Ejemplos con creyéndome

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Desde chico me atrajo la música, recuerdo que en algunas fiestas familiares me ponía a cantar, me disfrazaba y también golpeaba las ollas viejas de mi mamá creyéndome baterista.
Define la Matemática, y en los mismos términos desta ciencia, se rie y burla de el Mundo: Pensava yo allá en la edad de mis sensilleses que el Mundo era aquello que vemos en el embeleso de este engaño tan creyéndome todas las demás, hasta que empezé a estudiar un poco de Perspectiva, por la qual conocí, que lo que vemos no es lo mismo que miramos, pues en todas las partes de la Perspectiva, experimentamos un engaño diferente que nos manifiesta los motivos de risa que nos da el Mundo Luzes, cuerpos, y líneas son otras partes de la Perspectiva, y en estas también me enseñó esta ciencia del mismo desengaño, pues la luz en refracción de los cuerpos fuerza las líneas, deforma, que enseña luz donde no la hay, de donde se origina que vemos el sol antes de salir Ya pues que en ciencia de Matemáticas he aplicado lo que es el mundo, no se estrañe que la melancólica urañez de un Matemático, se ria de çel quando le enseña esta ciencia quan diferente es lo que se ve de lo que se mira, que no estraño lo que dixo aquel poeta:.
Al verme tendido se asustaron, creyéndome muerto.
Creyéndome libre le pedí licencia para retirarme.
- La Justicia Divina me ha burlado, Fernanda, pues creyéndome instrumento de ella, quise matar a un hombre perverso, y he matado a una mujer.
Informáronme también mis servidores de que multitud de menesterosos moros y hebreos habían ido a mi casa durante el día, creyéndome allí, en demanda de socorro.
Así terminó la , que fue seguida de un desvelo enojoso, porque habiéndoseme caído, con las vueltas que di, la colcha que me abrigaba, tuve que salir del lecho para buscarla a tientas y ponerla en su sitio, y creyéndome aún despierto, en presencia del tan infeliz como glorioso escritor, continué angustiado, febril y tembloroso toda la noche.
Creyéndome ella todo de Dios, poseedor de sus favores, vidente de sus perfecciones, regalado y deleitado con sus dulzuras, ni pudo recelar extravío, ni quiso presumir con soberbia que por ella hubiera yo de olvidarme de Dios.
Aquella noche me fue imposible dormir: entrome una fiebre terrible y me revolvía en el lecho, creyéndome rodeada de sombras o demonios que me atormentaban.
No era tanta mi inmodestia que supusiese a Athenais movida exclusivamente de un antojo y afición a mi persona, pero aún creyéndome indigno de la solícita persecución de la hermosa dama, resolví poner en práctica un medio eficaz para librarme de aquel enojoso, aunque adorable y tentador estorbo, y fue que bonitamente y sin decir nada a nadie, como D.
Una mañana, al descolgarme del torreón con una escala de cuerda, los criados me vieron, y como me maltrataran de un modo soez, creyéndome ladrón, disparé mis pistolas sobre ellos y maté a uno.
Esto me ofendió, y creyéndome autor del deslucimiento de la pieza, resolví hacer todos los esfuerzos de que era capaz para arrancar algún aplauso.
Confiado en la sensatez que mi apocamiento le revelaba, y creyéndome exento de pasiones incompatibles con mi vocación, me instaló en su propio domicilio, fijándome horas para concurrir a las cátedras de la Sapienza, horas para leer y estudiar en casa, y dejándome lo restante del día en el franco uso de mi libertad.
Me ha bastado saber que existía para reconocerme otro, creyéndome capaz de los mayores sacrificios.
El es grande y visible, yo pequeño y obscuro, mis hábitos vagabundos y cosmopolitas me traen con frecuencia a París, mi venida, aun coincidiendo con la del señor duque de Moldau, a nadie llama la atención en Dacia, porque si he modificado mi orden de ideas, convencido de que mi patria ha menester el régimen tutelar de la monarquía, hasta para plantear con seguridad las nuevas libertades, por ahora no he comunicado al público mis impresiones, y en Vlasta siguen creyéndome republicano representativo: ¡así se engañen siempre los enemigos de Vuestra Alteza! Créenme hostil a la política de Stereadi, jefe del partido liberal monárquico, nadie sospechará que en nombre de Stereadi precisamente me ofrezco en cuerpo y alma a nuestro salvador, al emblema del porvenir, al príncipe Felipe María de Leonato, legítimo heredero del trono de Dacia.
