Ejemplos con cresterías

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Las crujías se abren a anchos ventanales apuntados con trasdoses coronados por festones conopiales decorados con cardinas e intradoses consistentes en tríos de maineles y tímpanos calados, que separan pilastras con decoración vegetal, sobre las cornisas, cresterías, gárgolas, pináculos y remates de cogollos.
Así, son de factura moderna el dosel central que acoge a la virgen, su chapitel, las cresterías caladas que separan los cuerpos y los escudos heráldicos del guardapolvos.
Se trata de un área de la montaña central oriental asturiana, característico paisaje de estrechos valles separados por amplias cresterías rocosas.
En las terminaciones de las cresterías hay imágenes de ángeles alados.
Las montañas de la Sierra de Guadarrama, tienen un aspecto suave y ligeramente alomado, y aunque existen, son escasos los ejemplos de picos recortados formando pequeñas cresterías.
Palio en terciopelo negro con canastilla superior de alpaca y cresterías.
Coronado el conjunto se despliega un remate en tímpano con pináculos y cresterías.
Esta balaustrada trae recuerdos de las cresterías góticas, interpretando, a modo del siglo XX, los pináculos.
Dos montañas de espuma rematadas por sutiles cresterías asaltaban la proa, esparciendo una nube de polvo líquido.
La roca erizada de picos, ofreciendo a cada paso accidentes difíciles de franquear, cortaduras, grietas, cresterías inabordables, centuplicaba las fuerzas absolutistas y disminuía las liberales.
Dintinguimos perfectamente su vasta forma irregular, sus torres, que empiezan en una edad del arte y acaban en otra, sus ojivas, sus cresterías, su cúpula redonda, y detrás del nuevo edificio, la catedral vieja, acurrucada junto a él como buscando abrigo.
Blanca y brillante, desde la base hasta la cima, aumentaba la nitidez de sus alburas en las cresterías de El Puerto.
La nacionalidad española y yo somos hermanos, pues ambos nacimos al amparo de aquellas eminentes montañas, cubiertas de verdor todo el año, en invierno encaperuzadas de nieve, con sus faldas alfombradas de yerba, sus alturas llenas de robles y castaños, que se encorvan como si estuvieran trepando por la pendiente arriba, con sus profundas, laberínticas y misteriosas cavidades selváticas, formadas de espeso monte, por donde se pasean los osos, y sus empinadas cresterías de roca, pedestal de las nubes.
Atropellándose suben hacia Poniente, y la luz simula en las remotas cumbres extrañas cresterías, protuberancias, torres, grietas, excrecencias, lobanillos, hasta que las nubes envuelven en blancos velos la deforme arquitectura.
¡Y cómo soplaba el viento! No se veía alma viviente por las calles, y una claridad espectral caída del segundo cielo que contenían las combadas nubes, hacía más nítidos los contornos de las fachadas y sus cresterías funerarias.
Tras del molino y la casa, más allá de las bardas, negreaba la sierra verde botella de un monte de eucaliptos, apenachando de borbotones y cresterías en relieve el cielo de un azul marítimo.

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