Ejemplos con copas

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Es una explanada de pradera, la pradera, cortada por veredas arenosas, en las veredas, bancos de madera, palio de los bancos, las copas de las acacias.
De las techumbres de paja de las barracas salían las bandadas de gorriones como un tropel de pilluelos perseguidos, y las copas de los árboles empezaban a estremecerse bajo los primeros jugueteos de estos granujas del espacio, que todo lo alborotaban con el roce de sus blusas de plumas.
¡Buena suerte y que saliese pronto de cuidado! Y los dos viejos, que sólo necesitaban unas cuantas copas para ser dueños de la , de la plaza y del mundo entero, metiéronse en el cafetín a continuar la obra.
La visión desapareció arrebatada por una ráfaga del viento matinal que pasó estremeciendo las copas de los naranjos y columpiando los floripondios.
Los villaverdinos no se entusiasman por nada, hay en su vida algoo muchode la inmovilidad budística, sólo comparable con esas lagunas adormecidas, en cuyas aguas, eternamente límpidas y serenas, se retratan como en espejo clarísimo las copas de los árboles, los pompones de la enea y la obscuridad de las cercanas espesuras, lagunas perdidas en lo más recóndito de los bosques, muertas, heladas, sin peces ni ovas, que cualquiera creería de cristal, que no se estremecen al beso de la luz meridiana, cuyo reposo no turban cefirillos juguetones ni huracanes bravíos.
Y continuó la conversación entre el ama y la sirvienta, mientras ésta, con delantal blanco y haciendo crujir los bajos almidonados y tiesos de su saya, iba del aparador a la mesa, colocando el centro de plata Meneses con sus grupos de flores, las pilas de platos de charolada blancura, las botellas talladas del agua y el vino, y las copas esbeltas, casi aéreas, con su pie azul, y tan frágiles, que sobre el mantel no trazaban sombra alguna.
Destrozábanse los panecillos, iban vaciándose los platos de los entremeses, y las copas de vino llenábanse, reflejando sobre el blanco mantel purpúreas e inquietantes manchas.
Volvió a encontrarse como en las Alamedas de Serranos, en una soledad relativa, mirando desde su banco la agitación de la feria y contemplando el cielo a través de las copas de los árboles, cuyas hojas, bañadas por el reflejo de la luz artificial, cambiaban su tono verde por un plateado mate.
Y se apuraron las copas, y circuló de nuevo la ventruda botella llena de vino de la bodega de los Escolapios, un caldillo rojo del llano de Cuarte, que pasaba dulcemente por el paladar, y una vez dentro, el muy traidor causaba un trastorno de mil demonios.
Pero había que repetir la frase sacramental, las excusas de rúbrica, y mientras todos aseguraban que no tenían sed y preguntaban con enfado a los dueños de la casa por qué se molestaban, la lengua, seca por el calor, parecía pegarse al paladar, y los ojos se iban tras las tazas de filete dorado que contenían el humeante chocolate, las anchas copas azules, sobre las cuales erguían los sorbetes sus torcidas monteras rojas o amarillas, y las maqueadas bandejas cubiertas de dulces.
Tras el café vinieron las incitantes copas, y también les hizo escrúpulos el profesor, no así , que se llenó el cuerpo de ron hasta que ya no podía más, sin que por eso se perturbase su sólida cabeza, que debía de ser un alambique.
Por encima de ellas asomaban las copas de dos o tres soforas y de un castaño de Indias.
Hablamos cuatro palabras nada más, y volví y me colé en la casa, y me hice amigo de la tía y hablamos, y una tarde salió el picador de entre un montón de banastas donde estaba durmiendo la siesta, todo lleno de plumas, y llegándose a mí me echó la zarpa, quiero decir, que me dio la manaza y yo se la tomé, y me convidó a unas copas, y acepté y bebimos.
Izquierdo y el cobrador municipal le convidaron a unas copas, pero él no quiso aceptar, porque le repugnaba el aguardiente.
Ya provenía de que el amo del café cobrando a la tertulia unas copas, que se habían roto al discutir las verdaderas causas de la muerte de Concha en Montemuru, ya, por fin, de un desmejoramiento progresivo e intolerable del , razón por la cual desearan muchos estrenar los establecimientos nuevos o renovados.
Estaban hablando, cuando pasó un pintor de panderetas, también vecino, y ambos le convidaron a unas copas.

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