Ejemplos con comparación

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

La comparación de los adjetivos y de los adverbios.
Estaba yo, como el lector advertirá, en esa indiscreta edad juvenil en que, para aquilatar el mundo, los hombres y las cosas, se hace uso de términos de comparación nominativos.
Don Restituto se servía de una comparación.
Todo esto ha desaparecido en la edición presente, y así retocado el libro, y convertido en obra de arte puro, no teme la comparación con ninguna otra del autor.
He dicho que todo esto era débil, pero sólo en comparación con otras bellezas más altas.
La revelación tuvo eco aún en el seno de las comuniones cristianas, y se citó una vez, a propósito del libro afortunado, la , de Kémpis, como término de comparación.
Los bancos de la entrada estaban limpios, en comparación de los del fondo.
¡Bendita Navidad ésta que me reservaba la mayor dicha de mi vida, y es el haber encontrado a un discípulo del sublime Misionero, cuya venida al mundo se celebra hoy! Y yo venía triste, recordando las Navidades pasadas en mi infancia y en mi juventud, y sintiéndome desgraciado por verme en estas montañas solo con mis recuerdos! ¿Qué valen aquellas fiestas de mi niñez, sólo gratas por la alegría tradicional y por la presencia de la familia? ¿Qué valen los profanos regocijos de la gran ciudad, que no dejan en el espíritu sino una pasajera impresión de placer? ¿Qué vale todo eso en comparación de la inmensa dicha de encontrar la virtud cristiana, la buena, la santa, la modesta, la práctica, la fecunda en beneficios? Señor cura, permítame Vd.
Cuando escribía tales palabras de Bolívar, es probable que pensara en sí mismo, es probable que no quisiera establecer una franca comparación, cosa que su propia modestia había de vedarle, pero yo dudo de que nadie que lo haya conocido, de que nadie que, aun sin conocerlo, haya oído hablar de él tanto como lo hemos oído nosotros todos, deje de encontrar su propio espíritu, su propio temperamento, la condensación de su carácter y de su historia, en esas líneas en que él trataba de pintar a los niños al que fue el Libertador de la América, Central y Meridional.
Luego venía la comparación entre su vejez sana y vigorosa y aquella juventud arruinada que se defendía tenazmente de la muerte.
Doña Luz, lejos de ofenderse, se reía de esta comparación poco galante, y seguía viviendo en la casa del antiguo administrador.
El ambiente bañado y penetrado todo de rayos de sol parece luz de oro y sol y no aire, y el hierro, que sale candente de la fragua, no es oscuro y opaco, sino refulgente como el fuego de donde sale, y por igual manera, en cuanto la comparación material es posible, el alma que se unió con Dios parece Dios.
Yo he vivido en Granada cuando mi difunto estuvo en aquella Audiencia, y su vega no tiene comparación con ésta.
La fealdad es necesaria: sin fealdad no hay belleza: donde todo es igual, nada es sublime: de la comparación brota el mérito, si todas las mujeres que hay sobre la tierra fuesen Helenas, Frines o Cleopatras, se buscaría una como inapreciable joya, ó, mejor dicho, lo sería entonces lo.
—Pero me ocurre otra comparación más propia: la se parece a los últimos quince días en que las adolescentes llevan pantalones, a esos quince días en que se las ve pensativas y ruborizadas, con el infinito en los ojos, con el corazón de mujer y con los piés a palo seco.
No paraban aquí las filosofías de Juanito, y hacía una comparación que no carece de exactitud.
Me castigas porque me demuestras la diferencia, te comparo con ella, y si pierdes en la comparación, échate a ti la culpa Para concluir, si vuelves a pronunciar delante de mí una palabra sola referente a mi mujer, cojo mi sombrero y no vuelves a verme más en todos los días de tu vida.
¿Y qué valía todo ello en comparación del festín homérico preparado en la sala de la rectoral? Media docena de tablas tendidas sobre otros tantos cestos, ayudaban a ensanchar la mesa cuotidiana, por encima dos limpios manteles de lamanisco sostenían grandes jarros rebosando tinto añejo, y haciéndoles frente, en una esquina del aposento, esperaban turno ventrudas ollas henchidas del mismo líquido.
La comparación del tonel es exactísima: el ama tenía hechura, color e inteligencia de tonel.
Alcanzar alguno a ser eminente en letras le cuesta tiempo, vigilias, hambre, desnudez, váguidos de cabeza, indigestiones de estómago, y otras cosas a éstas adherentes, que, en parte, ya las tengo referidas, mas llegar uno por sus términos a ser buen soldado le cuesta todo lo que a el estudiante, en tanto mayor grado que no tiene comparación, porque a cada paso está a pique de perder la vida.
