Ejemplos con compasión

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Pero tampoco le salía la cuenta, porque se levantaba una figura ruin y mal trajeada, que, con voz de grillo mal emitida, soltaba un aluvión de párrafos enmarañados que nadie se tomaba la molestia de desenredar, o un finchado presuntuoso, que entre período y período de su discurso ponía una eternidad de paseos en corto, estirones de chaleco, montaduras de lente y mares de agua con azúcar, ya un perezoso desaplomado Adán, que parecía las pocas y desmadejadas frases que decía a fuerza de restregarse contra el banco y de tirar de sus bragas hacia arriba, o un mozo encanijado y presumido, que sin ciencia, sin virtudes, sin voz y sin palabra, quería convencer como los sabios y convertir como los justos, ya un osado boquirrubio, cuyo único afán era medir sus fuerzas con las de los del Parlamento, que se guardaban muy bien de replicarle, ya un viejo atrabiliario, cuyos furores causaban risa y cuyos chistes hacían llorar de compasión, ya una especie de cuáquero mugriento, demagogo impenitente, que vociferaba sobre justicia y amor al prójimo, no en nombre de Dios, a quien negaba, blasfemo, sino de una razón que parecía faltarle a él, ya que no a los que en santa calma le escuchaban.
Con frecuencia, y ya que estaban apaciguadas, dilatábame largo rato en el cafetín departiendo con las desdichadas, y del coloquio extraía provecho espiritual, puesto que la compasión, a que me movían, es un depurativo del alma, y también observaba los tipos, casi todos estrafalarios, que concurrían en el antro.
¿Y su salud? Yo creo, Gabriel, que ésa está peor que tú ¡Los hombres! ¡Con su honor y demás mentiras! Lo honrado es tener caridad, compasión al semejante, y no hacer mal a nadie.
Y lo que yo sentía era compasión, pensando en los reyes que llegan tarde a un mundo que no cree en el origen divino, en esos últimos retoños que surgen del tronco carcomido y agotado de una dinastía, llevando en su pobre savia los vicios de las ramas muertas.
¿Has pensado bien en lo que es ser la familia de los Luna durante siglos el espejo de la catedral, el respeto hasta de los mismos arzobispos, y de repente verse uno entre los últimos, expuesto a las risas de todos, pudiendo mirarle con compasión hasta el último monaguillo? ¡Lo que yo he sufrido! ¡Las veces que he llorado de rabia, a solas en esta habitación, después de oír lo que se murmuraba a mis espaldas! Y luegoañadió quedamente, como si el dolor empañase su voz, ¡aquella infeliz mártir que murió de vergüenza, mi pobre mujer, que se fue del mundo por no ver mi dolor ni sufrir el desprecio de los demás! ¿Y quieres que yo olvide esto? Además, Gabriel, yo no sé expresar lo que siento tan bien como tú.
El fondo de su carácter era la tolerancia, la compasión para todos los defectos, pero se indignaba contra los que pretendían ocultarlos.
Al llegar Juanito al barrio de las Escuelas Pías entró en una calle estrecha donde estaba el caserón de sus abuelos, una interminable fachada pintada de azul claro, en la cual, corrió por compasión, rasgaban el grueso muro algunos balcones y ventanas, a gran distancia unos de otros.
Siempre que Juanito se encontraba en la tienda con el viejo comerciante, éste le lanzaba miradas tan pronto de compasión como de desdén.
Le temblaban las piernas, pasaban tenues nubecillas ante sus ojos y veía confusamente a los dueños de las tiendas, que le seguían con un gesto de compasión o le llamaban con amistosas señas.
Juanito sentía alegría y compasión a un tiempo.
La anaquelería, de madera vieja, atestada de cajas, sobre el mostrador telas y más telas extendidas sin compasión hasta barrer el suelo, dependientes con el pelo aceitoso y las brillantes tijeras asomando por la abertura del bolsillo, y mujeres discutiendo con ellos, como si estuvieran en el centro del Mercado, abrumándolos con irritantes exigencias.
¡Dios tenga compasión de mí! Y el diablo cargue con estas santas cursis, con estas fundadoras de establecimientos que no sirven para nada.
Y la compasión hacía que brotaran en su voluntad aquellos deseos de virtud sublime que a ratos surgían como flor de un minuto, criada por la emulación.
¿Qué palabras usaré yo para pintarte la situación en que me encontraba? Es que el caso es de los más raros que se pueden ofrecer Para que veas que soy sincero y leal, te diré que hubo en mí algo de flaqueza, sí, flaqueza que nacía de la compasión.
La compasión venció a la delincuente y se mostró tan afable aquella tarde y noche, que Maximiliano hubo de tranquilizarse.
La aflicción de Maxi exigía la mentira, y su mujer tuvo que decírsela mentiras de esas que inspiran viva compasión al que las dice y consuelan poco al que las oye.
La espantosa escena descrita había impresionado desagradablemente a la joven, que sintió profunda compasión de su amiga.
Por compasión y caridad no la echamos a la calle, ya lo sabe usted Vamos, hija, pocas palabras y a hacer lo que se le manda.
Así doña Lupe tendría compasión de él.
Dábale compasión de la víctima, y para evitar su enternecimiento, que podría frustrar el acto, hizo lo que los criminales que se arrojan frenéticos a dar el primer golpe para perder el miedo y acallar la conciencia, impidiéndose el volver atrás.
Lo único que sentía era compasión por sus desgracias, y no era floja la de vivir con aquel bárbaro, un tiote grosero que la trataba muy mal y no la dejaba ni respirar.
Dio algunos pasos, pero de cada una de sus pisadas brotaba una compasión nueva, delante de su caridad luminosa íbanse levantando las desdichas humanas, y reclamando el derecho a la misericordia.
Parecía registrar la casa, se asomaba a las fétidas alcobas, daba vueltas sobre un tacón, palpaba las paredes, miraba debajo de las sillas, revolviendo los ojos con fiereza y haciendo unos aspavientos que harían reír grandemente si la compasión no lo impidiera.
Turbose un poco ante la visita: Pasen las señoras Me encuentran hecha una compasión.
¿Qué? ¿Estaré bueno mañana? Por Dios, tengan compasión de mí, háganme llevadera esta vida.
Su desconsuelo se manifestaba a cada instante, ya cuando encontraba una bandada que iba al colegio, con sus pizarras al hombro y el lío de libros llenos de mugre, ya cuando le salía al paso algún precoz mendigo cubierto de andrajos, mostrando para excitar la compasión sus carnes sin abrigo y los pies descalzos, llenos de sabañones.
Quizás la víctima merecía serlo, pero la vencedora no tenía nada que ver con que lo mereciera o no, y en el altar de su alma le ponía a la tal víctima una lucecita de compasión.
No le movía ningún sentimiento de ternura, sino la compasión y el deseo de socorrerla si se veía en un mal paso.
Tengámosle compasión y deseemos su arrepentimiento en cuanto a vosotros, hijos míos, no esperéis que os diga una palabra sobre el paso que seguramente vais a dar.
Hemos venido a ser tan bárbaro el uno como el otro, y luchamos y nos herimos sin compasión.

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