Ejemplos con conversábamos

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Era un espectáculo harto conocido y conversábamos, indiferentes, de incidencias menores en nuestras vidas camperas.
Haría cinco minutos que conversábamos, traduciendo el lenguaraz de Mariano sus razones y Mora las mías, cuando trajeron de comer.
Conversábamos como en un salón, cada uno con quien quería.
Galopábamos y conversábamos con Baigorrita, sirviéndole a él de lenguaraz Juan de Dios San Martín, un chilenito, de quien hablaré en su oportunidad, y a mí, Mora.
Así conversábamos cuando nuestros caballos se detuvieron de improviso.
Pero mientras conversábamos vimos llegar una mujer con un largo velo de seda azul.
¡Conversábamos alegremente de nuestras esperanzas y nuestra futura suerte, porque lo futuro para la juventud es siempre sinónimo de dichas y esperanzas colmadas! Antonio había elegido la carrera más ardua, pero también la más brillante, de abogado, y su claro talento y fácil elocuencia le prometían un bello porvenir.
Cuando nos encontrábamos solos, por casualidad, pues yo no lo buscaba y él no parecía muy interesado en frecuentarme y reanudar los antiguos paseos y comidas selectas, conversábamos un rato, pero jamás hizo mención de María, como si aquella competencia iniciada entre ambos no existiese en realidad.
Pero ¡qué poca cosa para el amor es un pobre manco, que ni siquiera puede suponer un abrazo sin el consiguiente «Ay» de dolor! De abrazos, a pesar de esto, tenía llena la imaginación, cuando conversábamos con Paula detrás del rancho.
De este modo conversábamos, cuando entró Trimalcio, se enjugó la frente, lavose las manos con perfume y en seguida: -Dispensadme, dijo, amigos, hace ya muchos días que mi vientre no funciona regularmente, y los médicos no atinan con la causa, algún provecho, sin embargo, me ha hecho últimamente una infusión de corteza de granada y acederas en vinagre.
Una noche, mientras conversábamos en el portal, Turey me preguntó si yo me casaría con ella si su marido llegara a morir.
Así conversábamos en torno de la mesa del café, sombríos y gozosos de nuestra impunidad ante la gente, ante la gente que no sabía que éramos ladrones, y un espanto delicioso nos apretaba el corazón al pensar con qué ojos nos mirarían las nuevas doncellas que pasaban, si supieran que nosotros, tan atildados y jóvenes, éramos ladrones.

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