A lo cual respondería yo que este fin se conseguiría mucho mejor, sin comparación alguna, con las comedias buenas que con las no tales, porque, de haber oído la comedia artificiosa y bien ordenada, saldría el oyente alegre con las burlas, enseñado con las veras, admirado de los sucesos, discreto con las razones, advertido con los embustes, sagaz con los ejemplos, airado contra el vicio y enamorado de la virtud, que todos estos afectos ha de despertar la buena comedia en el ánimo del que la escuchare, por rústico y torpe que sea, y de toda imposibilidad es imposible dejar de alegrar y entretener, satisfacer y contentar, la comedia que todas estas partes tuviere mucho más que aquella que careciere dellas, como por la mayor parte carecen estas que de ordinario agora se representan.
Así es verdad replicó don Quijote, porque no fuera acertado que los atavíos de la comedia fueran finos, sino fingidos y aparentes, como lo es la mesma comedia, con la cual quiero, Sancho, que estés bien, teniéndola en tu gracia, y por el mismo consiguiente a los que las representan y a los que las componen, porque todos son instrumentos de hacer un gran bien a la república, poniéndonos un espejo a cada paso delante, donde se veen al vivo las acciones de la vida humana, y ninguna comparación hay que más al vivo nos represente lo que somos y lo que habemos de ser como la comedia y los comediantes.
¡Brava comparación! dijo Sancho, aunque no tan nueva que yo no la haya oído muchas y diversas veces, como aquella del juego del ajedrez, que, mientras dura el juego, cada pieza tiene su particular oficio, y, en acabándose el juego, todas se mezclan, juntan y barajan, y dan con ellas en una bolsa, que es como dar con la vida en la sepultura.
Oído lo cual por Sancho, con lágrimas en los ojos le suplicó desistiese de tal empresa, en cuya comparación habían sido tortas y pan pintado la de los molinos de viento y la temerosa de los batanes, y, finalmente, todas las hazañas que había acometido en todo el discurso de su vida.
¡Cepos quedos! dije yo entonces, señor don Montesinos: cuente vuesa merced su historia como debe, que ya sabe que toda comparación es odiosa, y así, no hay para qué comparar a nadie con nadie.
Y ¡cómo si queda lo amargo! respondió la condesa, y tan amargo que en su comparación son dulces las tueras y sabrosas las adelfas.
Querría, pues, señor mío, que vuesa merced tomase a cargo el deshacer este agravio, o ya por ruegos, o ya por armas, pues, según todo el mundo dice, vuesa merced nació en él para deshacerlos y para enderezar los tuertos y amparar los miserables, y póngasele a vuesa merced por delante la orfandad de mi hija, su gentileza, su mocedad, con todas las buenas partes que he dicho que tiene, que en Dios y en mi conciencia que de cuantas doncellas tiene mi señora, que no hay ninguna que llegue a la suela de su zapato, y que una que llaman Altisidora, que es la que tienen por más desenvuelta y gallarda, puesta en comparación de mi hija, no la llega con dos leguas.
Ésta, a lo menos dijo un escribano, no la podrá vuesa merced quitar, porque la tiene un gran personaje, y más es sin comparación lo que él pierde al año que lo que saca de los naipes.
Vengo a contender contigo y a probar la fuerza de tus brazos, en razón de hacerte conocer y confesar que mi dama, sea quien fuere, es sin comparación más hermosa que tu Dulcinea del Toboso, la cual verdad si tú la confiesas de llano en llano, escusarás tu muerte y el trabajo que yo he de tomar en dártela, y si tú peleares y yo te venciere, no quiero otra satisfación sino que, dejando las armas y absteniéndote de buscar aventuras, te recojas y retires a tu lugar por tiempo de un año, donde has de vivir sin echar mano a la espada, en paz tranquila y en provechoso sosiego, porque así conviene al aumento de tu hacienda y a la salvación de tu alma, y si tú me vencieres, quedará a tu discreción mi cabeza, y serán tuyos los despojos de mis armas y caballo, y pasará a la tuya la fama de mis hazañas.
Pero, decidme, señores, si habéis mirado en ello: ¿cuán menos son los premiados por la guerra que los que han perecido en ella? Sin duda, habéis de responder que no tienen comparación, ni se pueden reducir a cuenta los muertos, y que se podrán contar los premiados vivos con tres letras de guarismo.

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