Ejemplos con corredor

Oyendo a los carceleros en el inmediato corredor, comprendió el misterio.

En el cuadrante un clérigo melancólico, pensativo, fumando, como un árabe delante de su tienda, en el corredor baja de las Casas Municipales un policía haraposo, con el fusil al hombro, paseándose, y allá por la Calle Real, centro del miserable comercio villaverdino, una recua, un pordiosero, y el doctor Sarmiento, muy de prisa, echado el sombrero hacia la nuca, figura invariable, tipo eterno del médico de las poblaciones cortas.

Figuraba en todas las almonedas como comprador de fuerza, y si algún corredor le proponía la adquisición de alhajas antiguas o muebles rarossiempre, se entiende, con considerable ventaja, aceptaba sin vacilación, pues no era dinero lo que faltaba en el enorme del siglo pasado, que ocupaba todo un paño de su alcoba, mostrando el menudo mosaico de sus tres filas de cajoncitos.

Oí que preguntaban por mí, dejé la pluma, me restregué los ojos y salí al corredor.

No pude ir hasta el rancho de los Ocotes para encontrar al mozo y me conformé con aguardarle en el corredor.

Tía Pepa, siempre tan parladora, enmudeció como los pajarillos del corredor, silenciosos y tristes a la sazón por el cambio de pluma, la enferma nos parecía más abatida que de ordinario, y Angelina salía y entraba, arreglando los equipajes, mustia y cabizbaja.

Deshice el intacto lecho, revolviendo sábanas y colchas, tomé el sombrero y el gabán, y salí al corredor.

Ya no me esperaba en el corredor a la hora en que lavaba las jaulas y regaba las flores, y si allí la sorprendía yo parecía más atenta a los quehaceres domésticos que a mi conversación.

En tanto que yo conversaba con la enferma, en el corredor más lejano se reunían los discípulos: veinte o treinta niñitos de las principales familias de Villaverde, un coro de querubines traviesos y mimados.

Ya la casa estaba lista: barrido el corredor, arreglada la salita, dispuesta la mesa.

Pronto resonaba en el corredor el ruido de su escoba.

La doncella, desde la puerta del corredor, donde los pajarillos cantaban alegremente, me miraba con interés.

Después de recorrer dos lados del corredor principal, penetraron en una especie de túnel en que también había puertas numeradas, subieron como unos seis peldaños, precedidas siempre de la zancuda, y se encontraron en el corredor de otro patio, mucho más feo, sucio y triste que el anterior.

Avanzaron por el corredor, y a cada paso un estorbo.

Era la perfecta imagen del corredor que va y viene y sube escaleras y recorre calles sin encontrar el negocio que busca.

Yo lo pondré en su conocimientorepuso el corredor de obras, que gustaba de emplear formas burocráticas cuando la ocasión lo pedía.

Desapareció la comparsa por una puerquísima y angosta escalera que del ángulo del corredor partía.

Sí, nos iremos Lo que es por mí, ya estamos andando decía la otra sin moverse del corredor, mirando a la techumbre, en la cual no veía otra cosa que el horrible tinglado donde colgaban los cueros puestos a secar.

La vecindad, que se divertía mucho con el del buen ido, empezó a congregarse en el corredor.

Los que desde el corredor le oían, reíanse a todo trapo, y Nicanora arengaba al público diciendo: pronto se le pasará, cuanto más fuerte, menos le dura.

Después de visitar varias casas, saliendo de ellas con el corazón desgarrado, hallábase otra vez en el corredor, ya muy intranquila por la tardanza de su amiga, cuando sintió que le tiraban suavemente de la cachemira.

Por fin, saliendo al corredor, vio venir a su amiga presurosa, acalorada No me riñas, hija, no sabes cómo me han marcado esos badulaques en la estación de las Pulgas.

Maravillábase Jacinta de lo muy razonable que estaba el corredor de obras.

Sin reparar en nadie ni en nada, entró en la casa, subió las escaleras, y pasando de un corredor a otro, llegó pronto a su puerta.