Ejemplos con coquetería

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Con mucha ciencia galante, poseía una intuición especial para descubrir los efectos de su espontánea coquetería.
Debido a su coquetería y encanto Tin Tan provoca que las mujeres se peleen por su amor, además del crédito principal del espectáculo que ha sido financiado con dinero que no existe.
Pero su gran problema se llama Fabián, el papá de Nena Su coquetería hace que el viejo se comience a obsesionar con ella, y aunque en principio, ella sólo juguetea con él, al final terminará robándole el corazón.
Dos rizos asomados al borde de la toca le hicieron adivinar la cabellera oculta, los pies calzados de blanco fueron indicios para reconstituir el cuerpo algo desfigurado por un uniforme sin coquetería.
Profundo estremecimiento, precursor del invierno, atravesaba por la Naturaleza toda, y dijérase que antes de morir, quería vestirse sus más ricas galas: así la viña virgen tenía tan espléndido traje de púrpura, y el álamo blanco elevaba con tal coquetería el penacho de cándidos airones de su copa, así la coralina se adornaba con innumerables sartas y zarcillos de sangriento coral, y las cinias recorrían toda la escala de los colores vivos con sus festoneadas enaguas.
Le bastaba ver la sonrisa de la viuda, sus ojos apasionados, el gesto de maliciosa coquetería con que contestaba a sus insinuaciones galantes.
Le parecían admirables las precauciones adoptadas por su coquetería para este último instante.
Tal vez mañana tal vez nuncadijo ella sonriendo con su coquetería cruel, que a Ojeda le pareció forzada esta vez, adivinando más allá de las frías palabras un principio de emoción.
Y a pesar de la tristeza con que dijo estas palabras, algo de su antigua coquetería de artista festejada y admirada por la muchedumbre se mostró a través de su sonrisa, rejuveneciéndola con llamarada fugaz.
Se avergonzaba tal vez, con súbita coquetería, al verse mal trajeada y sin ningún adorno de tocador.
Iba a retirarse, pero un sentimiento de coquetería la hizo volver desde la puerta y preguntar a Cecilia:.
En este cuartito hay mucho gusto y mucha coquetería.
La coquetería, cuando no es excesiva, da más atractivo a la hermosura, como las especias dan sabor a los alimentos.
¡Ya salió a relucir el gastrónomo! Pues mira, aunque la coquetería dé atractivo o sabor, o lo que quieras, yo no soy coqueta Tú menos que nadie tienes derecho a decirlo Digo ¡me parece!.
Yo no puedo llamarte coqueta Pero la coquetería de que yo hablaba es de otra clase.
Por coquetería debiera vestirse de negro, pues era incalculable lo que realzaba este color el brillo nacarado de su tez, los reflejos dorados de sus cabellos.
Tan pronto recordando los deliciosos detalles de sus primeros meses de matrimonio, las palabras dulces, las pruebas ostensibles de amor que su mujer le diera, su mujer, cuyos defectos eran los de todas las niñas demasiado mimadas, se ponía a imaginar que estaba bajo el poder de una maldita alucinación, una de las mil infamias que los enemigos de su suegro habían inventado para hacerles daño, y estaba a punto de volverse a Sarrió y meterse nuevamente en la cama, como apreciando y pensando los motivos que tenía para sospechar de ella, aquella grave escena que determinó la salida del Duque de la casa de sus suegros, su frivolidad y coquetería, la denuncia aunque embozada persistente del periódico enemigo, se le encendía la sangre de golpe y apretaba vivamente el paso.
Y aquella mujer todavía hermosa, con el encanto sabroso de la madurez, que ensanchaba sus formas, aterciopelándolas, parecía complacerse con dolorosa coquetería en apreciar en el espejo, mientras se colocaba la mantilla, las canas que cortaban el esplendor rubio de su cabellera, las ojeras azuladas y dolorosas, su boca plegada por un gesto lloroso, como si estuviera en perpetua oración.
Pepita seguía, con una expresión de lástima en los ojos, el tocado rápido de su madre, que se peinaba a ciegas sin el menor rasgo de coquetería.
¡Ca! Eso es refinamiento de coquetería, que te empolvas el pelo, como las marquesas de la corte de Luis XV.
En otras ocasiones, ansiosa de descargar más aún su conciencia, de declinar toda responsabilidad, aunque por los raciocinios anteriores se había demostrado a sí propia que no tenía nada de disgustoso de que salir responsable, doña Luz iba esfumando en su memoria todos los favores que había hecho al Padre, iba quitando todo valer y significación a las muestras de afecto que le había dado, y lo iba reduciendo todo a las mezquinas proporciones de una amistad fría y severa, como la que puede y debe mediar entre un discípulo y un maestro, ahuyentando de sí o borrando cualquier enojoso recuerdo, falso en su sentir, hasta de la menor coquetería inconsciente, por parte de ella.
La coquetería era, pues, para doña Luz un vicio ignorado y casi incomprensible.
Tónica, con dulce coquetería, extendía sus manos, dejándoselas besar.
¿Qué era ya de tu orgullo, de tu coquetería, de tu soberbia?.
Una salvaje le había trastornado el seso, demostrando que en las islas de la Polinesia se dan casos de coquetería no menos refinada que la de los salones europeos.
¡Ah!, norepuso ella con cierta coquetería.
Más por coquetería de virtud que por abnegación, aceptó aquel bonito papel que se le ofrecía, ¡y vaya si era bonito! Como no le costaba trabajo desempeñarlo por no estar enamorada ni mucho menos, respondió en tono dulce y grave:.
Sí ya lo veodijo ésta admirada de tanta gracia y coquetería.
No lograba el marqués vencer la irritante atracción que le llevaba hacia Rita, y con todo, al crecer el imperio que ejercía en sus sentidos la prima mayor, se fortalecía también la especie de desconfianza instintiva que infunden al campesino las hembras ciudadanas, cuyo refinamiento y coquetería suele confundir con la depravación.
—Dirigióle entónces la niña una mirada de femenina curiosidad mezclada de indefinible dulzura, que lo dejó fascinado y sin respiracion, hecho lo cual, giró resueltamente hácia su casa con tan gracioso movimiento de precoz y certera coquetería, que hubiera enloquecido a Manuel, si ya no estuviese loco de adoracion y espanto.

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