Ejemplos con correrían

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Los demócratas auxiliados por hoplitas atenienses encabezados por los estrategos Eurimedonte Sófocles, ocuparon la fortificación desde la los oligarcas hostigaban a sus rivales políticos, y concluyeron un acuerdo por el que los mercenarios debían entregarse, y los oligarcas correrían la suerte que decidiera el pueblo ateniense.
Los gastos e intendencia de la expedición, desde el momento de su partida, correrían por cuenta de la república de Batavia.
La consolidación absoluta y definitiva de la banda fue la propuesta del primer alcalde democrático tras el franquismo, Antonio Delgado Pulpón, que haría que la banda fuera una institución municipal más por lo que los gastos de la banda correrían desde entonces a cargo del ayuntamiento.
Pero dejemos esto aparte por agora, que tiempo habrá donde lo ponderemos y pongamos en su punto, y dime, Sancho amigo: ¿qué es lo que dicen de mí por ese lugar? ¿En qué opinión me tiene el vulgo, en qué los hidalgos y en qué los caballeros? ¿Qué dicen de mi valentía, qué de mis hazañas y qué de mi cortesía? ¿Qué se platica del asumpto que he tomado de resucitar y volver al mundo la ya olvidada orden caballeresca? Finalmente, quiero, Sancho, me digas lo que acerca desto ha llegado a tus oídos, y esto me has de decir sin añadir al bien ni quitar al mal cosa alguna, que de los vasallos leales es decir la verdad a sus señores en su ser y figura propia, sin que la adulación la acreciente o otro vano respeto la disminuya, y quiero que sepas, Sancho, que si a los oídos de los príncipes llegase la verdad desnuda, sin los vestidos de la lisonja, otros siglos correrían, otras edades serían tenidas por más de hierro que la nuestra, que entiendo que, de las que ahora se usan, es la dorada.
Figurábase que todos los ángeles del cielo habían bajado a buscarle y a buscar a Enriqueta, y que, después de colocar a los dos sobre nubes de nácar y arreboles, los mecían en el espacio sin límites, lejos, muy lejos de la tierra miserable, hasta darles por morada venturosa región de perpetua primavera, en la cual correrían sus vidas sin término y sin dolores.
Si fuesen burladas estas lágrimas que caen de mis ojos, no las volvería a enjugar ningún hombre sobre la tierra: correrían, sí, de arrepentimiento o de desesperación sobre las manos martirizadas de mi Cristo de marfil, que colocaría para siempre y sin rival, sobre mi escapulario de monja Clara.

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