Ejemplos con compró

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Y mi mamá compra los garbanzos por mayor: ayer compró tres libras, y por Navidad nos regalan pavos los señores que van a casa porque tienen pleitos, y yo tengo muchos vestidos, más de tres, y dos pares de botas, con las que tengo puestas y otro par que me harán para San Pedro, si le cae a papá la lotería, y mi papá es tan poderoso, que manda a la cárcel a todo el que quiere, le manda ahorcar, como ya lo ha hecho otras veces, y si yo le dijera que metiera en la cárcel a una pegotona que yo sé, en seguida la metía.
Compró Lucía de cuanto pudo hallar en el puesto, hasta un rosario de esas cuentas verdosas y turbias como un agua amarga, que no sin gran verdad analógica se llaman lágrimas de Job.
Suscrito desde entonces al periódico del consabido prohombre, compró también una mala litografía que lo representaba en actitud de arengar, y añadido el marco dorado imprescindible, la colgó en su dormitorio entre un daguerrotipo de la difunta y una estampa de la bienaventurada virgen Santa Lucía, que enseñaba en un plato dos ojos como huevos escalfados.
Pablo no tardó más que algunas horas en el pueblo, cambió su traje militar por el del labrador montañés, compró algunas provisiones e instrumentos de labranza, y partió a su montaña sin ver a nadie, ni a Carmen, ni a mí.
Y como la fantasía que la hermosura de Sol arrancó a Keleffy era ya a manera de leyenda en la ciudad, Pedro Real, con tacto y profundidad mayores de los que pudieran suponérsele, compró, para que nadie volviese a tocar en él, el piano en que habían tocado aquella noche Sol y Keleffy.
El dibujo de Goya, única prenda que no se arrepintió doña Andrea de haber vendido, porque le trajo un amigo, lo compró Juan Jerez, Juan Jerez que cuando murió en Madrid Manuelillo, y la madre extremada por los gastos en que la puso una enfermedad grave de su niña Leonor, se halló un día pensando con espanto en que era necesario venderlos, compró los libros a doña Andrea, mas no se los llevó consigo, sino que se los dejó a ella porque él no tenía donde ponerlos, y cuando los necesitase, ya se los pediría.
Un desvergonzado compró la cabeza, en un día de angustia, en cinco pesos.
Kate subió apresuradamente a un coche, y una hora después entregaba todas las cartas a su señora: entre ellas venía por equivocación el billete de la lotería que la noche anterior compró Juanito Velarde al retirarse a su casa.
Velarde lo rechazó por dos veces impaciente, dándole la última vez un palo, mas variando de pronto de opinión, volvió atrás y le compró, no sólo el décimo, sino el billete entero.
Cerca de este lugar posee unas sesenta aranzadas de olivar, que su padre, militar como él, compró con dinero ganado al juego.
Se trataba de un precioso servicio de café, de legítima procedencia chinesca, que mi abuelo compró en un puerto del Pacífico, a bordo de un navío inglés que volvía del Celeste Imperio.
Cuando compró la hacienda de Santa Clara, el señor Fernández vino a vivir a mi ciudad natal, y procuró relacionar a los suyos con lo mejor de Villaverde.
Trajo mucho dinero, y nos compró ropa y muebles, y a mí dulces y juguetes, y un rorro muy lindo, de cabellos rubios y ojos azules, que decía papá y mamá.
Andrés compró cierto día, en su tienda de La Legalidad , un tercio de papeles viejos, entre los cuales hallé folletines, libros, folletos, entregas, y tomos de La Cruz , que me apresuré a recoger.
Después compró el pavo, un animal enorme que Nelet cogió con cariño casi fraternal, después de tentarle varias veces los muslos con una admiración que estallaba en brutales carcajadas.
Renovó su mobiliario, abandonó las modistas anónimas, y en su afán de no andar a pie, si no tuvo berlina y tronco como en sus buenos tiempos, compró una galera elegante y ligerita y tomó como cochero a Nelet, el hijo de la nodriza de Amparo, un bárbaro de la, huerta, a quien puso por condición no tutear a la señorita menor y olvidarse de que era su hermano de leche.
