Ejemplos con colosal

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Para empresa tan colosal no bastan las fuerzas del más hábil tribuno.
Era para él ordinario y lógico que la pequeña Bélgica venciese a la colosal Alemania: una repetición del encuentro de David y Goliat, con todas las metáforas é imágenes que este choque desigual había inspirado a través de los siglos.
Todo grandioso, brillante, colosal.
Era el propio jardín, pero visto al través de una colosal lente de aumento.
El medallón principal ofrecía esmaltada, sobre un fondo de ese azul especial de la , la cara ancha, bonachona y tristota de Luis XVI, en torno, un círculo de medallones más chicos, presentaba las gentiles cabezas de las damas de la corte del rey guillotinado, unas empolvado el pelo, con grandes cestos de flores rematando el edificio colosal del peinado, otras con negras capuchas de encaje anudadas bajo la barbilla, todas impúdicamente descotadas, todas risueñas y compuestas, con fresquísima tez y labios de carmín.
Felicitamos al general O’Donnell, presidente de esta situación liberal, al señor Negrete, que en algún rato lúcido ha dado cima a obra tan colosal, y a los demócratas protectores de este Gobierno ,hubo exclamado agitando el periódico en las manos:¡Qué intención! ¡Caracoles! ¡¡Qué intención!!.
Su estatura colosal, su corpulencia, no son los signos característicos de la raza española, siquiera nos hallemos en una de las provincias del Norte.
De Venezuela pasó, de nuevo, llena el alma de tristezas y emociones viriles, a la Babel moderna de los rubios mocetones y las nevadas inclementes: a New York, a esa ciudad de las ansias, de las regatas, de los afanes, de las prisas, a ese horno colosal donde se sazona el egoísmo y se pierden entre espirales de humo y ruidos de maquinarias, los besos y las lágrimas.
Ya era un rayo que daba sobre un monte, como el acero de un gigante sobre el castillo donde supone a su dama encantada, ya un león con alas, que iba de nube en nube, ya un sol virgen que de un bosque temido, como de un nido de serpientes, se levanta, ya un recodo de selva nunca vista, donde los árboles no tenían hojas, sino flores, ya un pino colosal que, con estruendo de gemidos, se quebraba, era una grande alma que se abría.
Su gloria es reciente y está en la ría, en el puerto, en las ruinas y las fábricas, en los buques que pasean por todos los mares la bandera de su matrícula, en el esfuerzo colosal de dos generaciones que han trastornado la naturaleza para explotarla.
Entre los dos balcones, sobre una de estas consolas y frente a una chimenea de mármol jaspeado que corona un colosal espejo, vese otro gran busto de Carlos III, cubierta por el manto real la armadura, ricamente cincelada.
Mientras tanto, Fritz y la casera acudían al caído en el momento en que, desembarazándose este del que le envolvía y sentándose en el suelo, dejaba ver la granujienta faz de Diógenes, azorada, reflejando todavía la colosal borrachera que se había tomado la víspera, mirando a todas partes con aire de extrañeza, sin acertar a explicarse cómo, habiéndose dormido en lo alto de una banqueta del , despertaba sentado en el suelo en mitad de un camino.
Allí mismo y en aquel momento, la señora de López Moreno llevaba una colosal, empedrada de brillantes, y con mejor gusto para aquella hora y aquel traje, llevábanla también las otras damas, de oro mate con esmaltes.
El excelentísimo Martínez, el colosal , vino al punto a destacarse entre ellos, presentándole con una mano su imprudente carta, echándole la otra al pescuezo para conducirle sin piedad al Saladero Villamelón pensó morir del susto, porque a su carta, y sólo a su carta, como muy bien le había profetizado el día antes Currita, podía atribuir la repentina llegada de la policía.
Muchas damas y caballeros la siguieron, dispuestos a caer sobre las provisiones de Villamelón como una nube de langostas, y el pasmo de todos fue entonces grande Sorprendieron al moribundo marqués en un rincón del comedor, apoyado en un trinchero de roble, zampándose en pie y a toda prisa, y mirando a todas partes azorado, una inmensa jícara de suculento chocolate, con una pirámide colosal de dorados picatostes Pasado el primer susto, y no escuchando ya en la casa otro ruido extraordinario que el incesante ir y venir de la gente que de la calle entraba, Villamelón sintió en toda su pujanza el aguijón más terrible que podía hostigarle: ¡el aguijón del hambre! En vano llamó una vez y otra vez que le trajesen como todos los días:.
