Ejemplos con convencionalismos

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Desde el principio queda claro que las personalidades de Scarlett y Rhett son similares, y esa similitud se acentúa a medida que avanza la novela, son personas complejas y contradictorias, básicamente unos rebeldes inconformistas que se sublevan contra los convencionalismos de la época.
Sus primeros ensayos y su novela Delphine, en la que preconiza la libertad de elección sentimental sobre los convencionalismos sociales, la situan dentro del naciente movimiento romántico.
Clarín en esta ciudad critica que la gente mata el tiempo con una falta total de respeto hacia los demás, la hipocresía, la falsa religiosidad, la represión, los convencionalismos, etc.
Pertenece a otro mundo y es ajena a los convencionalismos.
Marsé nos ofrece una imagen irónica de la España, con su enorme lastre de prejuicios y viejos convencionalismos.
El padre de Virignia educó a la autora dentro de los más estrictos convencionalismos victorianos, con las aportaciones de eminentes autores victorianos tales como Carlyle y Thomas Macaulay.
Por otra parte, la novela está escrita siguiendo un formato de biografía, pero obviamente haciendo una mofa de los convencionalismos de la biografía de la época: la referencia al tiempo y al trascurso del mismo no es precisa, Woolf comenta en varias partes de la obra lo que debe hacer un buen biógrafo y lo que no, siempre optando por lo que se supone es lo que debe ser el rol del buen biógrafo.
Algo les costará a los hombres ver a las mujeres igualarse a ellos, y a las mujeres acostumbrarse a luchar contra rutinas y convencionalismos, pero hay que tener confianza en esa juventud renovadora.
Se propone depurar de convencionalismos y tabúes tradicionalistas a ultranza, el patrimonio musical.
A través de las diversas situaciones de la obra nos hallamos ante un retrato minucioso de los convencionalismos sociales, las premisas morales que no siempre se pueden defender, las estrategias del disimulo, la aceptación de la humillación y la lenta degradación de una familia.
Los paisajesson naturalistas, perdiendo fuerza el uso de convencionalismos.
Siendo un tema que pudiese prestarse para alegorías eróticas ocultas, el aragonés las rechaza contrario a otros cuadros de la tercera y cuarta serie mostrando únicamente un panorama festivo en una composición libre y sin convencionalismos.
Si bien toda concepción del derecho se sustenta, en último término, en las tradiciones, costumbres, valores morales y convencionalismos de la sociedad que la creó.
En una entrevista, Larry afirmó que en el personaje de la serie no puede ser él verdaderamente dado a su sensibilidad con las otras personas y los convencionalismos sociales.
Es la Guapona , nacida en un pequeño pueblo del noroeste de la Península antes de la Guerra Civil y que parece no tener más opciones que repetir la vida que antes llevaron su madre y su abuela, una existencia limitada a cuidar la casa, la familia, el ganado Sin embargo, decide escapar del mundo opresivo y asfixiante que le rodea para irse a Madrid, aunque pronto será consciente de que por tomar esta decisión tendrá que pagar un alto precio: vivir a contracorriente, al margen de los convencionalismos y de la pacata sociedad del momento no será un camino de rosas, y el sufrimiento y la pena la golpearán intermitentemente.
Otra gran parte del libro discute los convencionalismos en la nomenclatura de los miembros de nuestro sistema solar, así como sus características físicas.
La figura simbólica del Violinista Tenebroso, un tipo de vagabundo situado al margen de los convencionalismos sociales, actúa por un lado como argumento de la libertad espiritual y por otra como imagen de la muerte, apareciendo siempre en los momentos decisivos para la pareja.
¿Y quién es ese capitán intrépido y gallardo, de palabra asoleada, tostada, humeante, cual un petardo explosionado, o fresca, profética, arrulladora como una sinfonía, que arrostra toda las contingencias, que desplaza todos los convencionalismos, desafía todos los peligros, derrumba todas las escuelas, logias, sectas, aulas, cenáculos, religiones y sepulta bajo sus ruinas a los vergonzantes tiranuelos que les dirigen?, ¿Y quién, ese reformador de ideas, credos, sistemas, dogmatismos, etc.
De sobra sé, mi querido Watson, que usted participa de mi afición a todo lo que es raro y se sale de los convencionalismos y de la monótona rutina de la vida cotidiana.
No la queréis íntegra, sino a retazos, no la queréis sobria, sino con perplejidades y tanteos de frases lisonjeras, no la queréis desnuda, hermosa, inmutable, como es ella, sino disfrazada, diluida en los convencionalismos sociales.
Consideran tan nocivo al que afirma las propias superioridades en voz alta como al que ríe de sus convencionalismos suntuosos.
Porque aquel público, que tenía el alma en las manos y en los labios, aquel público, que vivía entonces vida de sentimientos y pasiones y no de conveniencias, esperaba algo anómalo, extraordinario, algo que atropellase todas las leyes y todos los convencionalismos, de parte de aquella mujer que pública maledicencia señalaba como la amante del diestro, y que poco antes recibía satisfecha su homenaje, sin acordarse de que hay en el mundo una máscara de frío acero que se llama conveniencias, que mientras dentro rugen las pasiones y torturan los dolores, al exterior siempre pinta la misma banal sonrisa.
¡Ah! ¿Creía ella, por azar, que aquello era cariño, aquello amor? ¡No, no! ¿Medir la ternura según el éxito de las empresas? ¿Pero no veía que era irrisorio sarcasmo? Amar es poner, no ya nuestra vida, nuestra alma, entera al servicio de nuestro amor, y no éste al de falsos convencionalismos sociales en que no creen ni aun aquellos que aparentan acatarlos.
Alejado Pepe de ella, tal vez para siempre, dejándola como recuerdos un amor sin límites y un hijo, que pronto nacería y que por exigencia del mundo en que vivían había de llevar el nombre de un extraño, indiferente para con aquellos padres que tales sacrificios la imponían, guardando en el fondo de su ser tan sólo odio para la sociedad, que, siendo la verdadera causante de sus males, ningún remedio la daba para ellos, vivió los primeros días de su nueva vida fingiendo amor que no sentía, siendo, por el contrario, desprecio sin límites lo que experimentaba hacia aquel hombre que transigía con tal afrenta a condición de verse dueño de títulos y cuantiosos bienes, y allá, en el fondo de su corazón, sin querer, por supuesto, confesarse tal debilidad, una angustia infinita y un deseo inmenso de arrojar de sí aquellos convencionalismos que la ahogaban ahora y que tan de su gusto eran antes, para que ya que no la fuera dable correr tras el ausente amado, por lo menos llorarle y rendir culto a su memoria cual a la de un esposo inolvidable.
Y, en realidad, no lo era sino vista su figura al través de la imaginación excitada por recuerdos artísticos y convencionalismos estéticos.
Su estilo, hablando, era el de esos gacetilleros sosos que hoy tenemos, que por toda gracia usan algunas muletillas insignificantes, frases hechas y convencionalismos pasajeros.
–¡Vendrán tiempos –exclamó don Fermín– en que se disiparán los convencionalismos sociales todos! Estoy convencido de que las cercas y tapias de las propiedades privadas no son más que un incentivo para los que llamamos ladrones, cuando los ladrones son los otros, los propietarios.
Para ellos no se habían fabricado las leyes ni los convencionalismos sociales.

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