Evaristo le compró una buena máquina de Singer, con lo que ella se entretenía mucho.
Creció el asombro de Plácido cuando vio que la señora, después de tratar como en broma un portal de los más bonitos, lo compró.
Cuando tú me saliste con que lo del nieto era una novela, , me dio la idea de tirar esta música a la calle, sin que nadie la viera, pero ya que se compró para él, , que la disfrute ¿no os parece?.
También compró dos onzas de tocino, luego una brecolera en el puesto de verduras de la carnicería, y en la tienda de la esquina, arroz, cuatro huevos y una lata de pimientos morrones.
Eran varias cosillas que de paso compró para engolosinar a Maxi.
Compró chuletas de ternera, dos reales de menudillos y unas sardinas escabechadas para segundo plato.
—Tú dices, Alí, que quieres esta cristiana para el Gran Señor, y Hazan dice lo mismo: tú alegas que por ser el primero en ofrecer el precio, ha de ser tuya: Hazan te lo contradice, y aunque él no sabe fundar su razon, yo hallo que tiene la misma que tú tienes, y es la intencion que sin duda debió de nacer a un mismo tiempo que la tuya, en querer comprar la esclava para el mismo efeto, solo le llevaste tú la ventaja en haberte declarado primero, y esto no ha de ser parte para que de todo en todo quede defraudado su buen deseo, y así me parece será bien concertaros en esta forma: que la esclava sea de entrambos, y pues el uso della ha de quedar a la voluntad del Gran Señor, para quien se compró, a él toca disponer della, y en tanto pagarás tú, Hazan, dos mil doblas, y Alí otras dos mil, y quédese la cautiva en poder mio para que en nombre de entrambos yo la envíe a Constantinopla, porque no quede sin algun premio, siquiera por haberme hallado presente: y así me ofrezco de enviarla a mi costa, con la autoridad y decencia que se debe a quien se envía, escribiendo al Gran Señor todo lo que aquí ha pasado, y la voluntad que los dos habeis mostrado a su servicio.
Compró una en doce mil ducados en un barrio principal de la ciudad, que tenia agua de pié y jardin con muchos naranjos: cerró todas las ventanas que miraban a la calle, y dióles vista al cielo, y lo mismo hizo de todas las otras de casa: en el portal de la calle, que en Sevilla llaman casapuerta, hizo una caballeriza para una mula, y encima della un pajar y apartamiento, donde estuviese el que habia de curar della, que fué un negro viejo y eunuco: levantó las paredes de las azoteas de tal manera que el que entraba en la casa habia de mirar al cielo por línea recta, sin que pudiese ver otra cosa: hizo torno que de la casapuerta respondia al patio.
Compró un rico menaje para adornar la casa, de modo que por tapicerías, estrados y doseles ricos, mostraba ser de un gran señor: compró asimismo cuatro esclavas blancas, y herrólas en el rostro, y otras dos negras bozales.
Ropero hubo que por la mañana les compró sus vestidos, y a la noche los habia mudado de manera, que no los conociera la propia madre que los habia parido.
Fuése el labrador, siguióle el jitano, y sea como sea, el jitano tuvo maña de hurtar al labrador el asno que le habia vendido, y al mismo instante le quitó la cola postiza y quedó con la suya pelada: mudóle la albarda y jáquima, y atrevióse a ir a buscar al labrador para que se le comprase: hallóle ántes que hubiese echado ménos el asno primero, y a pocos lances compró el segundo: fuésele a pagar a la posada, donde halló ménos la bestia a la bestia, y aunque lo era mucho, sospechó que el jitano se le habia hurtado, y no queria pagarle: acudió el jitano por testigos, y trujo a los que habian cobrado la alcabala del primer jumento, y juraron que el jitano habia vendido al labrador un asno con una cola muy larga y muy diferente del asno segundo que vendia.
Sucedió, pues, que de unos cristianos ya libres que venían de Berbería compró aquel mono, a quien enseñó que, en haciéndole cierta señal, se le subiese en el hombro y le murmurase, o lo pareciese, al oído.

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