y a cavilar que la niña era hija disimulada de Belarmino, con que la criatura tampoco se libraba del odio de la apasionada mujer.
Belarmino recogió a la criatura, apenas nacida, y la crió él mismo con biberón.
Aquella criatura facunda y versátil, especie de andrógino reseco y sin incentivo, vivía en la Rúa Ruera, y se llamaba Felicita Quemada.
El rapacejo penetró por la trastienda y volvió a salir en un momento, con una criatura de unos siete años.
Yo cabalgo un paquidermo del tío-vivo imaginario y científico, y me lanzo a observar la hermosa criatura, girando en torno de ella.
Medita, hijo, medita, en quietud y a la sombra, la burrada que ibas a cometer, dejando el servicio de Dios y su pingüe soldada, por el servicio de una criatura mortal, hija de un zapatero remendón, que ni tú ni ella tenéis para llevaros un mendrugo a la boca.
¿Por qué no le retuerces el cuello a esa criatura, Paula? ¿No ves cómo llora?.
Esta criatura no está bien aquí.
Así como me ves, tan alegre, tan satisfecha de vivir, a ratos se me clava aquí en la frente el recuerdo de esa infeliz, y como mal y duermo peor, pensando que una criatura que al fin lleva mi sangre va perdida por el mundo, sirviendo de juguete a los hombres, sin que nadie la ampare, como si estuviera sola, como si no tuviese familia.
¡Criatura más destrozona! En el cajón de la mesita encontraría el dinero.
En la barraca de Tòni, conocido en todo el contorno por , acababa de entrar su mujer, Pepeta, una animosa criatura, de carne blancuzca y flácida en plena juventud, minada por la anemia, y que era sin embargo la hembra más trabajadora de toda la huerta.
¡Linda, hechicera criatura! Pero ¡ay! no pude contemplarla.
Esta criatura no debe estar aquírespondió el sacerdote, poniéndose la estola¡que la lleven a mi casa!.
¡Linda criatura! Aun me parece que la veo con aquel vestido azul que parecía un jirón de cielo, esbelta, donairosa, elegante, sencilla, húmedos los rubios cabellos, que, atados con una cinta de seda, caían hacia la espalda sobre una toalla anchísima.
¡Dios me libre de ello! Pero, ¿a dónde iremos a parar si Pepillo sigue con esos instintos crueles y depravados? Si viera usted cómo tiemblo al pensar que el mejor día, por cualquier motivo, será, usted objeto de las iras de esa infeliz criatura.
Su primo Rafael había terminado la carrera, abandonando las locuras de estudiante para revestirse de la gravedad del doctor, y cuando ella esperaba de un momento a otro que formulase ante el padre sus pretensiones, una buena alma la hizo saber que aquel calavera ya no limitaba sus infidelidades a serenatas amorosas o pasiones del momento, sino que tenía cierto arreglo en el barrio del Carmen con carácter permanente, y hasta se susurraba si había una criatura de por medio.
Era una criatura tímida, dulce, encogida, que hablaba con los ojos bajos y sonreía a cada palabra, como pidiendo perdón.
¡Oh, qué criatura! Había que creerla y él se lo tragaba todo a ojos cerrados, incluso la afirmación de que sus relaciones con el teniente sólo fueron para aumentar sus rabietas.
Adoraba a Tónica, criatura endeble y graciosa, tal vez por la fuerza del contraste, pero cuando estaba en su casa no podía librarse de la querencia a la cocina, como decía Rafael, y allá iba a echar su párrafo, sin pasar nunca de ahí, pues Juanito era casto.
El dependiente había entablado amistad con Micaela, una criatura insignificante que pasaba por el mundo como un fantasma, anulada la voluntad, lamentándose de no vivir, como en su juventud, en la servidumbre doméstica.

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