Ejemplos con creyéndolo

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Gandalf le dice que vaya al grano, aquí Saruman le revela sus proyectos de apoderarse del anillo y usarlo para derrocar a Sauron y hacerse con el poder, a lo que Gandalf se niega, creyéndolo loco.
La gente sigue creyéndolo Presidente de la Gran Colombia y prepara banquetes en su honor, pero estas fiestas son desperdiciadas a causa de su falta de fuerzas y de apetito.
Durante la batalla, terminando su paso por la compañía realista de Jiutepec, a los que se enfrentó directamente Guerrero, resultando herido de bala en el pulmón, y creyéndolo muerto sus tropas, comenzaron a huir en desorden.
Creyéndolo muerto, Bautista localiza el sitio en donde se enterró a Ana y logra liberarla antes de que se asfixie.
Gabriel declina la oferta ofendido, y Santorcaz, creyéndolo hombre muerto, le da cuenta de sus planes: secuestrar a su hija Inés para vengarse de Amaranta.
Por su parte Ptolomeo decidió marchar contra Egipto creyéndolo desguarnecido, pero se equivocó y fue rechazado, no quedándole otra opción que retornar a Gaza para luego embarcarse de vuelta a Chipre.
La madre, luego de varios intentos para despertar a su esposo, sin conseguir otro éxito que palabras incoherentes seguidas de nuevos ronquidos, había rezado hasta el amanecer por el alma del señor de la torre, creyéndolo muerto.
Pep y su mujer seguían creyéndolo el señor, Margalida y su hermano le veneraban como un ser poderoso venido de lejanas tierras, por ser Ibiza el mejor lugar del mundo, pero a pesar de esto, otras preocupaciones parecían reflejarse en sus ojos.
Estas perseguían el movible objeto creyéndolo una lombriz, hasta que eran alcanzadas por los dientes del cazador.
Quería restablecer las cordiales relaciones de otros tiempos, hacerse perdonar todo lo pasado, que ella no le mirase con odio, creyéndolo responsable de la muerte de su hijo.
El otro, con la cabeza gris y el bigote extrañamente rubio, pequeño de cuerpo y de un perfil aquilino, se decía francés y vivía en París, pero hablaba el alemán con tanta soltura y estaba tan habituado a los usos germánicos, que los del buque, creyéndolo compatriota, habían colocado ante su cubierto la bandera del Imperio.
Al saber que Isidro iba como ella a la Argentina, le había preguntado por la próxima cosecha, creyéndolo un propietario de aquel país.
Y fue de ese colegio de donde su padre, creyéndolo ya bastante ilustrado lo sacó para emplearlo de Escribiente en la Celaduría.
Y si esto creía el maestro, o si no creyéndolo lo afirmaba, de su caletre al nuestro lo transmitía por razones de puro arte político.
¡Cuánto debía haberla amargado el desengaño al descubrir la inutilidad de su entrega! Sin duda, el engaño no se le había presentado evidente de improviso: mientras el Príncipe había continuado amándola, ella había seguido esperando: creyéndolo, sintiéndolo su esposo en el alma, en la sinceridad de la conciencia, había esperado por largo tiempo, llena de esperanza.
Las tortosinas las veneran como objeto milagroso, y algunas hacen y toman caldo de ellas creyéndolo el más excelente específico tocológico.
¡Él, que le traía nada menos que al doctor Aresti creyéndolo en peligro de muerte! Mientras el médico le examinaba con la indiferencia del que está habituado a casos más graves, prorrumpía en lamentaciones, haciéndole coro su mujer.
El centón se perdió, y mucho lo lamentan los que quieren volver a lo antiguo, creyéndolo lo mejor.
Y después venían las horas de inquietud por la ausencia de su marido, unas tardes interminables, de angustia, esperando al hombre que nunca regresaba, saliendo a la puerta de la barraca para explorar el camino, estremeciéndose cada vez que sonaba a lo lejos algún disparo de los cazadores de golondrinas, creyéndolo el principio de una tragedia, el tiro que destrozaba la cabeza del jefe de la familia o que le abría las puertas del presidio.
Acordose de que Jacinta había querido recoger a otro niño, creyéndolo hijo de su marido ¡Y mío! ¡creyéndolo el mío!.
Algo había oído ella contar del desmedido afán de aquella señora por tener hijos, pero Mauricia le dijo algo más, contándole también el caso del , a quien Jacinta quiso recoger creyéndolo hijo de su marido y de la propia Fortunata.
Creyéndolo así Julián, y no pareciéndole cortés desairar a su huésped, cargó la mano en la sopa y el cocido.
Mucho hablamos allí y muchísimo más nos quedó que hablar acerca del célebre agustino, de sus inspiradas poesías, de sus hermosos escritos en prosa, del error en que se estuvo mucho tiempo creyéndolo hijo de Granada, por haberlo confundido con el otro insigne Fray Luis, y del excelente drama del segundo Marqués de Gerona, titulado .
Con todo eso, se detuvieron como media hora, al cabo del cual espacio volvieron a recoger la soga con mucha facilidad y sin peso alguno, señal que les hizo imaginar que don Quijote se quedaba dentro, y, creyéndolo así, Sancho lloraba amargamente y tiraba con mucha priesa por desengañarse, pero, llegando, a su parecer, a poco más de las ochenta brazas, sintieron peso, de que en estremo se alegraron.
No, creyéndolo dominado por los efectos de la embriaguez habían desistido ya de su empeño de hacerlo hablar, acababan de dejarlo en paz, sin más preocuparse para nada de su persona, de olvidarlo por completo, como olvidan los muchachos el juguete que ya no los divierte.
A muchos imponía miedo el tal Naturalismo, creyéndolo portador de todas las fealdades sociales y humanas, en su mano veían un gran plumero con el cual se proponía limpiar el techo de ideales, que a los ojos de él eran como telarañas, y una escoba, con la cual había de barrer del suelo las virtudes, los sentimientos puros y el lenguaje decente.
Y aun no creyéndolo, tendría al menos que creer que es un algo imbécilmente rival del amor humano, al que molesta o engaña o destroza casi siempre.
Ahora: si, en virtud de haber tomado individualmente por algún breve atajo, creyéndolo menos peligroso, caminabais por ventura entre los más delanteros, y os ocurría mirar por encima del hombro hacia aquella reata de jinetes escalonados a vuestros pies, -todos de perfil, el uno vuelto a la izquierda, el otro a la derecha, y así alternadamente hasta el remate de la procesión, -no podíais menos de reíros en medio de vuestro saludable miedo, pues os parecía que cada uno de los de atrás iba colgado de la cola o de las patas del caballo del de adelante, formando en suma una de aquellas escalas vivas por medio de las cuales bajan los monos a beber agua a los pozos de los desiertos de África.
De repente sintió que dos de ellos, creyéndolo muerto de veras, le empezaban a picotear los ojos, y conoció su error.

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