Desde fuera, parecía aquello el zumbido de una colmena colosal, en que doscientas mujeres murmurasen al mismo tiempo entre el crujido de las sedas, el ric-rac de los abanicos, las tosecillas afectadas que dan tiempo a preparar una respuesta, las melifluas risitas que acompañan siempre a la afectuosidad femenina, y los perfumes peculiares a doscientos gustos diversos y doscientos tocadores distintos.
En vano iba de un lado a otro la marquesa de Butrón, intentando, con su fino tacto y sus delicadas maneras, ahogar en germen aquellos puntillos mujeriles, aquellas vanidades alborotadas que amenazaban dar al traste con la suspirada fusión a duras penas obtenida en el baile de Currita, tan sólo pudo conseguir su ímprobo trabajo colocar a la duquesa de Astorga, mujer bondadosísima, al lado de la excelentísima señora doña Paulina Gómez de Rebollar de González de Hermosilla, cuya colosal figura se destacaba sobre un asiento muy alto, aislada entre tirios y troyanos, silenciosa y pensativa, cual Safo meditando su suicidio en lo alto de la peña de Léucades.
No se oía nada, un zumbido colosal de colmena en momentos de mudanza, que le sacaba de quicio, poniéndole nervioso.
Acisclo, como prudente capitán, era lo colosal y comprometido de su empeño, y a fin de salir airoso, había tomado las convenientes precauciones, acumulado medios, buscado alianzas y allegado fuerzas y recursos de toda laya.
En este ancho espacio, que es para Valencia vientre y pulmón a un tiempo, el día de Nochebuena reinaba una agitación que hacía subir hasta más arriba de los tejados un sordo rumor de colosal avispero.
Eran los buñuelos de San José, el manjar de la fiesta, como frutos de oro, colgaban muchos de ellos de un colosal laurel, que recordaba el Jardín de las Hespérides.
Y entre el repique de las castañuelas y redoble de los atabales, avanzaban las cuatro parejas de , enormes mamarrachos cuyos peinados llegaban a los primeros pisos y que danzaban dando vueltas, hinchándose sus faldas como un colosal paracaídas.
Hubo momentos en que su imaginación, lanzada en el camino de la insensatez, hízole pensar que, como en los cuentos fantásticos, un colosal murciélago le abanicaba con sus alas, para chuparle la sangre después de dormido.
El primer conde de Trujillo está casado con una de las hijas del famoso negociante Casarredonda, que hizo colosal fortuna vendiendo fardos de y para vestir a la tropa y a la Milicia Nacional.
¿Pero quién podrá descubrir su misterioso enlace con los revueltos y cruzados vástagos de esta colosal enredadera? ¿Quién puede indagar si Dámaso Trujillo, el que puso en la Plaza Mayor la zapatería , pertenece al genuino linaje de los Trujillos antes mencionados? ¿Cuál será el averiguador que se lance a poner en claro si el dueño de , un tenducho de mantas de la calle de la Encomienda, es pariente indudable de los Villuendas ricos? Hay quien dice que Pepe Moreno Vallejo, el cordelero de la Concepción Jerónima, es primo hermano de D.
La mente más segura no es capaz de seguir en su laberíntico enredo las direcciones de los vástagos de este colosal árbol de linajes matritenses.
En el centro de la cámara humeaba un colosal barreñón de loza, lleno de agua templada, y estrechamente abrazados y en cueros, el chiquillo sosteniendo en brazos a la niña, estaban Perucho y la heredera de Ulloa en el baño.
Oyéronse pasos como de estatua colosal que anda, y entró la mocetona color de tierra, muy oronda con su vestido nuevo de merino azul ribeteado de negro terciopelo de tira, con el cual se asemejaba a la gigantona tradicional de la catedral de Santiago, llamada la.
Cuando todos fueron saliendo, don Manuel Pardo se acercó a su hija, y la oprimió contra el pecho colosal, sellándole la frente con besos muy cariñosos.
Entre el marco que le formaban las ramas de un castaño colosal, erguíase el crucero.

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