Ejemplos con columpiando

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

El protagonista del juego es Nathan Radd Spencer, un comando equipado con un brazo biónico con un arma de agarre, permitiendo al protagonista tirarse hacia adelante o hacia sí mismo columpiando desde el techo.
La visión desapareció arrebatada por una ráfaga del viento matinal que pasó estremeciendo las copas de los naranjos y columpiando los floripondios.
La tarea, en apariencia fácil, no dejaba de ser enfadosa para el aseado presbítero: le sofocaba una atmósfera de mohosa humedad, cuando alzaba un montón de papeles depositado desde tiempo inmemorial en el suelo, caía a veces la mitad de los documentos hecha añicos por el diente menudo e incansable del ratón, las polillas, que parecen polvo organizado y volante, agitaban sus alas y se le metían por entre la ropa, las correderas, perseguidas en sus más secretos asilos, salían ciegas de furor o de miedo, obligándole, no sin gran repugnancia, a despachurrarlas con los tacones, tapándose los oídos para no percibir el ¡! estremecedor que produce el cuerpo estrujado del insecto, las arañas, columpiando su hidrópica panza sobre sus descomunales zancos, solían ser más listas y refugiarse prontísimamente en los rincones oscuros, a donde las guía misterioso instinto estratégico.
-¡Careta, lo que pesa! -balbució, gozoso, el cazador, sopesándola, babándose de vanidad paternal, porque Sendiño reía fanfarronamente columpiando su carga.
Don Gonzalo miró a Juanita con cara de compasivo menosprecio, Juanita, en ademán de profetisa triunfante, miró a su hermano Manrique, y Manrique, que estaba mirando al suelo, según costumbre, y columpiando una pierna cruzada sobre la otra, bajó un poquito más la cabeza y corrió la mirada dos rendijas hacia el sillón.
Y con esperanza tal, el conde, moribundo, palpitó de orgullo inconsciente, profundísimo, al ver a la Seca que avanzaba, hiriendo el piso de la celda con choque aflautado de huesos, y columpiando la rama por encima de una faz donde corrían los últimos sudores.
¡Lo que bendecían aquellos sabios sultanes era al Niño, lo que ansiaban ver antes de regresar a sus lejanas patrias era el Niño, lo que adorarían de rodillas, columpiando el incensario, que soltaba nubes de aromático humo, era el Niño! Todo por el Niño.

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