Dos agentes policiales, llamados con espíritu previsor por el diablo de Cruz, hacían la guardia en la cuadra, sin saber lo que ocurría, creyéndome un particular, trataron de impedirme el paso.
Yo también me sentía ofendido cuando otros censuraban a Fernando, este derecho de encontrarle defectos me lo reservaba, pero no veía en ello malicia, porque también, y con cierta voluptuosidad, examinaba yo mis propias máculas y deficiencias, creyéndome humilde.
¿Cómo explicarme el hecho de que acudieran a mí sinfín de pretendientes, creyéndome poseedor de influencia omnímoda? Y si esto no tenía sentido común, ¿qué debía yo pensar del loco altruismo con que yo me brindaba graciosamente a sostener y apoyar tales pretensiones? Pues luego venía lo más inaudito, lo verdaderamente milagroso, y era que todos los postulantes obtenían lo que solicitaban, resultando que mi supuesto influjo y poder eran en la realidad verdaderos, sin que yo hiciera gestión alguna ni de ello me cuidara.
Creyéndome oculto, le envíe con un muchacho un pedazo de tripa.
¡Santísima Virgen de las Misericordias, las gracias que yo di al Señor en cuanto pude enterarme de ello! Con las ansias de la alegría subí la escalera, y creyéndome tierra demasiado miserable para que se me contara entre las personas dignas de ser recibidas por usted, esforcé un poco la calidad del motivo de presentarme aquí, con el fin de que se me dejara entrar.
El rey Armanos fué el primero en preguntar: Bueno, hija mía, ¡bendito sea Alah! ¡Todavía estás en la cama! ¿No estás muy rendida? Ella contestó: ¡Nada de eso! ¡He descansado muy bien en brazos de mi hermoso esposo, que esta vez me dejó completamente desnuda, y me besó todo el cuerpo con besos muy delicados! ¡Ya Alah! ¡Qué delicioso era aquello! ¡Por todas partes sentí hormigueos numerosos y estremecimientos! ¡Sin embargo una vez me asustó diciéndome que me faltaba un dedo! ¡Pero fué en broma! ¡Y sus caricias me dieron luego tanto gusto, y sus manos se me antojaban tan suaves a mi piel, y tan cálidos se unían sus labios a mis labios, que me ha parecido soñar hasta por la mañana, creyéndome en el paraíso!.
Atravesé rápido como una exhalación el valle de Congata y los callejones de Tiabaya, asustando a las gentes que se encontraban a mi paso, y se apartaban temerosas, creyéndome un alma en pena.
Y en aquel miserable estado me encaminé a mi casa, y fui a echarme en brazos de mi madre, que me lloraba desde hacía muchísimo tiempo, creyéndome perdido por algún extremo de la tierra.
«Si este hombre, pensó, enamorado de la Regenta, desairado por ella, se volviera loco de repente al verme, creyéndome su rival y se echara sobre mí a puñetazo limpio aquí, a solas.
De modo que no me haces justicia creyéndome un charlatán, sobre todo si te tomas la molestia de compararme, siquiera sea por un momento, con mis hermanos.
yo no quiero palabras, quiero que sigas creyéndome a mí, yo sé lo que hago.
García se figuró que yo había mandado aquella fuga, y corrió más que todos, creyéndome acaso al frente de la compañía.
Pero no le parezca a nadie que decían esto como quien conjetura, sino que a otro que no hubiera estado tan al corriente de la petulancia de este siglo le hubieran hecho creer que el que menos se carteaba con el Gran Señor o, por el pronto, que tenía espías pagados en los Gabinetes de la Santa Alianza, riendo estaba yo de ver cómo arreglaba la suerte del mundo una copa más o menos de ron, cuando un caballero que me veía sin duda fuera de la conversación y creyó que el desprecio de las opiniones dichas era el que me hacía callar, creyéndome de su partido se arrimó con un tono tan misterioso como si fuera a descubrirme alguna conjuración contra el Estado, y me dijo al oído, con un aire de importancia que me acabó de convencer de que también estaba tocado de la politicomanía:.
Me mira usted a través de su lente de reducción y se ilusiona creyéndome de su talla.
Creyéndome de mármol,.

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