Ejemplos con creeréis

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Creeréis en todo lo que la Santa Iglesia enseñe y observaréis todos sus mandamientos.
¿Cómo haceros entender la inmensidad del mundo? No creeréis, como creían nuestros abuelos, que la Tierra está inmóvil y es plana, y que el cielo es una cúpula de cristal donde Dios hincó las estrellas como clavos de oro y pasea el sol y la luna para iluminarnos.
Son para encenderlas Veréis qué pronto aprende él todas las cosas Si creeréis que no tiene talento.
Cierto día armó un escándalo porque no habían limpiado ¿qué creeréis?, las cabezas doradas de los clavos que sostenían las estampas de la sala.
¿En qué creeréis que se fundó para volver a tomar aquellos aires de persona superior a todos los sucesos? Pues en la hermosura de Fortunata.
¿Creeréis que ese tunante de Santurrias es quien más sañudamente me ha perseguido, dando testimonios falsos de mi conducta? Nada, nada, es cierto lo que yo dije en aquel sermón: ¿te acuerdas, Gabriel? Dije que la ingratitud es el más feo monstruo que existe sobre la tierra.
Una noche, en el momento en que el rezo iba a principiar, Clara tenía abierto el costurero, y fingiendo arreglar dentro de él alguna cosa, se ocupaba en abrirle la boca al pajarito y meterle a la fuerza unas migajas de pan que había guardado en el bolsillo, cuando de repente alzó el vuelo el animal, revoloteó por la habitación con el hilo atado en la pata y fue a pararse ¿dónde creeréis?, en la misma cabeza de doña Angustias, que al verse profanada de aquel modo, tomó tal cólera, que el asma le ahogó la voz y estuvo gesticulando en silencio diez minutos, roja como un tomate.
¿dónde creeréis? en sus anuncios.
Os reiréis de mí, y creeréis hacerme mucho favor llamándome solamente loco.
—Yo soy, no lo creeréis, un hartazgo, y aun por eso tan cariharto.
Pero Bakhita replicó: Veo que no me creeréis hasta que encontremos al que estará escondido, y os advierto anticipadamente que si hay alguien en la turbeh, al ver acercarse nuestra luz se habrá subido, aterrorizado, a la copa de la palmera.
Nadie quiso escucharme ni creerme, teniéndome por loco, pero vos que debéis saber que no lo soy, me creeréis después de lo que voy a deciros.
-¿Lo creeréis, Maximiliano? Estaba contento de que os hubiesen nombrado oficial de la Legión de Honor, sin conoceros.
-Fácilmente creeréis, -continuó la dama-, que estaban de mí quejosos los que no eran.
Vosotros creeréis, señores, que mas que absoluta no puede ser una monarquía : un gobierno, ¿qué puede ser mas que absoluto? Pero era necesario, señores, que el termómetro de la represión política subiera mas, porque el termómetro religioso seguía bajando, y con efecto subió mas.
— ¡Bah! ¿Y qué importa que semejante canalla sea quemada un poco antes o un poco después? Sin embargo, ¿lo creeréis, señor de Mergy? El almirante se incomodó mucho, y me hizo prender.
Una noche, en el momento en que el rezo iba a principiar, Clara tenía abierto el costurero, y fingiendo arreglar dentro de él alguna cosa, se ocupaba en abrirle la boca al pajarito y meterle a la fuerza unas migajas de pan que había guardado en el bolsillo, cuando de repente alzó el vuelo el animal, revoloteó por la habitación con el hilo atado en la pata y fue a pararse ¿dónde creeréis?, en la misma cabeza de doña Angustias, que al verse profanada de aquel modo, tomó tal cólera, que el asma le ahogó la voz y estuvo gesticulando en silencio diez minutos, roja como un tomate.
¡Y nos creeréis felices porque oís resonar por ahí nombres antes oscuros, cuando los felices sois vosotros! Cierto que no habéis visto las obras maestras de arte, pero tampoco las profanaciones de la inspiración y la servidumbre del genio, cierto que no habéis probado el licor embriagante de la gloria, pero tampoco la amargura de la calumnia, cierto que no habéis subido a las cimas vertiginosas del poder, pero tampoco rodado a los ariales donde se clavan las espinas de la envidia.
-Sí -repuso la señora de Villefort-, ¿y creeréis una cosa, señor conde?.
—No lo creeréis, cabe una ciudad y muchas, y reinos enteros, unos lleva delante, otros.
Creeréis que el primero.
Estarán pintados en los libros, como en los mapas muy pequeños que nos ofrecen a la vista dilatadas regiones: todo está cubierto de nombres, y de círculos, y de crucecitas, y de cordilleras de montañas, y de corrientes de ríos, pero medid con el compás las distancias y andaos por el mundo sin otra regla, a menudo creeréis estar muy cerca de una ciudad, de un río, de un monte que distan, sin embargo, nada menos que cien leguas.
¿Lo creeréis? La ingrata me pide que le devuelva sus juramentos, ¡que la dejé libre para dar a otro su corazón y su mano!.
-Deciros que viviré en este país como la Mercedes de otro tiempo, es decir, trabajando, no lo creeréis.
-Mi querido Alberto, aquí tenéis mi pasaporte, ved los refrendos, Génova, Milán, Venecia, Trieste, Delvino, Janina: ¿Creeréis a la policía de una república, un reino y un imperio?.
! Mirad, querido conde, ¿creeréis lo que voy a deciros.

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