Ejemplos con complacidos

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Aunque los senadores se hallaban muy complacidos con el discurso de Albino, no así el emperador, quien envió a Junio Severo a relevarle de la provincia.
Muy complacidos debieron quedar con su obra, que le nombraron maestro mayor de escultura de la catedral de Toledo a instancias del cardenal Moscoso y Sandoval.
Cualesquiera que sean su nombre, estirpe y condición, señora mía -dije yo a doña Práxedes-, nosotros estamos muy complacidos de haber trabado conocimiento con usted.
Por conclusión de estos y otros lances que no caben en papeles, los preparativos del viaje de los novios, las despedidas, el lagrimeo, los síncopes, lances todos ellos que habían de ser tema para el rudo trabajo de tres días de los complacidos y galantes revisteros, y de un epitalamio inconmensurable del mimado poeta, obra de empuje y substancia, como concebida entre los horrores de la digestión de lo del banquete, digestión de boa constrictor, por la duración y la dosis, ya que no por la calidad de la metralla engullida.
Los únicos complacidos eran la Nieve y el Hielo.
Llegado a San Juan, los principales de la ciudad, los magistrados que no habían fugado, los sacerdotes complacidos por aquel auxilio divino, salen a encontrarlo y en una calle forman dos largas filas.
Cada cual vuelve a su oficio, y a su ropa, y a su cuarto, y a su cama, y a su sitio en la mesa, y a su andar y vivir ordinarios, dentro y fuera de la casa: unos con pesadumbre por amor a la vida ruidosa y desordenada, y otros muy complacidos por gustar del método reglamentado, de la puchera clásica, del hogar en orden.
Los lacedemonios, que ya tenían noticia de la respuesta del oráculo, muy complacidos con la venida de los lidios, formaron con solemne juramento, el tratado de paz y alianza con Creso, a quien ya estaban obligados por algunos beneficios que de él antes habían recibido.
Respondióle Celso, no sin dignidad ni sin reconocimiento, porque le dijo que su modo de pensar lo manifestaba el delito mismo, habiendo sido su culpa mantenerse leal a Galba, a quien ningún beneficio debía, con lo que quedaron muy complacidos de ambos los que se hallaron presentes, y las tropas los aplaudieron.

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