Ejemplos con compadecían

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

El carácter de Eustace cambió para mejor una vez que se convirtió en dragón, y todos se compadecían de él y estaban dispuestos a ayudarlo.
Un muchacho simpático y de talento ¡Lástima que sea rico! Y los que se compadecían de su riqueza le llamaban al mismo tiempo simpático por la facilidad con que se prestaba a un donativo de cinco duros.
¡y ellas le compadecían riendo, pobres mujeres que no conocían más que la superficie del mal humano!.
Amigas maleantes las compadecían repitiendo con sorna que , veíanse condenadas a perder poco a poco sus amistades y relaciones, que no podían sustituir con otras en un barrio de gente ordinaria, lo que ganaban con la baratura del alquiler, perdíanlo con el mayor gasto de zapatos, los chicos, con el pretexto de la distancia, volvían de clase a horas insólitas, hasta en el orden religioso se perjudicaba la familia, porque las iglesias de San Millán, San Andrés y San Pedro hervían de pulgas, cuyas picadas feroces no permitían oír la misa con devoción.
Los dos chicos, que no habían visto nada semejante en las muchachas que trataban, creían que era aquella dolencia signo de principalidad, achaque propio de los seres de exquisita y refinada complexión, y viéndola sufrir, casi la admiraban tanto como la compadecían.
Se mostró con los carreteros que le compadecían expresivo y confiado, casi como un ser feliz.
Las mismas que horas antes hablaban pestes de él, escandalizadas por su apuesta de borracho, le compadecían, se enteraban de si su herida era grave, y clamaban venganza contra aquel muerto de hambre , aquel ladrón, que, no contento con apoderarse de lo que no era suyo, todavía intentaba imponerse por el terror atacando a los hombres de bien.
En la huerta compadecían a los pobres.
Además, se hablaba de que el señor Cuadros había comprometido en su ruina los ahorros de don Eugenio, confiados a su custodia, y todos se compadecían del pobre viejo.
Así es que cuando me compadecían en Madrid por la especie de voluntario destierro, respondía: «¿Destierro? Voy a pasar una temporada entre mis hermanos musulmanes».
reconcentrados, al comprender que me compadecían como a un vencido.
Algunos compañeros envidiaban con tristeza la oportunidad que él desaprovechaba, pero después, lo compadecían con infinita lástima porque sabían que de continuar así, y era lo más seguro, nunca pasaría de ser un niño bien más, mimado y caprichudo, ignorante, torpe, vanidoso y vacío.
Este, siempre optimista y engañándose a sí mismo, se anticipaba a las observaciones de los que le compadecían, diciéndoles:.
Y los hombres serios y las damas delicadas y pudorosas le aplaudían, le compadecían, le querían más por sus desafíos, sus aventuras, sus pasiones, sus luchas morales.
Y sí, le compadecían, y le hacían mucha compañía, demasiada, parecía aquello un jubileo.
¡y ellas le compadecían riendo, pobres mujeres que no conocían más que la superficie del mal humano!.
Los guardias se compadecían de él, y creyendo consolarle le decían: «No tenga cuidado, padre, que allá le absolverán por loco.
«¿Han visto ustedes mujer más hermosa?», preguntaba, y todos, sabedores de su historia, se compadecían del pobre fogueteiro y le ponderaban la hermosura de su mujer.
- Mis ojos se inclinaban a la tierra con dolor o se alzaban a los cielos con piedad, la bóveda insondable me parecía una eternidad sin esperanza, las estrellas silenciosas me compadecían.
» Durante este tiempo el conde no había pronunciado una sola palabra, sus colegas le miraban, y sin duda se compadecían de esa fortuna destruida bajo el perfumado aliento de una mujer, su desgracia se escribía con caracteres siniestros en su rostro.
A la mujer del maldito blasfemo la compadecían en toda la casa.
Además, los arfeños, gente buena y sin hiel, compadecían a aquel viejo que habitaba entre difuntos, en completo abandono y soledad, sin un afecto que calentase su corazón, sin una nota dulce en su hosca vida de cincuentón solitario.

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