Ejemplos con conversaciones

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

No eran sino hojas caídas: el Parque, tan animado siempre, se veía solitario, sólo algunos agüistas tardíos, enfermos de veras, paseaban la acera de asfalto, henchida ayer del roce de ricos trajes y del rumor de alegres conversaciones.
Era uno de los goces mayores de Lucía las conversaciones que a veces pasaba con Perico cuando él se dignaba tratarla, no como a una chiquilla, sino como a mujer hecha, y le comunicaba detalles, anécdotas y sucesos de lo que por lo regular no llegan a oídos de las doncellitas educadas con cierta severidad y recato.
Hay conversaciones que despiertan pensamientos profundos y tras de las cuales pega mejor el silencio que palabras frívolas.
Ante los cafés, las mesas al aire libre tenían mucho parroquiano, porque la templada atmósfera lo consentía, y bajo la claridad fuerte de los reverberos bullían los mozos sirviendo cerveza, café o bavaresa de chocolate, y el humo de los cigarros, y el crujir de los periódicos que desdoblaban, y las conversaciones, y el sonido seco de las fichas del dominó dando contra el mármol, llenaban de vida aquel trozo de acera.
Por esto se limitaba a escucharle, cuidando de que en sus conversaciones no se deslizara una palabra que revelase su pasado.
Cuando el enfermo tosía mucho, cesaba de tocar el armónium y emprendía con su amigo largas conversaciones, siempre sobre su preocupación eterna: el arte musical.
Creía que era él quien había repelido a los discípulos, cortando de este modo sus peligrosas conversaciones, para restablecer el buen orden en el claustro.
Y parejas de la Guardia civil fueron a correr la huerta, a apostarse en los caminos, a sorprender gestos y conversaciones, siempre sin éxito.
Doña Luz, pues, quiso que en lo exterior, en sus relaciones con el Padre, en sus conversaciones y trato con él, no se introdujese novedad.
Esta y otras conversaciones que tuvo doña Luz con su amiga, y los propios monólogos y los constantes pensamientos que la asaltaban, fueron acrecentando en el alma de la soberbia dama un recelo que sublevaba su orgullo, y contra el cual trató de armarse de todos los bríos de su pecho.
En medio de aquella agitación política, habían hallado retraimiento dulcísimo en la misma casa de quien la promovía, y allí eran las pláticas suaves y encumbradas, y las conversaciones amenas, en que siempre aprendía algo doña Luz, en que siempre hallaba nuevas excelencias en el entendimiento y en el corazón del padre, y en que el padre, a su vez, no dejaba nunca de pasmarse del despejo, de la agudeza, de la notable discreción, de la fantasía poética y de la sensibilidad exquisita de su bella interlocutora.
Casi siempre las conversaciones de doña Luz y del P.
Yo confieso que me quedo embobado oyendo referir a las mujeres sucesos, lances o conversaciones.
Y, por el contrario, todos o casi todos los que consumen su discreción en hacer su negocio, son insufribles de tontos o de zafios hasta que le hacen, si bien, luego que le han hecho, vuelven a brillar con su discreción en los discursos y conversaciones, o bien porque ya no tienen que emplearla en lo útil y la derivan hacia lo agradable, o bien por el prestigio seductor de que los circundan su éxito y su buena fortuna.
Pensará que yo he dado motivo para esas conversaciones.
Por las noches, abandonando a su amigo Rafael, asistía a la tertulia de las de Pajares, y no contento con las largas conversaciones que allí sostenía con su novia, todavía por las mañanas, a la hora en que Amparo estaba en el tocador, las criadas en el Mercado y la mamá en la cama, subía la escalera, y en el rellano, ante la puerta entreabierta de la habitación, hablaba más de una hora con Conchita, hasta que se levantaba doña Manuela y comenzaba el movimiento de la casa.
Adoraba como un idealista las zafias beldades con su olor a limón y tierra, gozaba oyendo sus conversaciones, prestábalas con el mayor gusto pequeños servicios, aguantaba sus groserías e impertinencias, todo a cambio de poder estarse en un rincón, tímido y sonriente, contemplando los brazos hercúleos, los ojazos insolentes y las piernas como columnas, marcadas por el discreto zagalejo.
El gran tenor y sus triunfos figuraban en todas las conversaciones, y al fin, el pobre muchacho cayó en la tentación, no de oír el de Verdi, sino de ver el bicho raro que abriendo la boca se tragaba cinco mil francos de una sentada.
Ir a Valencia era seguir el camino de la riqueza, y el nombre de la ciudad figuraba en todas las conversaciones de los pobres matrimonios aragoneses durante las noches de nieve, junto a los humeantes leños, sonando en sus oídos como el de un paraíso donde las onzas y los duros rodaban por las calles, bastando agacharse para cogerlos.
Sentáronse los tres en sillas de lustrosa madera, y doña Manuela, por costumbre, habló de los negocios y de lo malos que estaban los tiempos, eterno tema alrededor del cual giran todas las conversaciones de una tienda.
Sobre el zumbido confuso y monótono que producían los miles de conversaciones sostenidas a la vez en toda la plaza, destacábanse los gritos de los vendedores sin puesto fijo, agudos y rechinantes unos, como chillido de pájaro pedigüeño, graves y foscos otros, como si ofreciesen la mercancía con mal humor.
Y es que, en la una como en la otra ocasión, sólo recuerda vuestra memoria cuatro estremecimientos de tal o cual especie, corbatas que se rompieron, guantes que se ensuciaron, embriagueces de amor o de vino que se disiparon a las pocas horas, días de gloria o de regocijo, que terminaron en su infalible noche, conversaciones que se llevó el aire, ratos de frío y de calor, mucho desnudarse y vestirse, mucho acostarse y levantarse, mucho comer y volver a tener apetito, mucho dormir, mucho soñar, haber llorado algunos días, creyendo un dolor eterno, haber reido y gozado más que nunca pocos días después, soles de primavera que se pusieron, lluvias que cayeron y se secaron.
No siguieron estas conversaciones filosóficas, porque sobrevino lo de Sagunto, y este suceso absorbió la atención general en todos los cafés, desde el más grande al más chico.
Ambos evitaban que en sus conversaciones surgieran ciertos nombres, pero una noche se habló, no sé por qué, de Juanito Santa Cruz.
Por de contado, estas intimidades sólo tenían lugar a espaldas de doña Lupe y muy lejos de doña Casta, pues ni una ni otra habrían consentido que tales temas se trajesen a las honestas y decorosas conversaciones de aquella casa.
Con algunos sostenía conversaciones maternales.
¡Vaya unas conversaciones indecentes que sacan ustedes!.
En estas y otras conversaciones se pasaron la primera noche, hasta que se retiró Maximiliano a su casa, quedándose Fortunata tan pensativa y preocupada que se durmió muy tarde y pasó la noche intranquila.
Por los ventanuchos abiertos salía, con el olor a fritangas y el ambiente chinchoso, murmullo de conversaciones dejosas, arrastrando toscamente las sílabas finales.
Los pensamientos políticos nacidos de las conversaciones de aquella noche, huyeron pronto de la mente de Jacinta.

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