Ejemplos con corazonada

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Otros compositores incluidos son Alfredo Carrasco con su canción Adiós, Enrique Sánchez Alonso El Negrumo , originario de Culiacán Sinaloa y muy ligado musicalmente a la familia Pérez Meza con sus temas Dios no lo quiera y Corazonada, y Hernando Hernández Pérez, compositor de cabecera de Elisa.
Ash gana su quinta medalla en el Gimnasio de Ciudad Corazonada venciendo a Fantina.
Y como si la suerte se complaciera en allanarle todos los caminos que emprendía, dale la corazonada de jugar un billete a la lotería, y le , como quien nada dice, más de medio millón.
También sentía yo en mí la corazonada, las tenues voces íntimas que me aconsejaban lo mismo que la Virgen sugirió a Donata, y esto prueba cuán extenso y variado es el reino de la superstición.
¡Vaya, que no ha sido esta mala corazonada! -se decía sonriente, preparándose de tintero y pluma-.
Hay que ver la nobleza y arrogancia de su figura cuando me lo encasquetan una armadura fina, o ropillas y balandranes de raso, y me lo ponen el duque de Gandía, al sentir la corazonada de hacerse santo, o el marqués de Bedmar ante el Consejo de Venecia, o Juan de Lanuza en el patíbulo, o el gran Alba poniéndoles las peras a cuarto a los flamencos.
En cuanto el lotero me lo entregó, sentí la corazonada.
Todo lo contrario: se me figura, no sé por qué esto es cosa de presentimiento, de adivinación, de corazonada se me figura que usted, si la sacuden bien, así como otros cuando los apalean sueltan bellotas, si la sacuden bien, digo, ha de dejar caer alguna flor.
¡Hermoso sentimiento que nadie más que yo supo apreciar en su valor! Aprovechándome de él, casi llegué hasta tolerarle y autorizarle, impulsada por el despecho y por mortificar a mi orgullosa parienta, pero yo sabía que aquella corazonada infantil concluiría con el tiempo y la distancia, como en efecto ha concluido.
-¡Ay!, no fui yo con gusto, porque me daba la corazonada de que algún castigo me había de dar el Señor.
Andrés Corzuelo fue una corazonada sumamente importante.
Siguiose a esta escena la de un jugador perdidoso que había perdido el último maravedí, y necesitaba armarse para volver a jugar, dejó un reloj, tomó diez, firmó quince, y se despidió diciendo: «Tengo corazonada, voy a sacar veinte onzas en media hora, y vuelvo por mi reloj».
Sentía una inexplicable corazonada, estaba seguro de ganar, de ganar sin tino, apenas arriesgase la aventura.
Me dio una corazonada.
Ya nos habíamos acostumbrado a que los Gobiernos cayesen y se levantasen sin otro motivo que la corazonada o el antojo de la Señora.
También sentía yo en mí la corazonada, las tenues voces íntimas que me aconsejaban lo mismo que la Virgen sugirió a Donata, y esto prueba cuán extenso y variado es el reino de la superstición.
-También yo -dijo Calpena-, de algunos días acá, tengo la corazonada de que tu mujer se ha curado de esa locura de recordar lo muerto y esperar lo imposible.
Es una corazonada, una idea de filosofía de la historia, y líbreme Dios de querer darle autoridad de cosa dogmática.
, y luego me dio la corazonada gorda, aquella que es como si la entraña me pegara cuatro gritos, ¿sabe?.
El señor conde -habla Le Matin- «tuvo quizás una corazonada, como las de los héroes de otros tiempos, y juró en aquel mismo instante provocar en Servia un movimiento popular que restituyera la reina al trono de sus mayores.
Al acercarse a la puerta, pegado a la pared, por huir del fango, Mesía creyó sentir la corazonada verdadera, la que él llamaba así, porque era como una adivinación instantánea, una especie de doble vista.
-Pasaba yo por el recibidor -dijo, Petrilla,- oí pasos en la escalera, me dio una corazonada, miré por la rejilla con mucho tiento, y resultó lo mismo que me había temido: era él que subía, todo amarillo.
Y como si la suerte se complaciera en allanarle todos los caminos que emprendía, dale la corazonada de jugar un billete a la lotería, y le cae, como quien nada dice, más de medio millón.
Este otro la dijo que había ido a buscarla allí, porque una corazonada le había declarado que allí la encontraría.
«No, no había sido él quien había disparado, había sido la corazonada».
¡Era la corazonada! El pulso estaba firme, creía tener la cabeza de don Víctor apoyada en la boca de su pistola, suavemente oprimió el gatillo frío y.
la corazonada le decía que adelante.
Álvaro, en cuanto vio a la Regenta en el salón, sintió lo que él llamaba la corazonada.
-Ya lo ves, Crespo, si hubiera obedecido a aquella corazonada.
Sus mayores triunfos de todos géneros habían venido así, con la corazonada verdadera, sintiendo él de repente, poco antes de la victoria, un valor insólito, una seguridad absoluta, latidos en las sienes, sangre en las mejillas, angustia en la garganta.

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